Sueno, luego existo

Daniela Morales Soler

«El vibrato es un temblor voluntario, es una desafinación programada, una imperfección que produce belleza», esto es lo que Isabel Mellado dijo en una entrevista para Me Gusta Leer TV, y con este concepto como columna vertebral de su novela Vibrato busca que las desafinaciones de la vida se tornen en belleza. Así, la música más bella se toca con la idea a priori de la imperfección.

En este, su segundo libro, Mellado explota la madurez de la narrativa que ya había dejado entrever en su primer libro de cuentos, El perro que comía silencio.

Jugando con el lenguaje y acudiendo a la sinestesia como uno de los principales recursos narrativos, la novela recrea el mundo sensorial de Clara, una violinista que cuenta la historia de su vida a través de tres movimientos y 99 compases, como si se tratara de una sinfonía.

A modo de autobiografía, la obra recoge las experiencias de la escritora, nacida en Chile en 1977, narra su crianza y posterior viaje a Berlín para profundizar en el manejo del violín gracias a una beca. Es este el encuadre temporal y geográfico de la obra, donde Clara, siendo muy pequeña, siente el impacto que tiene la dictadura de Augusto Pinochet en su vida.

Sin embargo, el libro no se enfoca en los hechos, sino que da relevancia a las sensaciones. El lector se sumerge en los colores de sonidos como el de la comida, o el olor a Mozart. La vida es solo una referencia a la música y la música construye el mundo. De esta forma, Mellado crea un autorretrato sonoro edificado con el simbolismo propio de la música.

En el primer movimiento los sonidos son nuevos, los primeros compases suenan tímidos. La descripción es la percepción de Clara, protagonista y narradora, que llena de sonidos los recovecos de su memoria y, con una voz ingenua que apenas empieza a afinar, transmite las primeras impresiones de un mundo cargado de música. El humor hace presencia gracias a esa ingenuidad que con sencillez presenta su perspectiva de la música y la vida.

En el segundo movimiento, recurre al diálogo como recurso para ilustrar una figura que en el ámbito de la música se conoce como pregunta-respuesta y consiste en la interrogación que hace un instrumento y que a continuación responde otro, o él mismo.

También hay un compás en el que el violín cobra vida para narrar desde una nueva perspectiva el entorno en que se desarrolla la novela, este el único momento en el que se personifica a un objeto y logra dar una visión fresca y romper con la monotonía. Aunque este recurso ya había sido utilizado por Mellado en sus cuentos para dar vida, por ejemplo, a un espejo.

En el tercer movimiento, la autora retoma elementos del primero; como voces, temas y lugares, al igual que los diálogos del segundo y los mezcla. En esta última parte los compases se vuelven más largos y melancólicos hasta que desaparecen en un final circular, retomando el primer compás.

Mellado trata de capturar los sentimientos que se esconden tras los barrotes de una partitura y encarcelarlos en las páginas de este libro. Un proyecto ambicioso que convierte a esta novela en un intento de hacer de la música un sinónimo de la poesía y del silencio la pequeña libertad del hombre.

Vibrato convierte a la literatura en un recurso de la música, dando nuevo valor a las sensaciones y tornándolas en sonido. Isabel Mellado da a las palabras la belleza y personalidad propias de un ser vivo, con su propia musicalidad y cadencia. Es esta sensibilidad la que crea cercanía con el lector y despierta la curiosidad musical.

La escritora chilena concluye que para existir es necesario sonar, tener un ritmo propio y una tonalidad, porque somos meros instrumentos de una orquesta necesarios para tocar la melodía de la vida.