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Ilustración: Caro Poe

Adrián Fuentes

A lo largo de los siglos, el Renacimiento Europeo ha ido acarreando una serie de leyendas de dimensiones inconmensurables que perviven hasta nuestros días. Aunque este período de la historia de la humanidad difícilmente dejará de percibirse como una de las más gloriosas etapas del arte, el ingenio y la lucidez humanos, no ha quedado exento de estar marcado por polémicos episodios y acontecimientos presumiblemente históricos, dignos del guion de alguna intrigante serie televisiva.

Justamente, al abordar el tema de las controversias del Renacimiento, es prácticamente imposible ignorar a una de las dinastías preferidas de los historiadores, los guionistas y los fanáticos de las teorías de conspiración: los Borgia, que, junto a los Medici y los Sforza, protagonizaron a lo largo de los siglos XIII y XIV los escándalos que, de suscitarse en nuestros días, acapararían las portadas de la prensa rosa, roja, negra, amarilla y cualquier otro color que se nos pudiese ocurrir.

Si bien la inmensa mayoría de los historiadores de más arraigada sobriedad coinciden en que muchos de los señalamientos que nos han llegado respecto a la larga lista de excesos y abusos que frecuentaba la familia Borgia muy probablemente hayan sido de origen malintencionado, exagerado o inclusive falso, todos aquellos que gustamos de los datos históricos sensacionalistas no podemos más que disfrutar del episodio o, en un término más estrictamente histórico, la leyenda del Banquete de las Castañas.

Digno de las columnas de la prensa farandulera, el Banquete de las Castañas o también conocido como el Ballet de las Castañas, se dio a conocer a partir de las acusaciones que algunos de los detractores de la familia Borgia lanzó respecto a una supuesta serie de actos impíos llevados a cabo la noche del 30 de octubre de 1501, durante el papado de Alejandro VI o, también conocido por su nombre de bautismo, Rodrigo Borgia.

Dos fuentes históricas principales encabezan la lista de documentos que durante la época afirmaron la veracidad de este acontecimiento y ambas provienen de insignes enemigos del entonces papa y su ascendencia familiar: la primera de ellas se conoce como Carta a Savelli o Lettera Antiborgiana, un texto anónimo descubierto en Tarento dirigido a Silvio Savelli, un noble romano con amplias relaciones de amistad con el imperio de Austria, a lo largo de cuyas líneas, como su mote lo indica, el autor denuncia (con algunos anacronismos que ponen en tela de juicio su veracidad) los excesos y los pecados cometidos por la controvertida familia Borgia, con el fin de desprestigiarla y así frustrarle una potencial alianza con la corte austriaca de Maximiliano I que entonces habría de significarle una inmensa lista de privilegios que el lector fácilmente puede imaginar.

El segundo archivo se trata del llamado Liber Notarum, una especie de registro de gastos y eventos supuestamente escrito de 1484 a 1505 por Johann Burchard, un sacerdote enemigo acérrimo de la dinastía Borgia y maestro de ceremonias del Vaticano durante la época, que fue sospechosamente descubierto en tierra americana mucho tiempo después de su supuesta escritura. Este texto contiene una serie de datos que dan cuenta, no solo de todas aquellas cosas en las que se gastó a lo largo de aquellos años, sino de todos y cada uno de los presuntos excesos cometidos por la familia española durante el mismo período.

No obstante, dada la carencia de una clara explicación del porqué de su hallazgo a tantos años y kilómetros de distancia de su origen y puesto que, aun si su autenticidad fuese comprobada, se trataría de un documento escrito con la inconfundible intención política de atacar la imagen de los Borgia, muchos de los historiadores lo descartan como una fuente completamente fidedigna que corrobore el acontecimiento como un hecho histórico absoluto y, en cambio, solamente lo perciben como un archivo que, más allá de dar testimonio del ambiente de tensión política que se vivía durante la época, es también una evidencia extra de que esta familia no era la única que recibía acusaciones de este tipo, fuesen ciertas o exageradas, ya que absolutamente todas las dinastías de la época padecían de ataques similares. Los desenfrenos cometidos por todas las familias con influencia y poder y los señalamientos que maximizaban hasta la hipérbole tales excesos eran el pan de cada día en la Europa del Renacimiento.

Pero seguramente usted se preguntará, estimado lector, curioso por naturaleza, qué demonios fue el Banquete de las castañas y por qué tanto revuelo en torno a un acontecimiento de tan dudosa veracidad.

Los documentos antes mencionados refieren que la noche del 30 de octubre de 1501 se dio lugar una extravagante velada en el Palacio Apostólico Vaticano, a la cual fueron invitados hombres de altísima importancia en Roma, incluyendo ministros de insignes cargos religiosos. Las acusaciones afirman que César Borgia y su padre, el papa Alejandro VI, fueron los organizadores del evento, un despilfarro de bebidas y comidas en dimensiones pantagruélicas.

Sin embargo, el acto que coronó la noche sucedió justo después de haber degustado el postre pues, en cuanto hubieron recogido las mesas, se colocó a lo largo del salón un gran número de candelabros encendido, tras lo cual, a una sola voz de César Borgia, hicieron su aparición una cincuentena de provocativas cortesanas (eufemismo que en la época se solía usar para las prostitutas) que dieron comienzo a una sensual danza alrededor de los candiles al tiempo que se desnudaban ante los ávidos ojos de los convidados.

Para este punto, valdría la pena que usted, estimado lector, se permitiera una licencia de imaginación, para logar captar en su totalidad la atmósfera que se podía percibir en aquel salón: los hombres más influyentes de la Roma renacentista, tras haber sido agasajados con los mejores vinos y manjares disponibles para el Vaticano, siendo testigos del sicalíptico baile de cincuenta hermosas mujeres desnudas, una danza digna de un rajá salido de las Mil y una noches. Le suplico, amabilísimo lector, que visualice a todos esos hombres, aturdidos por la abundante bebida, encendidos entre el calor de los candelabros y las voluptuosas sombras contoneantes que estos proyectaban en las paredes.

Como salido de las páginas de Los 120 días de Sodoma, en ese justo instante, César Borgia ordenó arrojar castañas a lo largo de todo el piso del salón, entre los asistentes, los candiles y las cortesanas y que estas fuesen maniatadas por la espalda, para recogieran las castañas con la boca y, de esta manera, tomaran lascivas posiciones, dejando ver a los asistentes sus totales desnudeces, al grado de no poder contener sus desbordantes impulsos, iniciando así una inmensa orgía en la cual incluso participaron los miembros del clero. Se dice que los Borgia idearon una prueba durante el maratónico acto, consistente en premiar con joyas y lujosos ropajes a los tres caballeros que fuesen capaces de copular con un mayor número de meretrices para lo cual, un grupo de criados contabilizaba las eyaculaciones obtenidas por cada asistente.

Se dice que el festín se prolongó hasta tan altas horas de la madrugada, que el papa tuvo que ausentarse de la misa del día siguiente, en la que consagraría a Todos los santos, ausencia que dio paso a rumores que terminaron por dar origen a esta pintoresca leyenda.

A pesar de las evidencias que los historiadores esgrimen para afirmar que todos estos episodios no son más que exageraciones por parte de los detractores borgianos y más allá de que el monseñor e investigador Peter de Roo afirmara que, por encima de las acusaciones y los señalamientos, el papa Alejandro VI siempre fue un hombre con un carácter decente, pero difamado y que, si es que hubo una reunión aquella noche en el Palacio Apostólico Romano, esta no debió haber ido trascendido una cena opípara; no obstante todos estos argumentos y los que puedan llegar a acumularse, nada nos exime de la fascinación, la intriga y el morbo que siempre habrán de provocarnos esta y otras familias de abolengo del Renacimiento y los escándalos que han cargado a cuestas a lo largo de todos estos siglos.

Si, al igual que la nuestra, su curiosidad, estimado lector, es ávida e insaciable, con toda libertad puede sumergirse en la lectura de los libros El papa del mar y A los pies de Venus de Vicente Blasco Ibáñez, donde el novelista valenciano ahonda en los orígenes de esta mítica familia; si, por otro lado, también gusta de la lectura del cómic y la novela gráfica, valdría la pena darse una escapada por los libros dedicados a los Borgia de Milo Manara en colaboración con Alejandro Jodorowsky, Los Borgia. Sangre para el Papa y Los Borgia. El poder y el incesto.

Adrián Fuentes

Adrián Fuentes

Redactor

Iztapalapa 1991. Lic. Creación Literaria UACM.
Poeta, promotor de la literatura y coordinador de talleres literarios. Ha formado parte de diversos proyectos relacionados con la literatura y ha sido publicado en antologías poéticas y sitios web dedicados a las artes literarias. Actualmente coordina un taller de creación literaria con estudiantes de bachillerato y realiza diferentes actividades entorno a la promoción de la literatura; al tiempo que escribe ensayos y artículos relacionados con la lectura, la escritura y la labor literaria.

Caro Poe

Caro Poe

Directora de Diseño

Diseñadora gráfica.

Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.

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