contacto@katabasisrevista.com

Ilustración: Caro Poe

Brisa Enriquez

Nota: Alerta de sangre y pocos spoilers. Este artículo tiene referencias a las primeras páginas del libro Cadáver Exquisito de Agustina Bazterrica.

Hay palabras que son convenientes, higiénicas. Legales.

Todo inició en la GGB (Gran Guerra Bacteriológica), un virus letal apareció en la sangre de los animales y mutó al grado de modificar el mundo de una manera irreversible. Desde la fiera más aterradora hasta la mascota más dulce contrajeron aquella enfermedad desconocida que tenía afecciones al ser humano. Por más que se trató, no hubo cura. La humanidad tenía que sobrevivir. La mayoría de los animales fueron sacrificados; los que no, fueron cazados hasta la extinción y, los que lograron escapar, fueron obligados a morir en el exilio o subsistir de lo poco que podían conseguir como alimento.

La preservación del status quo era importante. Para nadie fue una opción el dejar de consumir carne. La supervivencia del más apto hizo que la transición fuese sencilla. Las personas más desfavorecidas fueron las principales víctimas: inmigrantes, vagabundos, pobres. Todos ellos fueron masacrados mientras el mundo era consciente de ello. Fue una abominación; y aunque hubo personas que se opusieron a tan despreciables acciones, la gente se terminó acostumbrando y aceptando lo que sería su nuevo estilo de vida.

El canibalismo se convirtió en el día a día; pero nadie le decía así. Se sometieron a humanos para reemplazar a las reses en el procesamiento de carne; convirtiendo al mundo entero en una realidad surrealista. Comer o ser comido. Los castigos principales de la nueva sociedad terminaban en un solo lugar: los mataderos.

Se deshumanizó al quién sería consumido. Nada que tuviera nombre y apellido sería parte del nuevo ganado. Se les identificaría como «cabezas», haciendo alusión a cómo se les llamaba a las reses. Se «adaptó» a estas cabezas para que vivieran todo el proceso que pasan las reses o cerdos. Se les quitó las cuerdas vocales y se les cubrió los ojos para que no gritaran o tuvieran miedo. Una cabeza tensa y asustada da como resultado una mala carne.

Hubo protestas a favor de los derechos básicos de quienes fueron condenados pero las «investigaciones» científicas acallaron las quejas. La carne humana era perfectamente comestible. La «carne especial», —la forma en que se comenzó a llamar a la carne humana para que la gente no se sintiera tan culpable de lo que comía—, ahora se preparaba de machos humanos, la leche se consumía de hembras humanas y las crías nacidas en los corrales estaban completamente condenadas. Algunos, aún con algo de lucidez, o conciencia, preferían terminar con sus vidas en los corrales, o las de sus crías para ahorrarse el sufrimiento.

Es esta nueva realidad que Agustina Bazterrica nos retrata en su libro Cadáver Exquisito. Guiados por Marcos Tejo, el protagonista, nos sumergimos en la realidad que envuelve este nuevo mundo distópico. Marcos es un hombre que ha aprendido a existir en este nuevo mundo. Pese a que había trabajado con reses antes de la transición, jamás se acostumbró a reemplazarlas por la carne humana.

La novela la podemos dividir en dos partes. La primera parte conocemos el nuevo mundo distópico en el que se vive; donde la humanidad debe comerse a sí misma para sobrevivir. La deshumanización de estas personas para no sentir remordimiento y las leyes creadas, a partir de esto, para llevar un control sobre la nueva ética que debe manejarse.

Marcos trabaja en un frigorífico, lugar donde se hace el procesamiento de la carne. Es él quien nos explica, en los primeros capítulos, el nuevo sistema creado para la estabulación de las «cabezas» humanas. Desde cómo fueron elegidas, como empezó la crianza de las mismas, como se les quita las cuerdas vocales desde crías, como son alimentadas para que crezcan más rápido, la elección para cuando son llevadas al frigorífico y empieza todo el proceso para matarlas y llevar al consumidor.

La segunda parte, conocemos la realidad humana desde la visión de Marcos. A partir de vivir su día a día, podemos ir conociendo la forma en que la transición ha modificado toda su tranquilidad en todos los aspectos de su vida. Desde el tipo de trabajo que tiene, los conocimiento que debe tener para sobrellevar un trabajo como ese, así como el explorar la psique de otras personas que no tuvieron ningún problema en adaptarse, e incluso parece que el mundo se adaptó a ellos.

Con Marcos, la autora nos explica cómo ese nuevo mundo termina por subyugar incluso a los que ya estaban hartos de él. Conocer como un hombre comienza a quebrarse y sus valores son puestos en duda ante un mundo que comienza a controlarlo. Que todas las acciones que llevaron a crear todo ese nuevo sistema fueron consecuencia de la poca conciencia que tuvo el ser humano hacia los animales con los que compartía el mundo.

La naturalización de la violencia

Agustina hace un ejercicio interesante con la novela. Nos enseña como un sistema se conforma y comienza a volverse parte de la normalidad. La autora, bajo sus ideales veganos y feministas, hace una crítica, principalmente, al sistema capitalista. En varias entrevistas, la autora deja en claro que el sistema, como está conformado, naturaliza diferentes tipos de violencia y, debido a estudios científicos, y el lenguaje usado en los medios de comunicación, esas violencias son normalizadas sin cuestionamiento alguno.

La estabulación de ganado, la caza de los animales, la experimentación con los mismos, son una forma de violencia normalizada. Los mismos que trabajan en esas áreas los defienden, incluso se justifica con investigaciones científicas. Perpetuar el estatus quo del ser humano sin cuestionarse hasta qué grado hemos provocado que los animales sean dependientes de las acciones humanas.

Hannah Arendt en su libro Eichman en Jerusalén, plantea un concepto conocido como la banalidad del mal. Como un ciudadano cualquiera puede fungir para un sistema represor que ha llevado a la violencia y extinción de un grupo de personas por intereses políticos. Como cualquiera, para sobrevivir en un sistema impuesto, solo debe dejar de pensar. Esta simple acción normaliza los crímenes más atroces que cualquiera puede cometer.

Pasó lo mismo en la Alemania Nazi donde los soldados y funcionarios del partido aceptaron los campos de concentración como algo necesario para el propio partido. Pasa lo mismo con Estados Unidos bombardeando países para hacer que su economía se recupere y, pese a las protestas de algunos ciudadanos o países, ya es algo normal en la realidad internacional.

Pasa lo mismo en el sistema dictatorial de China, donde su población ha aceptado vivir con las limitaciones a sus derechos humanos (libertad de expresión, libertad de culto, entre otros tantos) impuestas por su gobierno para sobrevivir. Pasa lo mismo en Chechenia, donde la población entera ha aceptado y normalizado el acusar a un perteneciente de la comunidad LGBT+, sea o no de su familia, para mantener la pureza y los valores del país. Pasa en la novela, cuando el sistema decide que el canibalismo está bien y el mundo lo acepta como una nueva realidad.

Cualquier individuo puede ser parte de los crímenes más atroces al dejar de cuestionarse. El aceptar una nueva realidad como verdad única muchas veces es una forma de supervivencia. A estas acciones, Hannah Arendt lo llama la banalidad del mal. No se necesita ser malvado para cometer los crímenes más atroces sin pensar en sus consecuencias.

Debo admitir, en algunos personajes Agustina sí lo retrata como seres malvados o despiadados. Incluso llegan a parecer un cliché de villano de cuento pero se compensa con las acciones que al final toma Marcos pues nos deja en claro que, siendo un individuo cualquiera, el sistema en el que vive ya lo ha absorbido. Pese a su resistencia por ser parte del sistema, incluso criticar a sus seres queridos por sus acciones, termina siendo un individuo como todos que ha normalizado la deshumanización.

El libro no busca ser propagandístico. La propia autora ha mencionado que el fanatismo hacia una sola realidad es un tipo de violencia que no permite cuestionamientos y solo acepta una única verdad. La idea del libro es criticar a todas las maneras en las que hemos aceptado, y nos han hecho aceptar que las violencias (hacia la mujer, los inmigrantes, los animales, etc.) están bien, son normales y forman parte del rol de un individuo en una sociedad.

Empezar un cuestionamiento sobre nuestro papel en un sistema que nos hace normalizar cualquier tipo de acciones violentas y justificarlas. El nuevo sistema caníbal planteado por Agustina solo es una alegoría sobre cómo ha funcionado el mundo, y cómo sigue funcionando hoy en día. Desde la educación, los medios de comunicación, incluso la misma ciencia, son factores importantes para que un sistema se desarrolle y se normalice cualquier acción que el sistema diga que está bien.

Ambas autoras, mencionadas en este artículo, han buscado esta conversación sobre la construcción de un sistema. De cómo los individuos son parte fundamental para mantenerlo estable y como se usan diferentes herramientas para que estos mismos lo defiendan. Algo similar a un síndrome de Estocolmo. Defender a nuestro captor y todas las acciones que éste tiene contra nosotros. No cuestionarnos sobre nuestro rol, y aceptar lo que se impone.

Dejar de pensar.

“Recuerda la misma publicidad, una y otra vez. Una mujer hermosa, pero vestida de manera conservadora, les sirve la cena a sus tres hijos y marido. Mira a cámara y dice: <> Todos sonríen y comen. El gobierno, su gobierno, decidió resignificar ese producto. A la carne humana la apodaron <>.”


FUENTES

https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-39599262

https://www.infobae.com/america/mundo/2020/09/15/como-son-los-campos-de-concentracion-del-regimen-chino-donde-se-somete-a-trabajos-forzosos-a-minorias-religiosas/

https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-50539986

https://dpej.rae.es/lema/estabulación

Arendt, Hannah; Eichman en Jerusalén: Un estudio sobre la banalidad del mal; Lumen, 1999, Barcelona. pp. 182

Brisa Enriquez

Brisa Enriquez

Redactora

(CDMX, 1994)

 

Escritora, editora y redactora por vocación. Internacionalista de ocasión. Dueña del blog olvidado: Notas desesperadas. Como editora contribuyó a la publicación del libro «Estrellita», ya disponible en Amazon. Y en sus ratos libres beta reader de autores independientes y fanfiction.

Caro Poe

Caro Poe

Directora de Diseño

Diseñadora gráfica.

Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.

Total Page Visits: 3543 - Today Page Visits: 6
Share This