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Imagen: Caro Poe

Viviana Sampedro

A media mañana la ira del sol empuja las nubes, quebrándolas en diminutos algodones que se disuelven en un azul profundo. El cielo simula arrojar serpientes que caen en el mar. El tiempo parece haberse detenido. El sol enloquece hasta arder, como una llamarada que calienta las escasas viviendas de piedra del paraje.
En la playa, la arena calcina los pies de los moradores del verano. El mediodía transpira agua salada, rociando la piel brillante, humedecida por el sudor. Pequeños cuerpos curtidos se acercan cansinos hacia la orilla de ese mar que alguna vez, quizás, haya sido azulado; pero que ahora la furia del astro rey ha pintado de un tono rosado que, por momentos, se vuelve anaranjado.
Las piernas se hunden en el alivio de la arena mojada, mientras los bañistas ni siquiera intentan preguntarse hasta cuándo durará esa invasión de algas, que se enredan en sus trajes de baño, confundiéndose con hilachas enrojecidas, entrelazadas con sus cabellos. Adosadas a su cuero cabelludo, inoculan un tóxico capaz de recortar el lenguaje y alterar el pensamiento. Entonces el porvenir se desmorona al caer prisioneros de un veneno, que los amura a imágenes sensoriales, mientras ensayan escasas ideas conceptuales.
Un viento caluroso y húmedo frena cualquier movimiento. El mundo circundante se reduce a las llamaradas que dispara el poder de ese calor del sol y que los invita a sumergirse en el oleaje sobre el que flotan, como medusas, las algas envenenadas.
Amarradas al cuero cabelludo atraviesan la piel de aquellas criaturas que, desde hace tiempo, han dejado de crecer. Su inocencia les impide sospechar que son las algas las que detienen su desarrollo. El calor se hace tan insoportable que no pueden evitar zambullirse en aquel mar, salado de fuego, que los retiene atrapándolos en una infancia de la que no podrán escapar.
El poder absoluto del astro rey desparramó la ira a través de aquel eterno verano, secó los campos, esparció piedras, sembró un desierto en el que nada crece, en el que todo se reduce a un callado silencio.
Desde la serenidad de mi poltrona, hamacada en ese presente inmóvil, miro aquellas piernas de niños que intentan avanzar, pero que se hunden en la arena de un paisaje que los detiene sin permitirles escapar.
Todo es un fuego que los aleja del pasado y los condena a perder el futuro. Todo futuro se reduce a un “ahora”. Solo se trata de detenerse a contemplar una serpiente cayendo al mar, camuflándose entre amebas, envenenando el cerebro de esas criaturas condenadas a vivir en un presente quemado e inmóvil, flotando, enredadas entre las hilachas de algas rosadas que tiñen el agua, diluyendo conceptos como figuras de sal.

Viviana Sampedro

Viviana Sampedro

Autora

Integrante de taller literario de Del Viso y de Autores Locales de Pilar, Buenos Aires.

–2019 “Bishenda” y “El instante”, Antología Letras Rabiosas, Ediciones El Bodegón

–2020, “Luz y Siembra”, Antología Entredichos, Editorial Dunken, CABA.

–2020, Crónicas ycuentos, Periódico “El Apogeo”, Pilar.

–2020, Cuentos y Poesías en Plataforma “ELEDunken”; Antología, Autores Locales, Del Viso, Ediciones El Bodegón

Caro Poe

Caro Poe

Directora de Diseño

Diseñadora gráfica.

Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.

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