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Ilustración: Elienai Lucero

Santiago Clemente y René Medina

Un prejuicio bastante arraigado en la actualidad entre críticos y lectores sostiene la separación irreconciliable entre popularidad y calidad literaria. Si una obra se vuelve demasiado popular, es por definición mala, pasatista, descartable. Si, por el contrario, no llega a las masas, es más probable que se trate de una obra maestra revolucionaria, incomprendida por los legos, destinada a ser reconocida por la posteridad, o por un puñado de críticos y lectores capacitados para apreciar el valor de la nueva obra. Esa clase de lectores olvida, o finge olvidar, que los autores que hoy leemos como los grandes maestros de la novela (Victor Hugo, Dumas, Balzac, Dickens, Tolstoi, Dostoievski) disfrutaron de un gran éxito de público ya en vida; por extensión, esa clase de lectores suele preferir obras que tengan, como dijo Borges, el prestigio del tedio.

Para muchos, Stephen King está a años luz de nombres tan ilustres, incluso consideran una provocación el pretender compararlo con aquellos autores. Sin embargo, King es tal vez lo más cercano a Dickens o Dumas en nuestro tiempo: tiene más de setenta libros publicados y es el escritor más adaptado al cine y la televisión. De por sí estos datos no dicen nada de sus libros, salvo que son extraordinariamente populares. Pero si dejamos de lado la idea de que todo lo popular es intrínsecamente malo o vacío (y por extensión, que los lectores no tienen buen gusto y prefieren consumir chatarra), podemos encontrar que en los libros de King hay mucho más que un terror chapucero armado con recursos baratos y remanidos. Podemos encontrar literatura, en el mejor sentido.

Poe quería ser poeta, pero terminó escribiendo cuentos de terror por necesidades económicas, y no sólo se convirtió en uno de los maestros del género de todos los tiempos (a la altura de Chejov, Maupassant o, más para acá, Cheever o Carver), sino que superó el gótico para inaugurar el terror psicológico, que no requería de elementos sobrenaturales. Lovecraft dio un paso más allá, al retomar lo fantástico pero adentrándose en terrenos aún más escabrosos: sus personajes ya no se enfrentan a fantasmas o vampiros sino a entidades prediluvianas y a conocimientos prohibidos que los llevan irremediablemente a la muerte o la locura. Si Poe inaugura el terror moderno, al introducir la racionalidad y la psicología a un género que desde sus orígenes dependía precisamente de la irracionalidad, de los miedos más primitivos, Lovecraft vuelve a esos terrenos desde una perspectiva desoladora: la pequeñez del hombre frente a la inmensidad y lo infinito del universo. Autor de entreguerras, Lovecraft no está demasiado lejos de Kafka, aunque no tenga la frialdad y el sosiego del checo, que centró sus pesadillas en algo más terrenal aunque no menos descarnado: las instituciones. King, por su lado, parece haber alcanzado un grado intermedio entre ambos maestros, pero también le agrega algo que aquellos no tenían: profundidad psicológica, personajes humanizados. Sin duda, este aspecto es una de las principales fortalezas de la literatura de King, la crudeza en el manejo de las emociones ante eventos naturales pero desgarradores. En sus cuentos y novelas, los personajes son tan reales que podrían ser tu vecino, tu tío, tu padre, tu madre o inclusive tú. Lo conoces, lo escuchas, creces durante la novela con él y entiendes su psicología, sus motivaciones y a veces el porqué de sus miedos. El terror en sus novelas es un terror de lo sencillo, de lo simple, de lo cotidiano: Carrie es una novela sobre el acoso escolar; El resplandor no es sólo una novela de “casa embrujada”, sino también una obra sobre el alcoholismo y la violencia intrafamiliar, la claustrofobia que genera el estar encerrado con una persona violenta; en Cementerio de animales, la reescritura del clásico cuento La pata de mono de Jacobs se convierte en una escalofriante fábula sobre la negación de la muerte, en la que la incapacidad de superar el dolor por una pérdida desencadena funestas consecuencias para una familia; en It, el microuniverso de Derry que se desarrolla a partir de sus protagonistas abarca toda una amalgama de temas, desde el valor de la amistad y la memoria de la infancia hasta el desarrollo sexual y un tema hoy tan vigente como la desaparición de niños, y cómo las comunidades encubren a los victimarios y siguen con sus vidas como si nada hubiera pasado.

Pero el llamado “maestro del terror moderno” no se ha limitado a este género, aunque la crítica y las editoriales lo cataloguen así por comodidad (y por suerte para nosotros, él mismo nunca se tomó en serio esas etiquetas). Con mayor o menor fortuna, incursionó en géneros como la ciencia ficción (Apocalipsis, Cell, La cúpula, 22/11/63), la fantasía (Los ojos del dragón, La Torre Oscura) o la novela negra (Colorado Kid, o la trilogía de Bill Hodges), así como novelas puramente realistas, como El juego de Gerald o Dolores Claiborne, en las que indaga en relaciones abusivas a través de protagonistas femeninas.

En las últimas décadas King experimentó una evolución en su obra, con novelas en las que el elemento sobrenatural se atenúa o desaparece, para darle más preponderancia a los conflictos, internos o externos, de los personajes. Estas obras suelen incluir un personaje con un don o habilidad sobrenatural que lejos de ayudarlos o facilitarles la vida, suele convertirlos en seres atormentados o víctimas de la incomprensión y aun de la persecución de grupos interesados en apropiarse de sus capacidades. El antecedente más temprano de este tipo de novelas es La milla verde, una de sus obras más oscuras, donde se abordan temas como el racismo, la pena capital, la soledad de la vejez y (de nuevo) lo inevitable de la muerte, o La historia de Lisey, considerada por el propio King como su novela más personal y la favorita de las que ha escrito, en la que ahonda en los recovecos de la vida creativa y cómo incide en ella la codependencia emocional con la pareja, un tema que ya había ensayado, aunque con otra intención, en Un saco de huesos. Pero donde mejor vemos esta transición es en una de sus últimas novelas, Doctor Sueño. En ella nos volvemos a encontrar con Danny Torrance, el protagonista de El resplandor, ahora convertido en un alcohólico en un intento de evitar sus traumáticos recuerdos de infancia y, sobre todo, de bloquear su poder. A medida que el personaje se rehabilita en los primeros capítulos, parece ser el mismo autor que se redime a sí mismo; dando paso a su nuevo yo, en el segundo personaje principal, Abra, una niña con capacidades superiores a Dany. Después de Doctor Sueño vendrán varias novelas de este corte sobrenatural, en el cual elementos como la telequinesis y la telepatía se encuentran a la orden del día.

Quizá no toda la obra de King sea digna de pasar a la posteridad (incluso sus más incondicionales reconocen que su puntos débil son los finales y una tendencia a la digresión), pero, sin duda, nos encontramos ante un monstruo de la escritura; no sólo por la magnitud de su producción, sino por esas características que lo hacen ser tan buscado entre sus “lectores constantes”, tales como la creación de personajes reales e identificables y su destreza y maestría para narrar ese terror que se esconde detrás de una puerta, en una enfermedad, en un sentimiento y hasta en el uso de la tecnología; un terror en el cual te puedes identificar, porque, sin duda, uno de esos terrores puede ser el tuyo.

Algunas obras:

    • El resplandor (1977)
    • La danza de la muerte / Apocalipsis (1978)
    • El umbral de la noche (1978)
    • Las cuatro estaciones (1982)
    • Cementerio de animales (1983)
    • It – Eso (1986)
    • Misery (1987)
    • La milla verde / El pasillo de la muerte (1996)
    • La historia de Lisey (2006)
    • Doctor Sueño (2012)
    • Mr. Mercedes (2014)

Stephen King en sus propias palabras:

    • «La ficción es la verdad que se encuentra dentro de la mentira, y la verdad de esta ficción es muy sencilla: la magia existe». – It – Eso.
    • «La muerte. Pero no para ti, pistolero. Nunca para ti. Tú oscureces. Tú eres tintura. ¿Me permites ser brutalmente sincero? Tú sigues adelante. Y cada vez olvidas la última vez. Para ti, cada vez es la primera vez». La Torre Oscura.
    • «No traspase la barrera, por mucho que lo desee, doctor. La barrera se levantó para ser respetada. Recuerde esto: aquí hay una fuerza superior a lo que usted imagina. Es una fuerza vieja y siempre inquieta. Recuérdelo». Cementerio de animales.
    • «A todos nos llega el final; sé que no hay excepciones. Sin embargo, Dios mío, a veces la milla verde parece tan larga…» La milla verde.
    • «Las cosas concebidas por la mente y hechas con las manos nunca son iguales, ni siquiera cuando se empeñan en parecer idénticas, porque nosotros no somos los mismos de un día a otro, ni siquiera de un momento a otro». Un saco de huesos.
    • «Tú eras mi milagro, le dijo Scott. Tú eras mi milagro de ojos azules. No sólo ese día, sino siempre. Tú eras quien mantenía alejadas las tinieblas, Lisey. Tú brillabas». La historia de Lisey.
    • «El momento más espantoso es siempre justo antes de empezar». Mientras escribo.
    • «Huir no soluciona los problemas cuando uno ha sido herido en serio. Al fin y al cabo, allá donde vayas llevarás contigo la cabeza y el corazón». Dolores Claiborne.
    • «Estoy cansado del dolor que siento y oigo, jefe. Estoy cansado de vagar por las calles, solo como un tordo bajo la lluvia, sin nadie que me acompañe o me diga adónde vamos y por qué. Estoy cansado de ver que las personas son malas unas con otras. Es como si tuviera trozos de vidrio en la cabeza. Estoy cansado de las veces que intenté ayudar y no lo conseguí. Estoy cansado de la oscuridad y, sobre todo, del dolor. Es demasiado. Si pudiera, acabaría con él, pero no puedo». La milla verde.
    • «Tal vez no existen los buenos y los malos amigos; tal vez sólo hay amigos, gente que nos apoya cuando sufrimos y que nos ayuda a no sentirnos tan solos. Tal vez siempre vale la pena sentir miedo por ellos, y esperanzas, y vivir por ellos». It – Eso.
Santiago Clemente

Santiago Clemente

Redactor

René Medina

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Redactor

Elienai Lucero Hernández

Elienai Lucero Hernández

Directora de Multimedia

Me llamo Elienai Lucero Hernández, me llaman Elienai, Lluvia, Kumy, Niennai, Nai, Nani, a veces soy Lúth L. L. H. En casi todas mis versiones soy aficionada de la literatura, la loca de los cuadernos, dibujos y misionera de la revista Katabasis ¿Ya leíste todos los números? ...deberías.

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