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Ilustración: Alejandra Villela

Nicolás Gómez

 

Nosotros habitantes del subterráneo, tenemos necesidad de refrescarnos.
Podemos guardar un silencio de cincuenta años.
Pero si abrimos la boca, hablamos, hablamos, hablamos

Fiodor Dostoievski

I do it and feel quite bad

quite sad,

then I rise

CLEANSED

even though nothing

is solved

Charles Bukowski

No voy a mentir: para mí la cuarentena ha sido una experiencia traumática. El encierro llegó en un momento muy complicado de mi vida, en el que todo parecía ser muy oscuro y sin salida. Cuando comenzamos pensé que no lo iba a lograr, que iba a sucumbir a los deseos de mi depresión y dejar de intentarlo.

Bien dicen que el dolor es el mejor maestro y que las cosas deben llegar cuando tienen que llegar. Hace unos días entendí porqué el encierro, para un depresivo como yo, es una oportunidad más que un castigo. Nunca oculté mi desdén por la meditación o el Mindfulness. Para mí era palabrería: cosas que se inventan unos para venderle humo a los otros. ¿Y cómo no creerlo? La promesa de estar bien conmigo mismo — algo que jamás he logrado conseguir— parecía, simplemente, basura. Pero Pendleton Ward, creador de Hora de aventura, me dio un regalo el 20 de abril; ese regalo se llama The Midnight Gospel. Un relato frenético, colorido, fugaz y trascendental. Una narración traída, creo yo, de una epifanía narcótica de Ward y del co-creador Duncan Trussell, quién habla de la meditación, el Mindfulness y todo lo que yo despreciaba, como herramientas, y no como palabras en el viento.

Comencé a ver la serie por el nombre que la respalda: Pendleton Ward, al que considero un sinónimo de calidad. Por eso me metí de lleno en el primer episodio. La serie trata sobre Clancy, un locutor espacial que, junto con sus drones y su simulador, se dedica a vagar de mundo en mundo entrevistando personajes interesantes para su programa ‘The Midnight Gospel’. En el primer episodio, Clancy escoge el mundo al que va a viajar, a su avatar y se dispone a encontrarse con su primer entrevistado, el Dr. Drew Pinsky, presidente de una tierra infestada de zombis.

La entrevista comienza luego de que Clancy cayera encima de su entrevistado, en medio de una manifestación para la legalización de la marihuana — porque ya saben, 4/20— al mismo tiempo que los zombis estaban deambulando, comiéndose a cuanta persona pasaba por ahí. Aunque me parecía absurdo estar un lunes en la noche viendo eso, me dejé envolver por el mundo que me presentaban y vaya que no me equivocaba en seguir.

Cuando comienza la entrevista ambos personajes tienen una charla muy profunda y seria sobre el consumo de drogas, de cómo es un tema de salud mental y pública, y cómo en sí mismas las drogas no son malas ni buenas, sino simplemente circunstancias. Ahí me volaron la mente por primera vez. No solo porque un tema tan complejo era tan bien argumentado en medio de una conversación casual, sino porque la serie me bombardeaba con información constante, haciendo que algo nuevo pasara con cada plano.

«Salud es sobre aceptar, percibir y lidiar con la realidad bajo los términos de la realidad» [1]. El Dr. Pinksy suelta esta cita que no solo es la premisa del primer episodio, sino que para mí es la clave para entender que el estar sanos es aceptar que no podemos cambiar la realidad y que debemos lidiar con los términos que esta nos presenta. Claramente fue un choque, no solo porque la depresión me hace querer cosas inalcanzables en tiempos absurdos, sino también porque el estar en mi cabeza me abstrae de la realidad, evitando que lidie con ella en sus propios términos.

Acabó el episodio y, como loco, busqué un cuaderno y empecé a escribir. Traté de armarme con mis mejores ideas e hice un hilo en Twitter. Pero no estaba tranquilo: necesitaba ver más, entender más. Lo que siguió a eso fue una revelación tras otra. El segundo episodio se llama Medita como Cristo[2]. Como es costumbre, Clancy escoge un avatar y viaja, esta vez, a Planeta Payaso. Todo el episodio es un diálogo sobre la aceptación de la muerte, sobre la meditación como una forma de ver el mundo con amor para que todo dolor se convierta en medicina.

Como les había dicho, las cosas llegan cuando tienen que llegar y para mí, que llevo un largo proceso de rompimiento amoroso, fue simplemente catártico. La sola premisa de que desde el amor el dolor se convierte en cura, me abrió lo ojos a algo que me había negado a aceptar: cómo perder tanto de mí mismo se convirtió, a su vez, en una oportunidad para empezar de cero. No podía salir de mi asombro, sentía que me hablaban a mí directamente…

Para el tercer capítulo, ¿Vomitas helado?[3], ya estaba deseando que jamás se acabara, consumiendo los capítulos con la ansiedad propia de cualquier espectador de Netflix. En esta entrevista hablan sobre la meditación, cómo es entrenamiento mental para dirigir energía y atención a una meta específica, también empiezan a hablar de estar en presencia, lo que conocemos con el término anglosajón de Mindfulness. Toda esta charla empezaba a tener mucho sentido, como un turista estaba comprando todos lo boletos y, con toda mi impaciencia, quería volverme un gurú de la meditación después de ver el episodio.

Entrada la noche ya iba por el cuarto Ordeña el cuervito[4]. Clancy acepta la sugerencia de su computadora, que lo invita a ir a un planeta para vivir el en hedonismo puro y le prepara un avatar que le permita experimentar los placeres más intensamente. Sin embargo, se desvía y termina cayendo en un planeta medieval. Allí se encuentra a su siguiente entrevistada: Trudy, una cazarrecompensas. Ambos se enfrascan en una conversación sobre el perdón y cómo este es una manera de liberar el corazón porque es nocivo quedarse con el daño que otra persona nos hizo.

Es difícil escuchar esto, no sólo porque me he caracterizado por ser alguien sumamente rencoroso, sino también porque me ha costado encontrar el perdón para mí mismo. Dentro de todo el discurso que Trudy le da a Clancy, empecé a entender que el perdón es complicado, pero que también es más difícil cuando lo piensas sin intentar. Por ahí escuché que los problemas se solucionan haciendo, porque se piensa en ellos antes de pararse en la línea de partida; así, todo problema es más grande en comparación. Pero entonces pensé ¿cómo dejar ir tanto dolor, tanto tiempo de estar enfrascado en los errores propios y ajenos? Pues la respuesta es, como dicta el adagio popular, “hay que darle tiempo al tiempo”.

Es interesante escuchar cómo el perdón es un acto complejo y requiere mucho trabajo para dominarlo. Al parecer, cualquier emoción humana es sumamente intrincada. Damos por sentado que los procesos que llevamos por inercia son sencillos, pero cuando caemos en cuenta de su complejidad, la revelación es sumamente abrumadora.

Tuve que hacer una pausa para ver los episodios faltantes al otro día. En sólo cuatro capítulos lograron darme demasiado en qué pensar. Yo, que soy una persona hiperreflexiva, no podía parar, pero mi cuerpo no pudo más y caí rendido. Eran las 4:00 A.M.

Al otro día, luego de una de esas clases de la universidad que no me interesan, me senté a terminar lo que decidí llamar mi guía espiritual. El quinto episodio, Saca esas cucharas[5] es una metáfora de la reencarnación, y cómo esta es el medio en el que el alma puede trascender hasta que su corazón pese menos que una pluma (El juicio de Anubis). Este no me enganchó tanto.

Contrastando con el anterior, llegué al sexto episodio: El tapón de tu mente[6]. En este, Clancy se nos muestra como algo con lo que me identifico plenamente: un ser lleno de ira que culpa a los demás del porqué su vida no es lo que espera. Y claro, no evité sentirme despreciable al verme reflejado en Clancy y sus episodios de ira al culpar al simulador por los errores propios de su descuido. La serie me seguía confrontando como si me conociera de toda la vida, y el gurú, entrevistado del capítulo, dice esto: «Si estás atrapado en tu historia, es como vivir en un pequeño apartamento con el espacio justo para ti y tu pequeño colchón. En el momento en el que tienes un pequeño espacio entre tú y tus pensamientos, es como moverse a una casa mucho más grande. Entonces tendrás espacio para invitar a otras personas. »[7] Auch. Una verdad que tardé en asimilar.

He vivido toda mi vida en un apartamento de 72 metros cuadrados con mi familia de cinco personas. Si bien agradezco tener un hogar, llega un momento donde no hay espacio para nadie, ni para uno mismo y, pese a esto, hasta que escuché esa cita me di cuenta que jamás desarrollé un espacio para mí mismo como una prioridad, sino que dejé que la inercia de mis pensamientos me impusieran el espacio que debo tener para mí y los demás. Ahora, muchas de las cosas que no estaban bien en mi relación parecían tener sentido, una justificación que pedía a gritos pero que no era capaz de hallar porque nunca he logrado poner un espacio entre la basura en mi cabeza y yo.

Para los últimos dos episodios ya tenía la mente trabajando a doble turno: mucho de lo que la gente me decía empezaba a darme vueltas por la cabeza, y eso, sumado a lo que aprendía de la serie, me abrumada por completo. Pero había que seguir; la lección no estaba completa.

Antes había dicho que estoy pasando por una larga ruptura amorosa, lo que al parecer a Ward no le era indiferente, pues en los dos últimos episodios sacó el tema a relucir. En el séptimo: “Muerte, me encantó conocerte[8], Clancy entrevista a la muerte, quien le da el consejo de estar en presencia, pues lo único importante es lo que pasa en el momento, porque la vida es tiempo presente. El pasado y el futuro no existen porque no suceden en el momento. Debido al mismo ímpetu que tienen los pensamientos en mi cabeza, me preocupo por el futuro, desaprovechando lo que pasa por pensar en lo que aún no ocurre. Un simple giro de perspectiva que me hizo darme cuenta que el mismo acto de pensar en el futuro me hace dar el presente por sentado. Un error garrafal, porque no disfruto, solamente pienso y sorteo los problemas fantasmas que mi cabeza día a día me pone.

Para el último episodio esperaba un final apoteósico, algo digno de esta experiencia onírica y narcótica que me regalaron aquel 20 de abril. Desde adentro[9], un episodio conmovedor y desgarrador a partes iguales: Clancy se encuentra con su madre, quien había muerto hacía un tiempo, y todo el capítulo es un viaje por su relación madre-hijo, una charla sobre el amor y la muerte. En cada momento me disparaban directo al corazón. Cada plano era un reflexión sobre mi vida familiar y afectiva.

«No hay forma de detener un corazón roto ¿qué haces al respecto? Pues lloras» [10]. Tras esto, me di cuenta que las rupturas amorosas, o que se te rompa el corazón, es algo que todos debemos vivir, y es casi tan inevitable como la misma muerte. Y debemos aprender a lidiar con ello.

Mientras meditaba sobre esta afirmación —porque para mi no hay enseñanza que valga tanto dolor— la serie soltaba otra premisa que destrozaba algo en lo que siempre he creído. Nunca he tenido miedo de morir. No sé si es por la misma depresión o porque simplemente interioricé que es el final del proceso vital y que nadie puede huir de eso; sin embargo, la mamá de Clancy habla sobre cómo el miedo a la muerte es el mejor maestro, porque mientras se tenga miedo a morir, se disfruta la vida que se tiene, te obliga a vivir el presente y a disfrutarlo porque lo único seguro es que vas a morir y lo único que se tiene es esta vida.

Cuando acaba el episodio en una especie cliffhanger yo ya estaba apabullado por tanto. No digo que esta serie sea la solución definitiva; aún tengo que poner en práctica todo lo aprendido. Sin embargo, la serie me expuso, me calló la boca y puso en duda todo lo que creía. Definitivamente la vida es un camino misterioso, en el que andamos sin saber dónde iremos a parar, en el que te armas y te destruyes varias veces, supongo, es el proceso de construir una identidad. Como es imposible nadar a contracorriente, espero dejarme llevar sin quedarme en la orilla, disfrutando todos y cada uno de los pasos en el camino. Tratando de vivir la vida y aceptar la realidad bajo sus propios términos. Y para ti, aunque no me leas, gracias, lo siento y te amo.


  1. “Health is about accepting, and perceiving, and dealing with reality on reality’s terms 
  2. Officers and Wolves 
  3. Hunters without home 
  4. Blinded by my end 
  5. Annihilation of Joy 
  6. Vulture with Honor 
  7. “If you´re caught up in your story, it’s like living in a tiny apartment with just enough room for you and your little mattress. The moment you get a little space between you and your thoughts, it’s like moving into a much bigger house. Then there’s room to invite people in”. 
  8. Turtles of the eclipse 
  9. Mouse of Silver 
  10. “There’s no way to stop the heartbreak, what do you do about that? You cry”. 

Autor

Nicolás Gómez

Nicolás Gómez

Estudiante de periodismo y apasionado por las artes sin talento para ellas. Hablador compulsivo sin mucho que decir.

Ilustradora

Alejandra Villela

Alejandra Villela

Ilustradora

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