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Imagen: VonPeps

Andrei Velit

Me encuentro frente a un espejo. Más allá de la imagen taciturna y desabrida que refleja, mi insatisfacción se reemplaza por la curiosidad: ¿Qué hay tras ese objeto que reproduce la realidad con milimétrica exactitud? No entiendo sobre las leyes de reflexión ni de longitudes, ni de ondas; mucho menos, sobre color y luz. Solo sé que ese objeto que hemos adoptado inequívocamente en nuestra cotidianidad nos da la maravillosa posibilidad de saber quiénes somos: nuestras características físicas tan finamente detalladas.

Hay espejos exiguos, medianos o del tamaño de una puerta; clavados en nuestros tocadores, guardados en nuestros bolsillos, olvidados en nuestras carteras, arrinconados en nuestras habitaciones, colgados como cuadros inquisidores que observan nuestro estado de ánimo y nos devuelven una imagen que a veces amamos y otras veces -las que son más- odiamos. Están allí y a veces olvidamos que existen, pero muy rara vez dejamos de necesitar. ¿Nos muestran la realidad o solo nos pretenden embaucar? Es una imagen idéntica, pero invertida. ¡Una suerte de revés de la vida! Por años solo he observado sombras como el inminente reflejo de mi espíritu.

Sigo ensimismado frente a mi reflejo y pienso en la autocontemplación de Narciso que -fascinado por su reflejo en el agua- se deja atrapar por la muerte. Yo no comparto esa fascinación, pero… ¿De igual forma la muerte me atrapará?

Salgo de mi cuarto esbozando apenas una sonrisa que se apaga raudamente mientras que a mi mente llega, como un flechazo, unos versos de Borges cuando sentenciaba: «Yo temo ahora que el espejo robe el verdadero rostro de mi alma, lastimada de sombras y de culpas. El que Dios ve y acaso ven los hombres».

Mientras un vacío bordea mi ser me pregunto a mí mismo: ¿qué rostro ven de mí los demás: el reflejo de mi resquebrajada alma o la máscara que inventé para encubrir esos pedazos?

Solo quiero que el espejo me dé la certeza de la posesión de mi propio ser, aunque sea hecha de caducidad y apariencia. Un «yo» que no aborrezca más que a la insobornable necedad que la soledad me ofrece.

Andrei Velit

Andrei Velit

Autor

Nací en la ciudad de Huancayo - Perú, estudié Administración de Empresas. Empecé a devorar libros gracias a la influencia de mi padre. Comparto artículos, relatos y poemas en diversos blogs y revistas nacionales e internacionales siendo un participante activo en la vida cultural de mi ciudad. Estoy pronto a publicar un libro de relatos y otro de poemas.
VonPeps

VonPeps

Ilustrador

Soy Alejandro, 24 años, colesterol bajo, estudiante de psicología y fotógrafo habitual, guionista cuando hay leche y galletas. Me gusta bailar solo, decir groserías y escuchar a Iggy Pop. A veces, creo que sería más feliz viviendo en el campo con un buen poemario, luego me llega una notificación a mi smartphone y me olvido de todo. Soy un pésimo pintor, por eso me hice fotógrafo.

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