María Alejandra Luna
Victor Frankenstein (2015) es una adaptación cinematográfica de la novela Frankenstein de Mary Shelley. El guion y, por tanto, el argumento son bastante diferentes a la historia original. Como resume su ficha en FilmAffinity, la película narra la siguiente historia: el científico Victor Frankenstein y su brillante protegido, Igor Strausman, comparten la noble misión de ayudar a la humanidad a partir de una investigación sobre la inmortalidad, pero los experimentos de Victor han ido demasiado lejos y su obsesión ha tenido terroríficas consecuencias; solo Igor puede traer de vuelta a su amigo del umbral de la locura y salvarlo de su monstruosa creación.
Muy distinta es la novela de Shelley, producto de sus conocimientos científicos y la época de la autora, en la que da a conocer cómo el estudiante Victor Frankenstein, aislado de la humanidad y en consonancia con las investigaciones de los antiguos alquimistas sumadas a la ciencia moderna, logra, con cadáveres robados y una descarga eléctrica, crear vida semejante a la humana. Dado que su creación no complace sus expectativas, se horroriza y la rechaza (ni siquiera le elige un nombre), lo que provoca que la criatura se llene de odio y se convierta en una persona destructora y asesina.
A estas evidentes diferencias entre los textos se dedicará espacio más adelante. Ahora conviene destacar cuáles son las líneas que tienen en común. En primer lugar, quien protagoniza ambas obras es un científico dispuesto a desafiar el orden natural establecido por Dios. En segundo término, existe una criatura y un creador. En tercera instancia, hay un abordaje de los avances científicos propios de la época desde la ficción.
¿Quién es ese científico? Victor Frankenstein. Tanto en la novela como en la película está preocupado por ejecutar, más allá de la mera teoría, los avances científicos que conoce. De hecho, va a la universidad para ampliar los conocimientos que ya tiene. La diferencia reside, principalmente, en que el Victor de la adaptación cinematográfica realiza intentos previos y expone uno de ellos ante sus compañeros y, en cambio, el Victor de Mary Shelley se limita a trabajar solitariamente hasta que concreta su obra. En los dos casos es el padre quien lo envía a estudiar, pero ocupa roles diversos: es una figura prácticamente desdibujada, para Shelley; y es autoritario y malicioso en el otro discurso.
¿Quién es la criatura y quién es el creador? En el texto literario, es bastante claro que Victor crea, a partir de cadáveres y de electricidad, un ser humano de dimensiones gigantescas nuevo. En el texto cinematográfico, hay un primer bosquejo, Gordon, que debe ser sacrificado; sobre el final, adquiere vida Henry, quien responde a las características del conocido monstruo y quien también debe ser sacrificado. Sin embargo, ¿son ellos los que establecen ese tipo de relación con Frankenstein? No. Es el fenómeno de circo, el jorobado, que luego recibirá el nombre de Igor Straussman, quien será transformado y recreado a imagen y semejanza de su mentor para convertirlo en su ayudante y brindarle una existencia mejor.
¿Cómo es el abordaje de la ciencia desde la ficción? En la novela, se citan alquimistas y físicos antiguos y modernos que habían investigado la inmortalidad, la vida después de la muerte, la piedra filosofal y «aquello» que inspira vitalidad, movimiento y pensamiento en los seres. En la película, se obvian las lecturas que ha realizado Frankenstein, pero se muestran los estudios anatómicos y médicos en los cuales se sumerge Igor mientras trabaja en el circo.
Este personaje, el ayudante Igor, constituye una diferencia fundamental entre las obras. ¿Por qué? Porque, como se ha dicho, ocupa el rol de criatura, de creación, pero es completamente opuesta la postura que toma Victor ante él. Se hace cargo porque lo necesita y, finalmente, porque se encariña con él. Se hace responsable. Le otorga un nombre y un hogar. Es una creación de vida a partir de la vida, no de la muerte. Lo mismo sucede con Henry, el monstruo que arman juntos. Lleva el nombre del hermano que Victor siente que falleció por su culpa. No es casual que, para esta producción, hayan escogido Henry, ni la relación fraternal: en el texto de Shelley, Henry Clerval es el mejor amigo de Frankenstein y William es su hermano menor (y no mayor); ambos son asesinados por el homúnculo. En Frankenstein, la criatura, que es una creación de vida a partir de la muerte, es rechazada por su «padre», por su creador, por su «Dios». No recibe nombre, ni hogar, ni compañera. Recibe rechazo y desprecio porque su apariencia es tremebunda, porque su apariencia vela la enormidad de sus sentimientos hasta que todo ese miedo que produce y que le generan se convierte en odio hacia Frankenstein, hacia los hombres y hacia ella misma.
Que Victor haya elegido no bautizar a su invento habla que no quiere responsabilizarse de él y de que no se hará cargo de sus obligaciones de «padre». El nombre simboliza justamente el aceptar lo que uno construye y cumplir con los deberes que esa situación provoque. Igor, al ser nombrado, establece otro tipo de vínculo, no fundado en el odio, con Frankenstein. De hecho, no es solamente su creación, sino que es el desdoblamiento del Victor propuesto por Shelley. Este último es autosuficiente y autodidacta: estudia por su cuenta, con poca ayuda de sus profesores universitarios, y realiza sus experimentos sin la necesidad de un asistente. Igor supera en conocimientos anatómicos y en destreza a Frankenstein y, por eso, él requiere su presencia y su ayuda. Es el fenómeno de circo quien resuelve las conexiones arteriales o nerviosas mal ejecutadas y quien, en realidad, tiene la inteligencia suficiente como para salvar una vida (la de Lorelei) y como para sugerir que un cuerpo humano «normal», «común» no soportaría la descarga necesaria que le infundiría reacciones vitales; es quien propone que Henry adquiera dimensiones enormes, que doblarían las de cualquier ser antropomorfo.
Todo este proceso que, en la película, realizan dos personas en la novela lo hace Victor solo. ¿Por qué? Porque Victor Frankenstein representa la soberbia del hombre y tanto más subrayada se ve si la porta un individuo. Porque Victor Frankenstein representa la figura paterna, la figura creadora, la figura divina. Porque Victor Frankenstein representa la monstruosidad de la Revolución francesa y de los avances científicos y tecnológicos que, por un lado, mejoran la calidad de vida humana y, por otro, la condenan. Cuanto más solitario sea el representante de esas situaciones, tanto más enfatizadas se podrán apreciar. No tienen el mismo efecto si el personaje se desdobla y, encima, su «otro yo», en ocasiones, trata de frenar sus intenciones y sus proyectos por miedo a las consecuencias más probables.
Además, Igor es un desdoblamiento de la criatura: es el creado o «recreado»; es también monstruoso, al inicio, porque su apariencia y sus modales no coinciden con los de un ser humano. Como se ha mencionado, Victor no lo odia ni lo desprecia, lo que evita que se convierta en una persona colmada de odio y de malos sentimientos. Por el contrario, la gran culpa de Victor Frankenstein en la novela es haber dejado a su suerte a un ser que, más allá de su exagerado tamaño y de la rapidez con que se desarrolla desde que abre los ojos y escapa de quien se horroriza ante él hasta que navega en trineo, había nacido recientemente y reaccionaba como el niño que era. Debía ser criado con amor y en compañía, mientras aprendía a leer y a vivir. No obstante, creció solo y los descubrimientos que hizo únicamente resignificaron esa soledad.
En cuanto a los personajes, no es solamente el asistente quien encarna un desdoblamiento. En la adaptación cinematográfica se introducen más personajes, entre ellos Finnegan, quien es compañero de Victor en la Escuela Real de Medicina y es hijo de una familia poderosa y rica. Su gran ambición es, en cuanto conoce a Gordon, el bosquejo previo a Henry, que su estirpe controle los adelantamientos científicos y que, de este modo, acreciente su poder. Esa ambición, limitada por su falta de conocimientos y de prácticas, es similar a la que lleva en sí el Frankenstein de Shelley, quien, en cambio, entrega su tiempo a estudiar y a experimentar. La ambición de Finnegan es aumentar el poder de su familia y, por tanto, el suyo. La ambición de Victor es descubrir el misterio de la vida, reproducir el milagro natural de la creación y ser reconocido gloriosamente por ello en un mundo que, según sus objetivos, deberá agradecer la anulación de la muerte. Y todo esto lo sueña y lo confecciona en la más enloquecedora soledad.
Gordon, en la película, es producto de la soledad del científico (y de los cadáveres zoológicos). El sótano donde Frankenstein trabaja es un vestigio del más absoluto aislamiento que el personaje homónimo decide atravesar en el texto literario. Esa soledad del científico no sobrevive porque, para hacer el intento definitivo, se requieren unas manos más diestras y unos saberes más específicos. Asimismo, la vanidad de Frankenstein lo conduce a mostrarse para escuchar la aprobación de sus colegas y conseguir el financiamiento deseado para concretar la creación de Henry. En la novela, Victor cuenta con todos los recursos que le permiten cumplir su idea.
El Frankenstein de la película no comparte esa gran soberbia y ese deseo de vanagloria. En la primera parte, declara que sí, que persigue el reconocimiento. Cuando Finnegan accede a financiar su proyecto e Igor decide apartarse, es capturado y es arrojado en un río, se descubre que hay una trágica historia que es la que verdaderamente motiva su plan: Victor se siente culpable por la muerte de su hermano Henry y quiere librar a otras personas del sufrimiento que él tuvo que pasar y, asimismo, intenta recrearlo en una criatura nueva. La culpa acecha al Frankenstein de Shelley, en eso coinciden. La muerte de William, el hermano menor, es, indirectamente, responsabilidad del científico (como lo será también el homicidio de Henry Clerval). Lo que distingue a esas culpas es lo que suscitan: la culpa en la novela produce deseos destructores para librar a la humanidad de la criatura asesina; la culpa en la película produce deseos creadores para librar a la humanidad de duelos y para revivir al ser querido.
Revivir al ser querido es un anhelo tan humano que se extiende al detective, quien busca desenmascarar a Victor Frankenstein para detener sus antinaturales aspiraciones. Según cuenta, ha perdido a su esposa, pero cree en Dios y en la posibilidad de reencontrarla en la trascendencia. Por eso, desaprueba terriblemente las pretensiones que, desde su punto de vista, desafían la voluntad divina y el orden natural, donde a la vida le sigue la muerte, la irremediable muerte. Su perspectiva pone de manifiesto la soberbia de la humanidad, tópico ya analizado con anterioridad, al interponerse, con ayuda de la ciencia, entre Dios y ella misma. Esa soberbia es la que torna siniestra la figura de Victor en el texto literario.
La construcción de lo monstruoso es otro de los temas que comparten los dos textos. En la novela, por un lado, la criatura personifica la monstruosidad, en un primer momento, porque es horrible y resulta espantosa para quienes la contemplan y, en una segunda instancia, porque está tan encolerizada contra los semejantes a su creador que, ante las constantes demostraciones de miedo, contesta con venganza y se desquita. Por el otro, es Victor Frankenstein quien se comporta monstruosamente porque detesta a su invento, a su hijo y, negándole amor, lo orilla hacia las acciones más atroces: incluso asesina a la Eva que confecciona para su Adán.
En la película, varios personajes se reparten el carácter monstruoso de Frankenstein. Por ejemplo, el dueño del circo, maltrata horriblemente al jorobado, incluso después de que salvara a Lorelei. O el padre de Victor, que subestima a su hijo hasta hacerlo sentir miserable y más culpable por la muerte de Henry. O Gordon, que es una especie de mono agresivo y ataca tanto a Frankenstein como a Igor. Incluso el suspicaz ayudante, como fenómeno de circo, participa de la monstruosidad que proviene del aspecto físico. Sin embargo, es justamente en él en quien sucede la deconstrucción de lo monstruoso: Victor le endereza la espalda y drena su joroba, pero, sobre todo, es deslumbrado por la inteligencia y la sabiduría que Igor tiene para ofrecer.
Es increíble poder encontrar un artículo sobre la comparación del Frankenstein creado por el cine y el verdadero Frankenstein.
Es terrible pensar que las adaptaciones cinematográficas desvían en sobremanera lo plasmado en la literatura, y esta película que ocupas para la comparación, es vívido ejemplo de la imagen errónea que las personas que no han leído la verdadera historia pueden llegar a recibir, y así perder igualmente de ser deslumbradas por la excepcional narrativa de Shelley.
La película en que Robert D’ Niro se presenta como el engendro creado por Víctor Frankenstein es hasta ahora la adaptación más fiel que he visto.
¡Gracias por tan certero articulo!