contacto@katabasisrevista.com

Ilustración: Maricielo

Catalina Fernández

7 de mayo de 1982

Querida Sabrina:

¡Tengo miedo! ¡La muerte nunca se encontró tan palpable! Te escribo desde una zanja que cavó el buen pibe de Juan López. He visto muertes violentas y sangrientas, bombas explotar debajo de las botas de mis compañeros y hombres luchando por sobrevivir aun cuando no queda órgano sano dentro de su cuerpo. Todos son como yo, sin importar la bandera que porten ¡Son como yo! Muestran al inglés como una persona de corazón de hierro tal como de aquella que los dirige, pero Juana, yo pude ver el dolor, el sufrimiento y las lágrimas en los ojos. En ellos me veo reflejado yo. Y pensar que tan solo un par de años atrás, me ponía ansioso porque salía el nuevo número de Hijitus…

Si bien en esta guerra (¡maldita guerra!) he visto las cosas más horribles, también he tenido la oportunidad de ver las cosas más increíbles. Hombres a tres segundos de matar a otros perdonarles la vida y prisioneros de guerra y soldados haciendo juntos castillos de arena… Es sorprendentemente fascinante el nivel de humanidad que dos guerreros pueden presentar.

¿Sabes en que pienso durante las noches frías y estrelladas? Pienso como ambos ejércitos buscan ser el David que derrote al Goliat; el Caín que mate al Abel. Pero terminamos siendo las pequeñas víctimas de un incendio. Si Dios existe, es cruel. Pero no importa cuántos diluvios me mande, yo sigo en pie. Tal vez me falten tres dedos en la mano derecha, pero mi alma tiene la fuerza suficiente para seguir.

Tal vez nunca recibas esta carta… O tal vez nunca te vuelva a ver a pesar de que sobreviva. Pero quiero decirte, hermanita de mi corazón, que a pesar de que me cuesta entender tus cartas (aprovecho ahora para decirte que antes de una consonante siempre va “b” y no “v”, aunque hay ecepciones) son en esta obra que sólo pudo crear Dante Alighieri, son mi divino tesoro.

Sé, que si muero, seré enterrado entre amigos y enemigos (o más bien conocidos); que solo la nieve y la corrupción me reconocerán. Que mis sueños de ser un poeta jamás se cumplirán. Que esto parecerá un cuento de retumbos y destellos, de hechos, que pudieron ser ciertos. Que a mi amado mar, en donde he pasado toda mi vida, y en donde juntos hacíamos castillo en la arena, capaz mis ojos nunca volverán a admirar. Pero haceme un favor: espera que en la radio den un comunicado, si dice que esto ha terminado salí de casa con mi libro de Conrad y recita en la página 86, el primer párrafo a todo lo que da. Esa va a ser mi bienvenida o despedida.

Te amo

Ricardo

Autora

Catalina Fernández

Catalina Fernández

Ilustradora

Maricielo

Maricielo

Position

Total Page Visits: 1641 - Today Page Visits: 1
Share This