Ilustrado por: Caro Poe
Adrián Fuentes
En nuestra entrega anterior pudimos arrojar una luz respecto a la definición (o definiciones) que entendemos sobre la Literatura Infantil. Al final de dicho artículo, hicimos hincapié sobre las dudas que nacen a partir de las asignaciones de edades correspondientes a la población lectora infantil. Dudas tales como: «Si un público lector infantil comprende un rango de edad entre los 0 y los 12 años (si es que un rango entre los 0 a 4 se pueda llamar «lector» como tal), ¿qué pasa con los lectores menores de edad que exceden de los 13 años?», entre otras, intentarán ser resueltas en el presente artículo.
Dar cabida como un gran subgénero literario a la Literatura Infantil y Juvenil, supone un gran paso histórico, no sólo en cuanto a reconocer las necesidades literarias específicas de niños y jóvenes que conllevaría un capítulo aparte en el estudio del subgénero), sino que también, en cuanto a abrir la puerta a una vastísima gama de posibilidades creativas y artísticas, muy poco o nada exploradas antes de 1980.
La comodidad de la clasificación y el nivel de importancia que se le otorga al reconocer el sugbénero significan una ventaja que lo ha impulsado a niveles exponenciales durante las más recientes décadas y a generar teorías literarias hasta entonces irrelevantes o inexploradas.
Ahora bien, abrir una brecha de distinción de edad entre ambos rangos lectores (0 a 12 años y 12 a 18) implica un segundo paso de especificidad que sugiere una nueva gama de posibilidades de análisis y de oportunidades. Separar ambos subgéneros no solamente aporta una categorización de edades en un campo meramente bibliotecológico, sino que aportaría instrumentos de los más diversos tipos. A continuación mencionaremos algunos de esos aspectos resultantes de la distinción de edades, donde descubriremos que no solamente se trata de un asunto de edad, sino que conlleva elementos de mucha mayor profundidad y trascendencia.
Si bien resulta complejo o impráctico separar ambos campos del subgénero para su socialización (es inconcebible una Feria del Libro Infantil separada de una Feria del Libro Juvenil), quizás sea prudente, al menos para sus estudios particulares y sus aspectos de producción, observar en sus parámetros individuales (técnicos, de edad, de autores, históricos, etc.) por separado a cada una de ellas; para establecer un bloque de información particular y es que, en muchos de los casos, cada una ha seguido su propio camino; en especial, para aquellos que desean profundizar exclusivamente en cualquiera de ambas. Así como también para identificar las necesidades que tienen cada una de ellas y su público.
Entre otras ventajas, en un ideal prototípico, este análisis otorgaría a la promoción de la lectura, no sólo ideas para optimizar las técnicas de promoción, sino un plan de seguimiento lector orgánico y natural en el difícil paso de la niñez a la adolescencia.
No es mentira que, durante el proceso en la vida joven del lector, muchos de ellos abandonan el camino del placer lector por medio de su paso de la niñez a la adolescencia, problemática que, si bien dista de ser fácil de erradicar, puede comenzar a combatirse a partir del estudio por separado de ambos géneros.
Evidentemente, uno de los factores a señalar es que, aún en nuestros días, el gusto por la lectura sigue siendo un motivo de desprestigio social entre los adolescentes y ese es un problema que le concierne no sólo al promotor de la lectura, sino al escritor, al mediador, a la sociedad y al lector, ex lector o potencial lector. El aprendizaje del combate intelectual contra el entorno hostil es, en definitiva, el aspecto más importante que debe adquirir el joven interesable por cualquier aspecto del arte y la cultura.
Aun así, no se puede pasar por alto que la Literatura Juvenil, a diferencia de la Infantil, no ha logrado provocar del todo en los creadores literarios el interés suficiente, o al menos no el mismo que en la Literatura Infantil. Cuando en esta última, los autores y marcas comerciales han podido competir al tú por tú con los productos literarios maduros (o incluso superarlos en muchas ocasiones), en el caso de la Literatura Juvenil, los textos infantiles han avasallado el mercado; quizás porque han entendido mejor las necesidades y los intereses del público[1].
Es ahí donde radica la importancia de la diferenciación: no solamente sirve para clasificar o incluso complicar la terminología académica que es ya de por sí bastante compleja, sino para comprender y atender las circunstancias particulares de cada subgénero y sus lectores latentes y potenciales.
En lo personal, y a partir de lo observado en mi sociedad, identifico la Literatura Infantil como aquella escrita o apropiada, mas no exclusiva ni adecuada[2], para un público de un rango entre los 0 y los 12 años (con sus sub rangos de edad propios de cada parámetro autoral y editorial); y, por su parte, la Literatura Juvenil, como aquella escrita o apropiada[3], mas no exclusiva, para un público de un rango entre los 12 y los 18 años de edad.
Quizás de esta forma, tal como sucedió con el éxito obtenido al reconocer la Literatura Infantil y Juvenil, estaríamos abriendo la puerta a posibilidades creativas nunca antes vistas[4].
A fin de cuentas, no se trata de la híper especialización, sino de dar su peso justo a cada una de ellas para promover la creatividad justa para las circunstancias y necesidades de cada una de ellas.
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[1]Por otro lado, este desdén creativo también ha sido un campo fértil para aquellos autores que lo aprovechan para producir textos con gran atractivo para los potenciales jóvenes lectores, pero de una muy dudosa calidad literaria.
[2] Véase artículo anterior: «Librero de juguetes. Reflexiones sobre la Literatura Infantil. ¿Qué es la Literatura Infantil?»
[3]Íbidem
[4]Aprendamos del éxito de los best sellers juveniles.
Adrián Fuentes
Redactor
Iztapalapa 1991. Lic. Creación Literaria UACM.
Poeta, promotor de la literatura y coordinador de talleres literarios. Ha formado parte de diversos proyectos relacionados con la literatura y ha sido publicado en antologías poéticas y sitios web dedicados a las artes literarias. Actualmente coordina un taller de creación literaria con estudiantes de bachillerato y realiza diferentes actividades entorno a la promoción de la literatura; al tiempo que escribe ensayos y artículos relacionados con la lectura, la escritura y la labor literaria.
Caro Poe
Directora de Diseño
Diseñadora gráfica.
Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.