Ixkozauki Hermosillo

Hoy comenzó la FIL. O quizá fue ayer. No lo sé. Recibí una notificación: «Inauguración FIL 2022. Crónica para mañana». Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer.

La edición 36 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara abre sus puertas saldando una deuda pendiente desde 2020. Luego de que una pandemia azotara al mundo, el emirato Sharjah tuvo que retrasar su visita dos años: una edición virtual y una edición híbrida. La deuda está siendo pagada.

El primer día, es sabido, es para reconocer terreno. Reconocer el espacio, reencontrarse con rostros conocidos y envolverse en aplausos por el esfuerzo y trabajo de todos quienes organizan esta feria. Este año nos recibe una normalidad curiosa, ya nadie usa cubrebocas, los filtros sanitarios han sido desalojados.

Sin embargo, la Expo Guadalajara luce vacía. Allá afuera se escuchan los gritos de emoción de un asunto que poco o nada tiene que ver con los libros, pero que estrecha la mano con la cultura árabe y, sobre todo, de «relevancia nacional»: la contienda futbolística entre Argentina y México. Por los pasillos la gente se reúne en los stands que cuentan con televisión, doquiera que uno vea encuentra la camiseta verde. De camino a la feria los bares, restaurantes y cualquier lugar con pantalla, avasallados por la marea verde.

2-0 el resultado final a favor de la albiceleste. Pero el marcador se lo llevan los libros. Shrajah ha tenido a bien presentarnos un gran catálogo de literatura árabe traducida al español a precios accesibles a todos los bolsillos. Una gran exhibición de la caligrafía oriental y de la tradición del libro en aquellas latitudes.

El programa resulta prometedor. El carácter híbrido de la edición 36 sigue vigente, el streaming ya forma parte de la experiencia. Más de 600 autores, cerca de 400 mil títulos y más de 700 actividades están listas para encontrar nuevos lectores, viejos amigos y el desentrañar mismo sentimiento de cada año.

Al final del día Emel Mathlouthi abrió el escenario en el Foro FIL con una propuesta que combina el folklore tunecino con la electrónica. Un espectáculo en toda regla. El disparo de salida fue dado, la feria ha sido inaugurada. Vuelve el deseo de conectarnos con las historias, de crear historias y de contar historias. Dejemos que Sharjah y la cultura árabe nos cuenten la suya.