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Ilustrado por: Caro Poe

Víctor C. Frías

Recibimos la noticia en noviembre de 2022, y corrió como la ignición furiosa de una mecha. El papel que cumple la inteligencia artificial en nuestra realidad entró a una nueva etapa, una fase más interesante y para nada exenta de inquietud. ChatGPT, la nueva herramienta de la organización OpenAI, fue lanzada, dando pie a muchos sentimientos encontrados en diversas comunidades.

Por medio de un formato de chat, ChatGPT pone a nuestro alcance no solo información que con doble esfuerzo filtraríamos desde los resultados de Google, sino prácticamente cualquier tarea que le pidamos: los deberes de la escuela, el código para un programa o un sitio web, ideas y guiones para contenido de redes sociales, obras literarias…

«Obras literarias, tremenda promesa, ¿no?» es el pensamiento que fue creciendo en mi cabeza, abriéndome la ventana al peor escenario posible: la aniquilación de la creatividad humana en su forma escrita, la aparición de una obra maestra antinatural que relegaría al esfuerzo de las letras al segundo plano.

Recuerdo la primera vez que alguien la mencionó. Mis expectativas estaban listas para estancarse como ante sus predecesores GPT-3 y JasperAI (y otros menos populares), generadores de textos también basados en inteligencia artificial y considerados auxiliares muy aceptables poco tiempo atrás. Admito que fui ingenuo al murmurarme a mí mismo: «pasará sin pena ni gloria, como los anteriores». ChatGPT es distinto desde el primer momento.

Como escritor, ser testigo de su llegada ha sido un recorrido vertiginoso. Una avalancha de videos sobre esta herramienta empezó a llenar mi página de inicio de YouTube con temáticas como: La inteligencia artificial capaz de escribirte un best seller en minutos y La inteligencia artificial que te creará un poema sobre el ghosting en el estilo de Sor Juana Inés de la Cruz, tan descabellados y asombrosos. Al día de hoy, pululan como una plaga del fin del mundo.

Al principio, el panorama pintaba devastador. Quienes escribimos llegamos a sentir por un instante que ya no marcaríamos la diferencia, y que nuestro trabajo sería superado por un torrente descontrolado de experimentos literarios que saldrían bien, para convertirse en éxitos comerciales con dos clics y un par de minutos de inversión. Por fortuna, un pequeño spoiler: no hay nada que temer, no estamos tan cerca de ese momento en el que la IA nos reemplaza (de esa manera, por lo menos).

Siempre me ha gustado contrastar puntos de vista en lugar de entrar en pánico, así que en las últimas semanas he recolectado experiencias que me han puesto en perspectiva. Me mostré neutral, con todas las ganas de aprender y sentarme en primera fila a observar su potencial, y tuve una de las más increíbles revelaciones: un nuevo arte yace en la interacción con la IA.

Antes que todo, la IA aún recibe entrenamiento para adaptarse a nuestra expresión verbal. Por ejemplo, es difícil que nos escriba o entienda el uso de una frase como «ya nos cargó el payaso», solo diría «estamos en aprietos». Tomará tiempo para que recopile y asocie los elementos necesarios para crear una copia idéntica de nuestro lenguaje.

Dicho lo anterior, la revelación de la que hablo es la siguiente: para recibir de ChatGPT un resultado exacto o más próximo a lo que deseamos, hay que saber pedírselo. Para ello se requiere un uso de la palabra impecable al momento de crear el prompt, que es la instrucción escrita. Mientras más claro y detallado, mejor será la respuesta. Esto es un «sortear las limitaciones de la IA» que casi parece magia, pero amerita ingenio. Dichosos los alquimistas de la palabra que surfearán la ola que se alza gigantesca, y recibirán en sus pantallas el trabajo de días en solo unos segundos.

Todas las emociones incómodas se han atenuando a lo largo de un par de meses. Aunque la IA que sostiene ChatGPT sigue evolucionando, ya entraron en efecto regulaciones para que estudiantes y falsos escritores no se aprovechen demasiado de ella. Se respira, sin embargo, un ambiente de fragilidad en el que todo puede suceder. Para cuando este artículo esté publicado, habrán sucedido un par de eventos protagonizados por las grandes empresas. Esto promete. Para allá apuntan los vientos, icemos las velas.

Víctor C. Frías

Víctor C. Frías

Autor

(@victorc.frias en Instagram)

Es un escritor mexicano de terror dedicado a explorar subgéneros como el sobrenatural, el psicológico y el horror cósmico. Cada sábado a las 14h (México) transmite en vivo a través de Instagram Live para narrar sus escritos y abrir un espacio para quienes quieran compartir lo propio en pantalla. Tiene cinco libros publicados en Amazon y relatos exclusivos a la venta en la plataforma Ko-Fi.

Caro Poe

Caro Poe

Directora de Diseño

Diseñadora gráfica.

Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.

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