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Ilustrado por: Arturo Cervantes

José Adair Prado Zacarías

Soldados de Salamina de Javier Cercas fue publicada en el año 2001. Javier Cercas nos muestra la personalidad compulsiva del escritor al perseguir un instante: cuando el miembro de la Falange (Sánchez Mazas) evitó la muerte.

 La historia es una: Sánchez Mazas es apresado al final de la guerra civil española, cuando la facción contraria está ya dada por perdida, después de una reclusión, se determina. Sánchez Mazas es llevado a fusilar junto con otros hombres y por un milagro logra burlar la muerte, apenas con unos rasguños en su ya de por sí andrajosa ropa, escapa entre el bosque y es rudimentariamente buscado.  Mazas se oculta, pero termina por ser descubierto, otro milagro se avecina pues el soldado del ejército enemigo rompe la expectativa, no asesina a Mazas, en cambio le encubre, «Aquí no hay nadie» dice a otros soldados que le preguntan por el fugado.

Cuando se entera de ese suceso Cercas parece conmocionarse, una pasión que, aunque no es repentina sino va acrecentándose, parece muy apasionada, la historia se la narra el nieto de Sánchez Mazas. Cercas persigue ese momento con una investigación cada vez más rudimentaria. El tratamiento de la primera parte de la novela me recuerda a Truman Capote. El narrador en Ataúdes de artesanía me parece tener coincidencias con el de Soldados de Salamina por ser las dos historias con un narrador/protagonista intradiegético, también en ambas el protagonista es el escritor de la vida real, o al menos comparten nombre, así mismo la historia está de cierta forma alineada a la realidad, o al menos juega a formar parte de ella. Entonces tenemos una historia con un escritor narrador y protagonista compartiendo el nombre, con una historia sacada de la realidad. La novela corta de Truman Capote parece estancarse, si bien es muy buena no tiene alteración ninguna, Capote está narrando y protagonizando todo el tiempo, cosa que no pasa con Soldados de Salamina.

En la primera parte, el Javier Cercas ficcional se encuentra en problemas, la literatura lo ha rechazado, está recién divorciado y su padre acaba de morir.  Anda con pena a llegar a su trabajo porque entre los periodistas es algo así como un hazmerreír, es un fracasado destellado por el brillo de una historia, la contada por el hijo de Mazas. No es en el momento de la entrevista con el nieto de Mazas cuando Cercas concluye escribir un libro todo parece ser iniciado desde un tipo de fetichismo; Cercas no es ni siquiera cercano al tema, no es Mazas un personaje que maneje, tampoco la guerra civil, hasta parece reticente a trabajar sobre ella para escribir. Javier Cercas ficcional, en la primera parte de la novela, es un hombre pasivo, la apatía surgida por su tácita depresión lo obliga a esa indiferencia quizá. Sobre el Cercas ficcional el Cercas real no tiene muchas cosas en común. Para comenzar el Cercas real no es periodista, no es divorciado, su padre no murió, los conflictos con los que Cercas inicia la historia no empatan con los del Cercas real, estos conflictos son parte del inteligente manejo de la trama. El decaimiento de Cercas ficcional alimenta la trama, dimensiona a un personaje y su obsesión. El trabajo de periodista sirve para justificar la manera intensa de búsqueda, la investigación funciona para aterrizar la novela lo cual da una sensación de Work in progress.  Pero algunos elementos son ciertos, por ejemplo, el articulo Un secreto esencial efectivamente existe, está publicado por el país y es escrito por el Javier Cercas de la realidad, aunque, de cierta forma también está escrito por el Javier Cercas de la narración.

La búsqueda emprendida, la persecución detectivesca es tras «Los amigos del bosque» (quienes ayudaron a Sánchez Mazas) y, sobre todo, del hombre que decidió perdonar la vida de Mazas.  Aparece un Cercas distinto al del comienzo de la narración: éste Cercas se ve apasionado, vivaz, hambriento de historia, esta parte se encarga de recopilar las piezas mientras nos adentra en Cercas, su narrador va de aquí allá tratando de descifrar el misterio hasta que lo logra, a medias.

En la segunda parte todo cambia a un narrador extradiégetico, como tenía que serlo, un narrador sabiamente alejado de los personajes, tomados a la distancia justa para no perder credibilidad.

La segunda parte   es la historia en sí, es Cercas ficcional quien narra, ¿sabríamos que es un Cercas ficcional el que narra si no hubiéramos leído la primera parte?, el narrador es un narrador en tercera persona, un narrador objetivo que ofrece los elementos para comprender la historia. Cercas se desvanece para dar el protagonismo a Mazas y al gran descubrimiento de los «amigos del bosque». Yo pensaría que la segunda parte es la que goza de una sencilles necesaria, es sorprendentemente creíble la historia. La novela podría funcionar con sólo la parte dos, pero es la parte uno y la parte tres las que le dan vida e individualidad a la novela.

En la tercera parte regresa a lo del principio, aunque con una elipsis notamos a un narrador distinto, es el protagonista que ya ha cambiado. La historia para esa parte parece alejarse por mucho de «una novela sobre la guerra civil», es de un momento de ella, pero sobre todo es de la búsqueda de un héroe, de lo irrefrenable de la escritura, de la creación literaria.  Su apego con un suceso y personajes reales resultan engañosos, lo ficcional y la realidad convergen formando un lugar apenas cambiado por toques sutiles de ficción, el mismo Cercas juega con ello al mostrarse aferrado a la realidad, al ir en contra de los consejos de un Bolaño que se convirtió en un tipo de voz demoniaca en el oído de Cercas. En la narración el narrador/protagonista no se deja llevar por Bolaño, pero ¿quién dice que el Cercas de la realidad también lo decidió así? 

Es Bolaño, por cierto un Bolaño ficcional, quien ayuda a dar la última pieza (Bolaño menciona dos obras de Cercas «el móvil» y «el inquilino», las cuales están efectivamente escritas por el Cercas real, también Bolaño y Cercas eran amigos, pero no como en la ficción, a través de una entrevista, sino que Bolaño conoció a un muy joven Javier Cercas, Bolaño elogiaría las primeras obras de Cercas) el ingrediente de Bolaño en la parte final del Soldados de Salamina parece esa piedra que conecta a Cercas ficcional con su héroe, aquel que en ese pequeño instante fue capaz de perdonar la vida de Sánchez Mazas.  Miralles es el que salvó a Mazas de la muerte, aunque no hay pruebas de ello. Al final el verdadero Cercas cayó en la tentación expuesta por Bolaño y decidió imposible el encontrar a Miralles, terminó inventándolo, sin embargo, la historia de Bolaño es cierta (incluso el verdadero Miralles existió, sólo que Cercas no lo conoció, años después conoció a su hijo) pero la búsqueda nunca dio con la respuesta a la pregunta: ¿Quién salvó a Mazas?

Al final la pregunta parece volverse insignificante, el entramado de Cercas hace posible esa compenetración entre lo ficcional y lo real a tal punto que algunos elementos son nimios, pero funcionan como pequeños ejes que, de no existir, causarían el desarme de toda la obra y quizá hasta la pérdida de credibilidad. No tengo idea de porque ese apego con la búsqueda de la realidad en lo ficcional. Quizá porque nos gusta pensar en un mundo donde lo imposible es capaz de ocurrir y Cercas, de una forma u otra, lo logra demostrar con su novela. Lo esencial es real: existió un Sánchez Mazas que se salvó dos veces de morir, existió un Miralles que «hizo todas las guerras» en el pleno de la segunda guerra mundial, parte de lo que nos apega a la historia de soldados de Salamina es ese elemento de realidad ficcional y ficción encubierta, la credibilidad lograda es tal que sentimos la misma emoción al leer cada descubrimiento. Cercas construye dos libros, uno el tangible y el otro donde cada hecho es descubierto por un Cercas periodista divorciado, con su padre muerto, que pasó de la completa desilusión a la popularidad de su novela, miramos el mundo desde Cercas ficcional escribiendo una novela, pero no percibimos el Cercas que está detrás del protagonista, maquinando. Cercas es envidioso, sus mañas más profundas, como si de un mago habláramos, están escondidos.

La realidad desilusiona, no es, tristemente, el entramado complejo y perfecto de un escritor como Cercas (¿o sí?) pero no cabe duda que la realidad también contiene elementos sorprendentes que apenas necesitan unos ajustes para volverse funcionales, esto es el mérito de Cercas, es lo maravilloso de su obra y de la literatura en general.   

José Adair Prado Zacarías

José Adair Prado Zacarías

Autor

Me llamo José Adair Prado Zacarías, tengo 23 años y soy de Nezahualcóyotl. Me gusta escribir relatos, cuentos y ensayos, muy poca poesía. Curso la carrera de creación literaria en la UACM, colaboré con un relato en “Relatos de la cuarentena” por parte de la UANL y tres nubes, he participado con dos micro ficciones en la revista “resiliencia” de la UACM en el número dos y tres, también en la revista Katabasis  con el relato “Efraín” y en la revista primera página con el cuento “Al fin llega el día”.

Arturo Cervantes

Arturo Cervantes

Ilustrador

Una oscura noche de verano, el abismo abrió su boca infernal, dejando escapar un ser etéreo y terrible, que devoraría todo a su paso con su furia. Eternamente manchado de acuarelas y las almas de los incautos que obtienen lo que desean, se mueve por el mundo deslizándose por entre las cerraduras. También me gustan los gatitos y el té.

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