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Ilustrado por: Paola Rodríguez

Jennifer Puello Acendra

 

La esclavitud ha estado presente en la historia de la humanidad desde la antigüedad, fue considera, incluso, necesaria para el desarrollo de las comunidades y, con el tiempo, se fue modificando a otros sistemas, que, si bien no eran enteramente esclavistas, tenían dejos de ellas, como el feudalismo en la Edad Media o los trabajos mal pagados y casi forzados desde la Modernidad hasta hoy.

Sin embargo, la idea de esclavizar a otros seres humanos fue, de forma paulatina, siendo desechada y vista con desprecio; incluso en las últimas décadas del Imperio Romano, cuando el cristianismo asoció la esclavitud con la barbarie, siendo así una práctica no santa. Así, solo dos tipos de personas eran susceptibles a ser esclavizadas: los caníbales y los paganos que no aceptaran la fe católica; por su parte, los que tuvieran algún atisbo de conversión serían considerados salvajes, mas no inhumanos.

A pesar de ello, en la América conquistada y la colonial existió la esclavitud, primero a los pueblos indígenas, incluso en contra de las Leyes Nuevas firmadas por Isabel II; después a los negros traídos de África central y occidental. Fue en este momento cuando la esclavitud tomó un añadió un nuevo elemento, lo racial para los europeos, pero no así para los mismos africanos, quienes eran capturados por tribus rivales e imperios más grandes de su mismo continente y luego vendidos, principalmente, a portugueses, desde inicios del siglo XV.

Más adelante, cuando los reyes católicos empiezan a comprar esclavos para subsanar la crisis demográfica en las Antillas tras la casi desaparición de los taínos y los caribes, lo hacen bajo las banderas de cristianizar a los negros paganos. Era menos cruel que ellos cargaran con el peso de la esclavitud a que lo hicieran otros grupos indígenas, que sí podían ser conversos.

Esto último le dio el carácter de humano a los africanos que llegaban al Nuevo Mundo controlado por los españoles, no así para las colonias inglesas o portuguesas. Estaba prohibido matar o maltratar de gravedad a un esclavo negro, aunque de la ley a la práctica siempre hay un tramo. Los primeros años fueron de crueldad, pero ante diversas denuncias de frailes españoles, se promulgaron leyes por las cuales, debían recibir un pago por sus labores para, eventualmente, comprar su libertad y convertirse en ciudadanos de la Corona.

Claro que para todos no fue igual luchar por su libertad o denunciar los abusos, quienes estuvieron en las plantaciones de caña o en zonas alejadas sufrieron los estragos de su condición. Algunos decidieron huir y fundar pueblos negros, fueron llamados cimarrones, quienes al no tener posibilidades de un empleo formal y ante el temor de ser devueltos a sus dueños, decidieron dedicarse al robo y la extorsión. Muchos españoles hacían redadas para capturarlos y los señalaban de criminales, lo que se añadió al estigma social relacionado a la raza que justificaba su condición de esclavo: al tener tendencia a la criminalidad, ser torpes y flojos necesitaban la tutela de un patrón para sobrevivir.

Además de las redadas, se añadieron un medio para alcanzar la libertad y desalentar las huidas, a saber, enlistarse en el ejército español. Esto no quiere decir que haya sido fácil subir la pirámide social, menos aún, cuando existían (y existen) estigmas racionales.

Más allá de estas verdades, muchos africanos y sus descendientes lograron destruir el molde al que fueron condenados cuando llegaron en los barcos negreros y aportaron a lo que hoy somos como pueblo americano. Desde los primeros años de la conquista algunos estuvieron en el ejército español para luchar contra pueblos indígenas americanos; los ibéricos conocían la fuerza africana por la dominación árabe en la Península con la ayuda de los bereberes.

Uno de estos ejemplos es el Cuerpo de Soldados Negros en la conquista de Pizarro al Perú, conformado por voluntarios africanos y mulatos libres, así como por doscientos esclavos que buscaban su libertad; aunque, se estima que las cifras pudieron ser diez veces más quienes lucharon contra los incas en el sitio de Cuzco.

En algunos casos, los africanos llegaban como hombres libres al Nuevo Mundo, como Juan Garrido que estuvo bajo las ordenes de Hernán Cortés, con quien luchó contra los aztecas. En Portugal se convirtió al catolicismo y para 1510 viajó a América. Estuvo en la conquista de varias islas de las Antillas mayores, del actual México, Florida y California. Se dedicó, además, a la agricultura, siendo entre los primeros que plantó semillas del Viejo Mundo en América. Gracias a su labor recibió una pensión hasta su muerte en 1550 en Ciudad de México.

Otros casos documentados fueron el de Juan Valiente, africano que llegó como esclavo al actual México por 1530, fue bautizado y salió desde Puebla, tres años después, como conquistador por cuatro años hacia Guatemala y terminó viajando a Perú y Chile, en este último país obtuvo el grado de capitán por sus campañas, así mismo, recibió tierras y una encomienda en la actual capital de dicho país. Veinte años después de llegar al continente americano pudo pagar de forma oficial su libertad.

Se conocen, además, el caso de Juan Bardales participó en las conquistas de los actuales Panamá y Honduras, que por sus labores recibió una pensión; Juan Beltrán de Magañas, negro nacido en España para 1537 y que llegó para 1546 al Nuevo Mundo, fue uno de los 150 fundadores de Valdivia en Chile, según el registro histórico; tuvo una encomienda por sus conquistas y murió luchando contra los mapuches para 1578.

También en el sur del continente, estuvo el conquistador Juan García Pizarro, quien participó en la captura de Atahualpa; estuvo a cargo de contabilizar el oro extraído de los incas. Junto a otros, fundó ciudades en Cuzco y, años después regresó a España con sus riquezas, así como con servidumbre indígena.

Estos casos no fueron aislados, negros y mulatos fueron importantes para la consumación de la conquista española, de tal manera que su rol no quedó en la esclavitud; por último, me gustaría señalar a una mujer, Beatriz Palacio, mulata esposo de un soldado de Hernán Cortés y participó activamente, junto a otras mujeres, en la conquista de Tenochtitlan.  

 

Referencias

  1. María (s.f.) Conquistadores negros y españoles. Recuperado de: https://traslaultimafrontera.com/conquistadores-negros-y-espanoles/

De Felipe, Helena (2009) Los estudios sobre bereberes en la historiografía española. Recuperado de: https://books.openedition.org/cvz/1379?lang=es#authors

Martínez, Álvaro (2019, 22 de mayo) Los conquistadores negros. El papel africano en la conquista de América. Recuperado de: https://www.despertaferro-ediciones.com/2019/conquistadores-negros-africanos-conquista-america/

Nava Román, Rosario (s.f.) Conquistadores africanos, México, En Noticonquista. Recuperado de: https://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/442/463

Salazar, Koldo (2022, 26 de septiembre) Juan Garrido, el hispano africano que participó en la conquista de México. Recuperado de: https://www.eldebate.com/historia/20220926/juan-garrido-hispanoafricano-conquisto-mexico_62324.html

Sowell, Thomas (2005) Black Rednecks and White Liberals. Encounter Books: San Francisco.

Jennifer Puello Acendra

Jennifer Puello Acendra

Autora

Paola Rodríguez

Paola Rodríguez

Ilustradora

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