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Ilustración: Caro Poe

Leslie García

Hablar de alguien a quien admiras tratando de ser objetivo es complicado. Tienes que dejar los sentimientos de lado y convencer a las personas que no lo conocen de que es una persona ejemplar y de que la admiración tiene un fundamento válido ante cualquier ojo crítico.

Sin embargo, nosotros admiramos a alguien por lo que nos hace sentir y nos hace lograr a raíz de que adoptas ideologías, maneras y estilos de esa persona. Se vuelve algo muy personal e íntimo y, queramos o no, jamás seremos totalmente objetivos cuando hablamos de personas que nos inspiran.

Hablar de Carlos Ruiz Zafón ha sido siempre un desafío. Decir las cosas que causaron sus obras al leerlas y expresarse como es debido de un Hombre y su talento da inseguridad hasta cierto punto. Pero, cuando se empieza a hablar de su trabajo, de su estilo y de lo flexible que puede ser su lectura, nos quitamos el miedo de caer en lo íntimo y empezamos a ser sinceros.

Para aquellos que nunca hemos salido de la frontera de nuestro propio país, podemos decir que hemos vivido en España, su país natal, recorrido sus calles, conocido su historia y hablado con su gente, durante un tiempo, sin necesidad de una máquina del futuro ni una app de moda. Nos llevó lentamente y paso a paso siguiendo oraciones sencillas, que llevaban a párrafos enteros y capítulos extensos de sentimientos complicados, almas que parecían incompletas e historias que al final saboreabas cortas deseando más.

En cada uno de sus libros, plasmó la calidez de su corazón y la complejidad de su pensamiento para que lo siguiéramos sin importar el punto de partida y el camino que uno decidiera tomar. Desde su primera novela, El príncipe de la niebla, hasta la última que él vio publicada, El laberinto de los espíritus, sus lectores observamos cómo transformaba el mundo para que pudiera ser apreciado y recordado por lo que se podía descubrir más allá de lo que un hecho pudiera decir.

Nos llevó a un mundo muy distinto al nuestro. Que hubiese podido iniciar abriendo la puerta del gran laberinto, compartiendo internado con Oscar Drai o ayudando con la mudanza de la familia Carver, descubrirías que más que un laberinto era un refugio de aquellas almas que buscaban protección o una salida, que más que clases y buenas notas tenías que buscar las lecciones más importantes por ti mismo y fuera de un cuaderno, y que una mudanza puede ser más que un nuevo comienzo, puede ser el reencuentro de un pasado.

Por todas sus historias, lo que nos enseñó y lo que hizo crecer en nuestros corazones, motivó a que varias generaciones no pararan de leer y construyeran un hábito increíble que podríamos compartir con nuestros allegados. Nos llevó a muchos a hacer largas filas de espera para tener la oportunidad de estrechar su mano y cruzar unas cuantas palabras. Aunque, si hubiésemos tenido una hora entera, no hubiera sido suficiente para agradecer todo lo que nos regaló.

Tener que despedirnos será difícil, pero de cierto modo no tenemos que hacerlo. Las personas siguen viviendo en nuestros recuerdos y mientras que las personas que lo amaban, querían y admiraban sigan dándole vida a su nombre no tenemos por qué despedirnos de manera definitiva.

Siempre lo recordaremos porque, sumado a su gran talento, tenía un estilo tan inocente y ameno de platicar, su gusto por los dragones y su gusto por la palabra escrita, hicieron mella en nosotros.

Su sencillez fue una de sus cualidades que nos atrapó, su estilo de vida, más reservado que dado a las grandes masas, nos reveló que lo que estábamos leyendo nos daba más de su alma que lo que cualquier periódico o publicación pudiera darte acerca de quién era.

Así que, más que convencer y justificar la admiración bien merecida, compartiremos la enseñanza que en cada uno dejó. Según lo que puedan decir las distintas ramas de conocimiento, tenemos alrededor de seis segundos para captar la atención de una persona, ¿cómo logras poner toda una obra en seis segundos e intentar convencer a alguien de que lo lea?

“Tomo un libro al azar, lo abro; abro en la primera página y leo la primera página… siempre hay algo en la textura del lenguaje, en la factura, en cómo las cosas están hechas que me dice si ese libro me va a interesar o no, si estoy en buenas manos o no.”

Un libro te convencerá desde sus primeras palabras, desde la portada y el primer tacto entre el ejemplar y tú, los que conocemos parte del secreto del Cementerio de los libros olvidados sabemos que ese tomo no llegó a nuestras manos por una simple casualidad. Y que una vez leída la primera página, el trato está cerrado.

Y sabremos que los libros que leímos y aquellos que leeremos, llegaron para aportarnos algo y sobre todo compartirnos los sueños y experiencias de alguien que nos quiso ayudar a crecer.

Autora

Leslie García

Leslie García

Ilustradora

Caro Poe

Caro Poe

Directora de Diseño

Diseñadora gráfica.

Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.

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