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Ilustrado por: Deivy

Jennifer Puello Acendra

 

Así que, usted, políticamente, no está comprometido

Apolítico, total, de derechas, como mi padre.

La escopeta nacional[1]

Contraria a la idea generalizada en Occidente, el capitalismo es un sistema que, además de reencarnar ideas patriarcales, acoge al autoritarismo y al fascismo en sus entrañas cuando pierde terreno  o puede llegar a ser amenazado. Eso ha llevado a que quienes toman sus banderas (generalmente desde la derecha) vayan poco a poco cruzando líneas que, desde la teoría, serían contrarias a sus ideales de libertad. Al mismo tiempo, con un discurso catastrofista, se hacen de un capital de votos para crear políticas que, en ocasiones, afectan a sus militantes.

Hagamos, pues, un recorrido, para comprender por qué tanto el autoritarismo cómo el fascismo está ganando terreno en nuestras democracias, por qué las personas deciden votar por líderes que impulsan medidas que los afectarían directamente y cómo la apatía política es una herramienta más de militancia de la derecha.

Autoritarismo y nostalgia

El autoritarismo ha estado encarnado en ideas tan extremas la una de la otra como el fascismo, el comunismo, la monarquía o el liberalismo. Actualmente, el capitalismo, desde la derecha y la ultraderecha, ha abrazado dichos ideales, porque, es más fácil abrazar consignas que preguntarse qué ha ido mal a lo largo del siglo XX y XXI en nuestros países. De igual manera, es más sencillo culpar a grupos, históricamente, marginados que mirar hacia arriba, a los grandes capitales, y exigirles una retribución equitativa, tanto de la riqueza como de las responsabilidades, en un mundo con problemas por el cambio climático, la escasez de recursos, el racismo, entre otros males que debimos haber superado hace décadas.

Se añade, a lo anterior, un incremento de grupos anticomunistas como si estuviéramos en plena Guerra Fría, por un temor al resurgimiento de la URSS, misma que lleva más de 70 años disuelta, y cuyo centro (Rusia) está gobernada por el partido Rusia Unida, que se autodenominan como conservadores, nacionalistas y centralistas, ubicado a la derecha del espectro político, todo lo contrario a lo que el marxismo hubiera promulgado.

Ahora bien, ese anticomunismo, lo que en principio podría ser solo una posición política en medio de la fiesta democrática, se ha vuelto más cercano a una nostalgia por la creación de movimientos peligrosos que ven en la negación de derechos a unos la respuesta para su propia supervivencia: si esos otros son invisibilizados, piensan, lograrán salvar a Occidente (lo que eso signifique) y a sus valores (lo que quieran encajar ahí).

El fascismo como germen de un nacionalismo ciego

Si bien el fascismo, como ideología, movimiento político y tipo de estado, está relacionado al ultranacionalismo (así como al totalitarismo, a la antidemocracia y a la extrema derecha) se camufla en líderes que van a las urnas ya no solo hablando de hacer grandes a sus países (otra vez), sino, además, de hacer grandes a un grupo específico frente a un enemigo que viene de afuera (algunas veces, imaginario). Con esto, se rompe una de las características que tiene el fascismo del siglo XX: ser enemigo del liberalismo o incluso el anarquismo, con este último siempre que pueda servirle al capitalismo, como lo haría el anarcocapitalismo. El cambio se da, porque el enemigo mayor es otro, el marxismo.

Si damos una vuelta a los modelos típicos de fascismo europeo, la Italia de Mussolini, la Alemania de Hitler o la España de Franco, incluso en sus discursos procomunitarios se desligaron de todo aquello que embanderó Marx: sindicalismo o libertad de asociación, por ende, jamás criticaron al capitalismo ni a las clases dominantes; es decir, siempre estuvieron lo más cercano a la ultraderecha. Por otro lado, creyeron en el darwinismo social o a las ideas de meritocracia, muy cercano al liberalismo, donde el más fuerte o el mejor se salva.

Con esto de base, pasemos a ver por qué muchas personas prefieren apuntarle a políticas que los afectan de forma negativa, que incluso pueden llevarlo a perder libertades que se han ganado y damos por sentadas.

La respuesta de la (ultra)derecha y la libertad de “morirse de hambre”

Las personas que militan a la derecha y a la ultraderecha, que no hacen parte del capital ni son dueñas de los medios de producción, lo hacen, usualmente, para alcanzar soluciones que se muestran como sencillas y rápidas. Mismas que han encontrado respuesta en el llamado populismo de derecha, que aparece como “fuera de la caja”, como una tercera fuerza que propone romper con lo viejo y liberar al individuo, así se presentan como “nuevas derechas”.

Muchas personas que usualmente se consideran apolíticas o que son apáticas en temas de gobernabilidad, se suelen posicionar en el espectro político, porque es inevitable. Cuando vemos en qué lugar lo hacen, suele ser a la derecha o a la ultraderecha, porque, por más apolíticos, tienen algo claro donde sea menos a la izquierda, pues “zurdos empobrecedores” “nos quieren volver Venezuela/Cuba”. Algunos de ellos, últimamente han decido militar activamente a esas nuevas derechas con programas populistas.

Un ejemplo de programa populista de derecha, hecho por el libertario Murray Rothbard (2016) da cuenta de sus intenciones: reducir drásticamente los impuestos, en especial a las empresas y a la propiedad privada; desmantelar el estado de bienestar, considerando que quienes los necesitan como parásitos; abolir privilegios raciales o de grupo, a los que consideran que atentan contra la propiedad; recuperar las calles, llevando a la policía a ser quienes administren los castigos y dándole mayor autoridad y autonomía, a la vez que se criminaliza la vagancia, pero no a los ladrones de cuello blanco; abolir los bancos, esto incluye a los nacionales; América (es decir, Estados Unidos) primero, pero no a todos los ciudadanos estadounidenses, sino a los que personifican sus valores liberales y, por supuesto, viendo a los migrantes como inferiores[2]; y, por último, defender los valores familiares, esto llevaría a acabar con las escuelas públicas, las becas y todo aquello que suprima la libertad de la familia tradicional sobre cómo educar a sus hijos.

El autor, añade, que en aras de lograr el sueño libertario y de salvaguardar al capitalismo, se debe acoger en sus filas a toda persona de derechas que llegue a comulgar con dichas ideas: conservadores, supremacistas blancos o fascistas. Pero lejos quedarían los políticos corruptos (sea esto comprobable o no) a los que identifican con el progresismo o la izquierda, y los asocian a los vagos, racializados, migrantes, etc.; además, los consideran representantes de la vieja política, a las que llaman progresistas o izquierdistas, aunque eso no sea cierto.

Los discursos de estas nuevas derechas están dirigidos a grupos específicos, a través de mensajes ambiguos o codificados que, quienes no pertenecen a la base, no entienden. De esta manera, la base más recalcitrante ve a su líder como retador, a la vez que se aumenta una masa electoral entre sectores menos radicales. Ejemplos de ello son los eslogan llamativos como “seremos grandes otra vez”, “volveremos a ser potencia”, “salvaremos a la familia”, que puede significar muchas cosas, pero los grupos a los que se dirige entienden como atacar a minorías, feministas, migrantes o personas racializadas.

Pero incluso, cuando esos mensajes son descifrados, pueden mantener votantes no radicales, gracias a campañas de difamación sobre grupos vulnerables, haciéndolos ver como el problema. Usan estadística sacada de contexto o relaciones que no guardan correlación real para dar peso a sus argumentos, en lugar de realizar propuestas detalladas. A su vez, las que sí parecen promesas de campaña se parecen mucho a las señaladas por Rothbard, ideas “revolucionarias” que no especifican cómo llevarán a cabo, porque eso implicaría reconocer que harán uso del autoritarismo, o porque en una democracia no son posibles.

Bibliografía

Aportes (2023, 29 de septiembre) ¿Es el populismo suficiente? Liberales, fascistas y tercera posición, en Anarquista. Recuperado de: https://www.anarquista.info/aportes/es-el-populismo-suficiente/

Astarita, Rolando (2022, 16 de junio) Libertad para morirse de hambre, en Sin Permiso. Recuperado de: https://www.sinpermiso.info/textos/libertad-para-morirse-de-hambre

Rothbard, Murray (2016) Populismo de Derecha Una Estrategia para El Movimiento Palio.

Salgado, Juan Felipe (2021, 24 de febrero) El resurgir autoritario, en Café Kyoto. Recuperado de: https://youtu.be/wfb7o19Rt-M

Arts & Culture (2017, abril) What’s the Political Meaning of ‘Dog Whistle’?, en: Merriam Webster. Recuperado de: https://www.merriam-webster.com/wordplay/dog-whistle-political-meaning

 

[1] Película española de 1978, dirigida por Luis García Berlanga; el personaje que lanza la icónica frase es Jaume Canivell, protagonista de la obra.

[2] Esto se actualiza de acuerdo a cada país.

Jennifer Puello Acendra

Jennifer Puello Acendra

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Deivy

Deivy

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