Elienai Lucero Hernández
(Capitulo 1)
8M
Yo soy foránea ¿Quién le avisará a mi mamá si no llego?, Guadalajara, Jalisco. Las 5:48 am, 8 de marzo del 2022… 8 de marzo, es el día, la primera marcha 8M a la que asistiré. ¿Debo encapucharme? ¿Deberé llevar alguna especie de protección para no ser reconocida por si la gente se vuelve en mi contra? ¿Cómo se supone que me debo sentir?
Todo el mundo dice cosas; que si el feminismo es esto, que si no es el otro, qué si puedes, qué no puedes, así se vive el feminismo, así no, que quemen todo, que no quemen nada.
Y si yo digo que sí, que arda todo, me quedo sin media familia, me convierto en una «revoltosa», si yo digo que no, que todas se guarden, me quedo completamente sin mí, porque parte de mi esencia es la libertad de expresión, ¿debo yo decidir cómo ejerzan los demás esa libertad?
¿Cómo se supone que reaccione? Me pregunté para luego escuchar «A los periodistas tampoco les va bien, mejor piénsatelo». Sí, también nos matan, nos violentan, es cierto, ¿me estará tratando de decir que no vaya? Seguramente le preocupa que vuelva a ejercer en la calle y no solo en la oficina. Una periodista mujer, doble riesgo suicida, pero voy a ir.
Ayer me dijeron una frase que me hace eco «van a rayarlo todo». Entre ecos y preguntas, una frase rebotaba en mi cabeza «habrá violencia». Es curioso, pero a diferencia de otros eventos, manifestaciones o incluso situaciones complicadas que he cubierto como reportera, para medios específicos que no me pagaban una miga, no tengo miedo, aunque ya no tenga un gafete colgado con mi nombre que diga «prensa».
3:07 pm
Denisse Bañales, una amiga, pasó por mí para que no fuera sola, luego llegamos y comenzamos documentando al colectivo que se encontraba en Parque Rojo, algunas traían palos y martillos <habrá violencia>. Nos unimos a la prensa, capturando cada frase, cada consigna «UDG encubre violadores» y justo al terminar la frase escuché y vi de frente cristales rompiéndose, gargantas desgarrándose mientras gritaban «fuimos todas». Cuando miré al suelo por unos segundos vi pedacitos de miles de corazones rotos, estaban furiosas, adoloridas, cansadas de buscar a sus desaparecidas.
Lo rompen todo, les duele y lo demuestran. ¿Qué más da cuando ya te lo quitaron todo? <<Hay violencia>>
Tengo madre, tengo hermanas, amigas, primas, tías, a ninguna nos gustaría pensar que a alguna de ellas las han tocado sin su consentimiento, les han gritado obscenidades en la calle, las han ofendido, les han pagado menos por su trabajo, las han acosado, las han minimizado. No nos gusta pensarlo, pero sabemos que es una posibilidad que más que eso ya es un hecho, por eso no me sorprende escuchar «ni una asesinada más» porque la mayoría de las mujeres aquí imploran todos los días, por jamás encontrarse a ninguna o a sí misma en una pancarta en un poste o en la tv como persona desaparecida. A ninguna nos gustaría recorrer el país buscando en fosas clandestinas, verle la cara a las autoridades incompetentes, pero a las que ya les han arrancado el corazón que se quedó sangrando en los cristales rotos de UDG, y de McDonald’s ¿por qué no estarían enojadas? ¿Si tú perdieras a alguien que amas y nadie hace nada, no querrías quemar todo?
4:48 pm
Nos movimos a otro colectivo, este estaba más grande, claramente con ideologías diferentes pero unidas pidiendo justicia, con ellas, madres y familiares de personas desaparecidas, ancianas con pancartas que decían «Soy la abuela de la mujer que jamás podrás tocar». A estas alturas, se siente como si la tierra palpitara al unísono de las canciones, de los tambores. «La que no brinque es macho».
Foto: Elienai Lucero Hernández
5:17 pm
Llegamos a la Glorieta de los desaparecidos, y en todo el camino no pude evitar ver con profunda aversión a gente viéndonos por encima, a todos, a todas las que estábamos cerca de los contingentes, 8M para ellos se veía como un espectáculo, «no es desfile, es protesta». Hemos sacado más de 50 fotos, Denisse a estas alturas es mi compañera, guía de turistas y sobre todo, mi nueva amiga. Ya nos ubicábamos con la mirada mientras pensábamos «¿a dónde se fue mi reportera?». Cada que escuchábamos el sonido de los cristales, ambas corríamos en dirección a ellos, cuando frené justo enfrente del colectivo de madres, leí un cartel: «El gobierno no me ayudó, encontré a mi hija muerta, hoy estoy aquí por todas las mamás que tienen miedo de luchar, yo lucho por tus hijas para que no las encuentres muertas». La frase se me quedó grabada, me supo amarga, agria, sentí que me estaba tragando todo el aroma de aerosol. La sombra de las hojas de los árboles tatúa las pieles de las niñas, adolescentes y el suelo lleno de frases de protesta. Parece que esta marcha nunca termina, la cantidad de mujeres es sorprendente. «No se va a caer, lo vamos a tirar». Se siente como si la tierra retumbara.
Denisse tomaba sus fotos, cuando nos encontramos a Olga Zermeño, con un hermoso vestido morado, montando un caballo y cargando una bandera morada, rodeaba el lugar, Denisse habló con ella, nos dijo que representaba la lucha de la mujer desde la perspectiva de las escaramuzas charras, claro, su contexto está lleno de hombres. Venía atrás de todo el contingente, manifestando su respaldo y protección a las asistentes que marchaban como si las cuidara, pocas lograron verla, pero su intención era firme.
De regreso, leí un cartel al que no pude sacarle foto, pero como con casi todos los carteles se me grabó en la memoria: «Yo soy foránea ¿Quién le avisará a mi mamá si no llego?» Me caló hasta la punta de los pies. Yo también soy foránea, y si de pronto alguien decidiera hacerme algo, desaparecerme, secuestrarme o lastimarme ¿Quién le avisará a mi mamá si no llego? ¿Quién les dirá a mis hermanas con insistencia que vayamos a la playa? ¿Quién hablará sobre sociedad con mi papá? ¿Quién le va contar planes, hacer reportajes y viajes con mi novio? ¿Quién va a vivir mis sueños por mí? ¿Me convertiré en el eco de esos cristales rotos? ¿Seré las lágrimas desgarradas en la garganta de mis familiares en la siguiente marcha? ¿Pasaré de ser esta mujer que quiere comprender las causas sociales a la lluvia estancada de un charco manchado con sangre e injusticia?
De toda esta serie de recorridos sociales, vi más que violencia, vi más de lo que te cuentan en los medios, vi a una niña de no más de seis años llorar por su mamá asesinada, vi a un padre con el corazón destrozado de tanto buscar en fosas clandestinas, vi dolor, vi esa necesidad de gritar «ya basta», vi a muchísimas personas atestiguando las lágrimas como si fuera un espectáculo, como si todo fuera solo entretenimiento, escuché muchas veces «feminazi». Hay violencia, la hay, en las niñas violadas, abusadas, minimizadas, me vi por unos segundos, porque yo también he sido víctima de casi todas las denuncias que leía en los letreros, ¿Qué si quería romper todo? ¿Qué si evaluaba si soy o no feminista? No, todo lo que quería era que dejaran de desaparecer mujeres, de ser violadas y violentadas, quería borrarles el dolor a las madres destrozadas, a las chicas abusadas, a las bebés sin mamá. El cielo fue violeta porque todavía hay violencia.
7:18
Al llegar a la Antimonumenta en las inmediaciones de la Catedral vi más corazones destrozados, escuché madres indígenas denunciar todo clase de horrores, tras cada testimonio había tanta fuerza femenina que era para mí inconcebible. «No estás sola».
Con este trabajo no busco solo documentar lo que vive la sociedad en este momento, no espero nada más que demostrar que los movimientos sociales son el reflejo de las consecuencias de la escoria humana convertidos en la sed de lucha, en la esperanza de encontrar a través de los gritos una respuesta a sus plegarias. Este, es solo el comienzo del viaje, pero mientras las madres de los desaparecidos hablaban, mientras por fin se hizo el silencio y en este momento el poder de esas mujeres se siente como un terremoto en la tierra, casi tan rítmico como un latido.
Elienai Lucero Hernández
Directora de Multimedia
Me llamo Elienai Lucero Hernández, me llaman Elienai, Lluvia, Kumy, Niennai, Nai, Nani, a veces soy Lúth L. L. H. En casi todas mis versiones soy aficionada de la literatura, la loca de los cuadernos, dibujos y misionera de la revista Katabasis ¿Ya leíste todos los números? ...deberías.
Caro Poe
Directora de Diseño
Diseñadora gráfica.
Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.