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Ilustrado por: Caro Poe

Xavier Torrealba

Patricia iba caminando hacía las lomas, con la mirada al cielo. Su caminar era inanimado, y la gente que la saludaba parecía que le hacían una marcha fúnebre.  Todos sonreían, pero Patricia parecía ser la única que no lo hacía. El señor Juan que la había visto en el barrio desde pequeña, la admiraba con una luz emanada en su mirada, casi como cuando un padre mira a su hija.

 Cuando algunas personas la saludaban le preguntaban:

―Mija ¿pa’ dónde va usted?

Solo con una voz aguda y casi enmudecida ella respondía.

―Voy aquí mismo, a las lomas, a distraer mis pensamientos, ―y seguía su camino.

Las personas parecían estar felices cuando alguien del pueblo se dirigía a las lomas. Todos parecían alegrarse a medida se acercaba. y cada vez eran más los intrépidos que le preguntaban con satisfacción hacía dónde se dirigía. Aunque ya sabían la respuesta de su paradero, salían de sus casas para; con palabras, animarla a seguir su camino y uno a uno seguía preguntando:

―Oíga mija, ¿y usted para dónde va?

―Voy a las lomas Señor Alberto, a despejar mi mente.

― ¿a qué? ―Ella siguió su camino, sin hacer caso de que el señor no la había escuchado.

  En un espacio en el que parecía que nadie le preguntaría nada, Patricia vio un vidrio roto en el que observó su reflejo. Ella parecía experimentar un dolor, pero no sabía exactamente de dónde provenía, así que decidió cortarse, y rasgarse trozos de piel, en el que la sangre exagerada por las líneas rojas en su brazo la hacían verse más triste. Pero aún las personas del pueblo seguían sin notar su dolor, y cada vez eran más las ganas de llegar a las lomas. Pero algunas personas la detenían para seguir preguntando:

―Señorita ¿a dónde se dirige?

Esta vez ella decidió sincerarse un poco más, tal vez porque la cara de Emiliano le daba tranquilidad, y conocerlo de hace muchos años inspiraba en ella un poco de calma.

―Estoy muy adolorida, estoy cansada, me pesa un poco la vida, y voy a las lomas a desahogarme.

―Que bien Patricia, estoy muy feliz de qué te encuentres bien. Todos en el pueblo tenemos problemas, y que tú seas una muchacha sin preocupaciones es muy bueno. ¡Vaya a las lomas, a despejarse! Estoy tan feliz de qué vayas a desahogarte.

   Ella lo miró con agonía, con una tristeza que le consumía el alma. Se dio media vuelta para seguir su camino, y volteó nuevamente con la esperanza de que tal vez notara las heridas, y las líneas rojas de su brazo. Incluso muy internamente imagino un abrazo que la detenía.

   Ella al fin llegó, alzó la mirada para admirar la loma en todo su esplendor, lo sombrío de los árboles ofrecían un ambiente tétrico, pero decidida dio pasos firmes, buscó uno de los árboles en los que deseaba reposar, extendió un mecate, trepó el árbol de mango hacía una altura razonable, tomó uno de los mangos, observó a todo el pueblo desde la altura, sonrió, puso mecate a su cuello y saltó.

   Al día siguiente, todos lloraban a Patricia, mientras los reporteros cubrían el caso, y el pueblo decía a la prensa: que era una buena chica, que era una buena hija. Gritaban: por qué esa niña nunca dijo nada.

     Al siguiente día apareció en el periódico local la nota que decía: «muere en las lomas otra chica más, con esto van en el pueblo catorce casos de suicidio en menos de un mes».

Xavier Torrealba

Xavier Torrealba

Caro Poe

Caro Poe

Directora de Diseño

Diseñadora gráfica.

Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.

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