Daren López Méndez
Arreglé mi burro para salir. La tarde estaba nublada, fría, casi sin viento. Todo como si fuera nada. Por eso me voy, porque tampoco hay nadie. Mi burro sólo camina, por eso no se va. Sólo camina y no puede ir muy lejos. Y por mucho que ande por ahí no encuentra nada. Porque aquí no hay cerros, no hay árboles.
Las tardes las paso en el huerto. Tomo las hortalizas, las que siguen limpias. En una lucha de fuerzas sus raíces ceden y yo caigo. Veo que tengo un bicho en la boca, uno que me tragué cuando caí. Va y viene, ronda por mi cuerpo como el polvo que anda por afuera, como si supiera lo que pienso, como si supiera que odio los insectos. Mi burro, lo veo excavar y, sin embargo, termina al otro lado de la choza. Veo que relincha, pero yo no sé si un burro puede relinchar. De cuando en cuando lo oigo cazando rábanos. Pero lo que saca es poco. No hay muchos rábanos. Luego hablamos. Los dos juntamos la cabeza, los dos tenemos la nariz irritada de polvo. Así estuvimos varios años: entre gemidos. Al principio de dolor y, después, de resignación.
Nunca he visto a un burro más solo que el mío. Me mira triste, con la cabeza torcida, con un ojo abierto y el otro rojo de tanta tierra. Entonces le acaricio el lomo, pardo, incómodo, seco. Pero hoy es diferente, porque el burro y yo nos vamos. Ahora veo que mis uñas no han dejado huella. Tampoco las del burro. Adelante sólo hay ramas y un paisaje. Después una parvada. Adelante está la choza.
Daren López Méndez
Autor
Deivy
Ilustrador
Me llamo Deivy Castellano. Pintor aficionado, intento que mi trabajo hable por mí mismo. Trabajo para ser un polímata, en mi tiempo libre soy un misántropo auto exiliado en Marte.