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Ilustración: Caro Poe

Alejandro Zaga

El recientemente fallecido a causa de COVID-19 dedicó su vida a dos cosas principalmente: a cantar y a protestar por la justicia social.

Si bien las letras de sus canciones no siempre eran producto suyo, las elegía personalmente, teniendo cuidado de la sensibilidad que podía imprimirles con su voz. En varias de esas canciones se reflejaba un candente espíritu de inconformidad y protesta; muchas veces es una letra satírica la que nos permite reflexionar sobre el conformismo pasivo que hemos permitido como sociedad. Un ejemplo de esto es De ranchero a diputado, en que alterna las estrofas con pasajes cómicos que se burlan del congreso mexicano, de su ignorancia y poca preparación.

«Mujer en el estrado del Congreso de la Unión: Gracias al TLC hemos optado por el exterminio de esos vergonzosos lugares repletos de frutas frescas, verduras verdes, flores naturales, tortillas, barbacoa, nopalitos, salsas, organilleros y todo eso que nos hace un país… globero. De a hoy en adelante, and forever and ever, México contará con los beneficios de los alimentos del primer mundo, tales como fruti lupis, kentoqui fray chiquen, los quises de jershis, los milqui weys

Chávez: Cuando salga elegido por la fuerza, elegido por el pueblo
y presuma de mucho botón en mi largo chaquetón
con mi par de pistolas y el fuero
dejaré mi pistola de cuero, mis vacas, mis bueyes, lo que más quiero»

Sin embargo, en otras canciones el mensaje es una historia consecuente directamente de la irresponsabilidad de quienes pretenden ser capaces de cuidar de los nacionales. El Angelito, tal vez por haber sido mexicano Óscar Chávez, se sienta como un ataque exclusivo, pero que ese triste mensaje no tiene fronteras con su letra:

«Ya se murió el Angelito
y no quisiera llorar

Quisiera poder matar
al culpable del delito

La muerte de este Angelito
no fue muerte natural

fue del sistema social
que nos mata de a poquito»

Tal vez la composición peca de simple en rima y de recurrir a un tema potente para sensibilizar al escucha, pero ese es precisamente el objeto de mucha de su música, que cualquiera pueda darse cuenta de cuánto ha ignorado siendo tan cercano.

Otra canción de protesta, esta sí explícitamente en contra del gobierno mexicano, es Se vende mi país, incluida en el álbum Parodias Neo Liberales, del 2004, donde el nombre del disco ya dice mucho de su ideología, pero la letra, critica a la tendencia de privatización de actividades reservadas a mexicanos y al Estado, lo cual se traduce en entrada de empresas extranjeras junto con sus ideas.

«Se vende mi país cada momento
su hambre, su dolor, su sentimiento
se vende mi país con todo y gente
se vende la palabra independiente
yo no lo vendo, no, porque lo quiero
yo no lo vendo, no, mejor me muero»

Como intérprete de rancheras, también cultivó el corrido popular sobre personajes célebres, subgénero valiosísimo para la tradición oral y por tanto, para la literatura; ahondaré más sobre este subgénero en otra ocasión. Los electos para estos corridos también desvelan la inclinación política e ideológica. Personajes como Genaro Vázquez, Juan Cortina, Ernesto «Che» Guevara, Salvador Allende, entre otros… fueron homenajeados en la voz de Chávez, así como condenados otros sucesos políticos y sociales como los retratados en su disco doble México 68, con cuyas canciones no puedo no llorar. En ese álbum se encuentran letras muy personales, pues Óscar estudió y se graduó de Literatura y Arte Dramático en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Cuenta, entre otras, con canciones como Corrido de cuarto informe de Díaz O., Masacre en Tlatelolco, Corrido del 2 de Octubre, Corrido de la ocupación militar de la Universidad y Balada del granadero, de la cual se desprende el siguiente fragmento:

«Papá, papá, ayer cuando estudiaba, le pregunté a un hombre que mataba: ¿qué es usted?, y dijo: un granadero. Papá, ¿qué cosa es un granadero?

-Un granadero es un hombre analfabeto que maltrata a todo estudiante, sin esperanza de amar a un semejante.

-Papá, qué malo es ser granadero.»

Óscar Chávez homenajeó también a la literatura, una de sus canciones más populares lleva por nombre Macondo el mismo nombre que el pueblo ficticio en que se desarrolla la magna novela de Gabriel García Márquez, Cien años de soledad. La letra de esta canción (compuesta por Daniel Camino Diez Canseco en 1968) evoca personajes y situaciones de la novela. La grabación de Chávez también cuenta con arreglos del requintista Chamín Correa, fallecido en enero de este año.

Otra canción interpretada por Chávez y relacionada con la literatura es La niña de Guatemala, pues se trata de un poema cancionado del poeta cubano José Martí. Esta pieza se puede escuchar, así como El pájaro y el chanate y Fuera del mundo (compuesta por Carlos Lico) en la magnífica película Los Caifanes, estrenada en 1967 y dirigida por Juan Ibáñez. El también actor ganó el Premio Ariel por su actuación en esta película. También trabajó en otra docena de películas, pero ninguna tuvo el mismo impacto cultural de la siempre poética Los Caifanes, primera película en que participara y cuya producción fue muy atropellada y obstaculizada por los problemas entre sindicatos cinematográficos, según confía a Cristina Pacheco en una entrevista del 2016.

Un impecable e inspirador papel como El Estilos, Óscar Chávez confirmó mis sospechas sobre que la poesía también se hacía entre juegos, con los amigos.

Llegó el momento de contarte, lector, sobre el día que lo vi cantar en vivo, fue por accidente pues acudí a un concierto gratuito de Silvio Rodríguez en el zócalo de la CDMX. Silvio cantó varias canciones que conocía y otras que no, tendría 17 años entonces y desconocía un poco más que ahora. Silvio tomó un descanso. Claro, ya es un hombre mayor, con mucha fuerza de espíritu aún, pero con un cuerpo finito. El descanso no iba a ser sólo un silencio en esa abarrotada plaza de la constitución, cuando Silvio desapareció, apareció Chávez, sorpresivamente, en una silla de la que no se levantó y con unos cabellos blanquísimos. Recuerdo que ahí conocí Flores negras, una de mis canciones favoritas desde entonces.

No puedo decir que cantaba excelente, no como había oído en la radio en casa de mis abuelitos en alguna ocasión. Apenas sabía quién era pero sentí la carga histórica que su nombre y su voz representaban.

Escribiendo estas líneas aún no sano del saber cuánto ha perdido el mundo con su deceso. Desde el 30 de abril este mundo tiene menos estilo. Si algo podemos aprender de Óscar Chávez es que la sencillez y el compromiso se pueden seguir teniendo a través de las décadas.

Autor

Alejandro Zaga

Alejandro Zaga

Director Jurídico

Nacido en 1995 en Distrito Federal (hoy CDMX). Estudió teatro y la licenciatura de Estudios Latinoamericanos, en la UNAM. Ambas truncas. Permanente estudiante/escrutiñador de la comedia, pues la risa es la prioridad. La ironía lo llevó a inscribirse en Derecho, también en la UNAM.

Ilustradora

Caro Poe

Caro Poe

Directora de Diseño

Diseñadora gráfica.

Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.

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