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Ilustración: Sofía Olago

Lucas Orozco Ramírez

De parásitos

¿Cuál es el papel de los seres humanos en el mundo?, ¿será justa nuestra existencia? ¿o más bien somos una clase horripilante de monstruo que le hace daño a todo? Con esta clase de interrogantes existenciales queda cualquier persona que vea Parasyte. Antes de describir la problemática del ser humano en el mundo, resultado del análisis de esta serie, debemos hacer una sinopsis del anime para que el lector entienda con claridad de donde surgen los interrogantes antes mencionados.

Parasyte es un anime de 24 capítulos en donde la raza humana tiene que enfrentarse a una forma de vida que pone en peligro la existencia de cualquier hombre o mujer, esta forma de vida necesita de un cuerpo humano para sobrevivir, por sí solo muere en cuestión de minutos mientras que en el cuerpo de otro ser vivo, —preferiblemente en el de un ser humano— puede llegar a vivir durante años, destacando que en el momento en que toman un cuerpo, la cabeza de ese ser vivo es suplantada por una cabeza hueca, que es capaz de transformarse en tenazas y en escudos, y que es el centro de operaciones de la nueva forma de vida a la que los humanos en el anime llaman parásito.

El protagonista de esta serie anime se llama Shinichi, es un estudiante de secundaria común y corriente, un poco tímido y que al pasar de los capítulos se enfrenta a dilemas morales bastante interesantes, pues este humano y su parásito tienen que aprender a convivir en un mismo cuerpo. La noche que el parásito entró en el cuerpo de Shinichi le fue imposible llegar hasta el cerebro, el joven estudiante hizo un torniquete a la altura del bicep derecho, evitando que el pequeño gusano que vio que ingresó por su mano derecha siguiera moviéndose, desde ese momento Shinichi empieza a compartir cuerpo con un parásito, al que tiempo después bautizó como Migi.

La relación que tienen Migi y Shinichi dista mucho de parecerse de las demás relaciones que tienen los parásitos con los cuerpos que habitan, por lo general, los parásitos no se interesan por sus huéspedes, al llegar al cerebro borran toda muestra de consciencia, sólo queda un cuerpo humano dirigido por el juicio de un parásito que, de forma desaforada come carne humana y carece de empatía.

En el transcurrir de la serie Shinichi y Migi se enfrentan a parásitos que los ven como una amenaza, pero este dúo logra vencer a casi cualquier adversario por el simple hecho de que los parásitos conciben a los humanos cómo un ser inferior, subestimando el arma secreta de Shinichi, su amigo Migi. Al mismo tiempo que pasan estas épicas batallas, los parásitos tratan de crear una organización ordenada, consiguiendo así un lugar seguro para comer humanos sin levantar sospechas. Sin embargo, las autoridades de Japón se enteran de las masacres al salir a la luz cuerpos destripados, extremidades grotescamente desmembradas, charcos de sangre y cortes realizados por cuchillas muy afiladas, la humanidad se escandaliza y se prepara para acabar con la nueva forma de vida que rivaliza con ellos, la punta de la jerarquía natural está en juego y humanos y parásitos tienen que batallar por ese puesto.

Egoísmo

En el mundo de Shinichi, las personas miran con terror a los parásitos, se adueñan de cuerpos humanos para su sustento, comen carne humana aún pudiendo ingerir cualquier otro tipo de alimento y no tienen el menor rastro de sentimientos, aparentemente son seres aborrecibles, pero de alguna manera, los humanos en el mundo por fuera del anime, guardamos muchas similitudes con los parásitos.

La opinión que los animales podrían tener de nosotros, los humanos, debería ser tan aterradora cómo la que tienen las personas de este anime al ver a los parásitos. Nos hemos adueñado de los animales, comiéndolos aún pudiendo no hacerlo, utilizándolos para vestirnos y careciendo de empatía por sus vidas, ¿qué hace que un humano tenga más derecho a vivir que cualquier otra forma de vida? no será pues, nuestro trato a las demás formas de vida inmensamente injusto, desgarrador y terrorífico. Los parásitos, indudablemente, tienen un parentesco con los humanos, eso sí, a medida que transcurre la serie quedan más claras las diferencias entre ambos.

Humanos y parásitos son egoístas y se sienten en una posición privilegiada respecto a las demás formas de vida, son capaces de destruir todo a su paso por su supervivencia, reclamando justicia por lo que le hagan contra su especie, pero sin interceder por las demás. No obstante, los parásitos carecen de sentimientos de cualquier tipo, no pueden sentir temor, angustia o dolor, menos aún amor, solidaridad o esperanza. Forman una organización para así poder comer humanos sin que quepa la posibilidad de que los asesinen, no les interesa ayudar a sus coetáneos parásitos, lo único que los mueve es el egoísmo. Mientras los seres humanos tenemos un abundante abanico de sentimientos, sí, somos egoístas, pero en el transcurrir de la historia de la humanidad nos hemos hecho conscientes de muchas situaciones, desarrollando empatía por variadas formas de vida, construyendo esperanza a través del arte o las ciencias y haciéndonos un poco más amigables con todas las especies del planeta tierra, por lo que no somos idénticos a los parásitos.

Entendiendo el papel tan importante que tienen los sentimientos en la diferenciación entre humanos y parásitos, debemos hablar de otro personaje de Parasyte, Reiko Tamura. Esta parásita tiene profundos desencuentros con otros de su especie, ella se interesa por la civilización humana, estudiando a fondo el comportamiento, evolución y propósito de los hombres y mujeres en el mundo. Tanto así, que decide tener sexo con otro parásito, sin siquiera disfrutarlo, para quedar embarazada y ver con sus propios ojos el nacimiento y desarrollo de un bebé, acto que la hará ser consciente de la magia que mueve el mundo de los humanos y de la fragilidad que tienen los parásitos al carecer de sentimientos.

Reiko Tamura asiste a clases en la universidad, aprende mucho sobre la sociedad humana y animal y es incapaz de hacerle algo malo a su bebé aún queriendo experimentar con él. Siente que hay una relación especial entre ella y su hijo, casi como si empezara a dejar de ser parásito al pasar del tiempo, a tal punto que deja de consumir carne humana y adquiere una dieta que cualquier adulto humano tiene, algo que ningún parásito hasta ese momento hacía.

Pese a los cambios realizados por Reiko, ella también es cazada por las autoridades humanas, aunque poco antes de fallecer desangrada por decenas de balas, entabla uno de los diálogos más conmovedores de todo el anime, explicando que, desde que ocupó un cuerpo humano intentó buscar respuesta al propósito de la vida y, de hecho, algunas preguntas en camino a resolver ese gran interrogante pudieron ser respuestas, pero inmediatamente eso sucedía, preguntas mucho más grandes surgían también, para al final entender que jamás podría darse a sí misma una razón clara para vivir, seguía con vida por el cuidado de su hijo, que finalmente terminó entregando a una familia humana para que estuviera mejor y para dejarse morir a manos de las autoridades humanas.

El comportamiento de Reiko Tamura encarna una de las maneras a través de las cuales se puede resolver la tarea de vivir, que se traduce en ser conscientes de que no hay un propósito definido por el que nacemos, y que los sentimientos, esa magia que mueve a los seres humanos, puede ayudar a hacer más llevadero el camino que cada uno recorre en el mundo.

Aceptación

Los seres humanos podemos realizar todo tipo de acciones para ser un poco más empáticos con las demás formas de vida con las que compartimos el planeta, en la actualidad muchas personas lo han comenzado a hacer, reduciendo su ingesta de carne, verificando que la ropa con la que se visten no proceda de granjas que torturan animales para quitarles sus pieles y preocupándose por la creciente disminución de la vida en la tierra.

Los humanos somos egoístas como los parásitos, pero, nuestros sentimientos han logrado que nuestra existencia, careciendo de sentido, pueda llevarse a cabo y es por eso también que en el anime los parásitos desaparecen y los humanos no. Shinichi constantemente tiene que decidir si su vida vale más que la de los parásitos que lo quieren asesinar, casi desequilibrando su conciencia y perdiendo las luces de lo que antes hubiera visto cómo bueno, aunque Migi, que en un principio siempre puso a su supervivencia como lo más importante, de a poco empezó a contagiarse de lo que Shinichi hubiera pensado si no tuviera un parásito en el brazo, empezó a poner su vida y la de los demás seres vivos en una especie de balanza, donde por supuesto, iba ser más pesada la vida propia, como cualquier humano pensaría, pero también, tendría en consideración la vida de la otra especie que estaba en la balanza.

De esta manera y en los últimos capítulos del anime, Migi se rehúsa a asesinar a un parásito, él siente que esa forma de vida tiene tanto derecho a vivir como todas las demás formas de vida del planeta, aclarando que ese parásito tan solo existe para asesinar, pues fue creado con experimentos de Reiko Tamura que lo hacían tener un instinto desaforado por la caza. De ahí que Shinichi tomara la decisión que su amigo no quiso tomar, asesinar al último parásito peligroso.

Después de haber tenido la valentía de batallar contra la organización de parásitos, Migi y Shinichi tienen una vida ordinaria, tal como al principio del anime la tenía el joven de secundaria, eso sí, dando el más claro ejemplo de lo que la aceptación significa en la relación que tiene el ser humano con el mundo.

Los seres humanos cada vez somos más amigables con el mundo y las formas de vida que existen aquí, podría decirse que eso se debe a nuestra propia supervivencia, entendiendo que si hacemos desaparecer muchas formas de vida de la tierra, nuestra propia vida sería mucho más dura. Sin embargo, me inclino a afirmar que los seres humanos también hemos empezado a desarrollar un sentido altruista por el mundo, sé que aún hay mucho egoísmo en nuestra especie, pero si pusiéramos a las demás formas de vida en una balanza, como lo hizo Migi, y a nosotros, claro que preferiríamos vivir asesinando a alguien más, sin esto querer decir que no contemplamos que para ello estamos haciéndole un daño a otro.

Esa clase de daño cada vez puede reducirse más, podemos dejar de hacer sufrir a muchas especies animales, a través de pequeñas modificaciones en nuestro diario vivir podemos diferenciarnos más de los parásitos. Ahora bien, el papel del hombre en el mundo no está del todo definido y no tiene algo de malo que sea así, perfectamente podemos seguir existiendo mientras tengamos sentimientos, que a la postre, nos aferren a las demás personas, a nuestro trabajo o estudio y, por supuesto, al mundo mismo y hacia su mejora.

Autor

Lucas Orozco Ramírez

Lucas Orozco Ramírez

Soy estudiante de Filosofía y Letras de la Universidad de Caldas en Colombia, me llamo Lucas Orozco Ramírez, tengo 21 años y soy un apasionado de la literatura, la filosofía y el arte de masas, una de las características que más me gusta del arte de masas es su capacidad divulgativa, las series por ejemplo, también soy editor de una revista, hago parte de 3 semilleros de investigación, trabajo en una ONG y hablo francés e inglés.

Ilustradora

Sofía Olago

Sofía Olago

Ilustradora

Mi nombre es Diana Sofía Olago Vera, para abreviar prefiero ser llamada Sofía Olago. Tengo 19 años y nací en Lebrija, un pequeño municipio del autoproclamado país del Sagrado Corazón de Jesús: Colombia. Sin embargo, desde pequeña he vivido dentro del área metropolitana de Bucaramanga, capital del departamento de las hormigas culonas.

Soy una aficionada del diseño que nutre su estilo y conocimientos a base de tutoriales y cacharrear softwares de edición. Actualmente, soy estudiante de Comunicación Organizacional, carrera que me dio la mano para mejorar mi autoconfianza y mis habilidades comunicativas.

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