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Fotografía de Ixkozauki Hermosillo / Atemajac de Brizuela

Paola Rodríguez

He pasado casi toda mi vida luchando contra mis emociones más destructivas. La tristeza, soledad, depresión… fantasmas que rondan en mi cabeza cada vez que hay un pequeño indicio de felicidad y superación. Pero he de reconocer que estos monstruos originados en los rincones de mi mente me han ayudado a crear mis letras. Entonces, mis altibajos emocionales, ¿son una maldición o una bendición?

Cuántos escritores circularon por este mundo con un demonio, susurrando en su oído todo aquello que lograba destrozar su psiquis y convertirlo en una masa de llanto, locura y destrucción para si mismo. Será que los escritores hemos sido bendecidos con un don, esa posibilidad de llegar hasta lo más profundo del alma con nuestras palabras y por eso debemos cargar con la condena de llevar nuestras vidas al límite con cada párrafo que escribimos.

A mi mente viene la poeta Alejandra Pizarnik, paso toda su vida luchando contra sus crisis depresivas. Pero una noche del 25 de setiembre de 1972 escribió en la pizarra de su casa “no quiero ir nada más que hasta el fondo” acto seguido se quitó la vida con la ingesta de psicofármacos.

No quiero ir nada más que hasta el fondo, nos dice Alejandra y me pregunto ¿qué pasara? Llegaremos cada uno de nosotros, poetas, novelistas, literarios del mundo, hasta el fondo, nos empujamos hasta el límite. Por la mera posibilidad de escribir algo que eleve el ser de otros y plasme en versos nuestra existencia.

Virginia Woolf, que sufría de trastorno bipolar, ya agotada de esta enfermedad que se llevó cada gota de felicidad de sus manos, tomó su abrigo, colocó en sus bolsillos piedras y se ahogó en el río Ouse, dejando atrás una carta para su marido:

«Siento que voy a enloquecer de nuevo. Creo que no podemos pasar otra vez por una de esas épocas terribles. Y no puedo recuperarme esta vez. Comienzo a oír voces, y no puedo concentrarme. Así que voy a hacer lo que me parece lo mejor que puedo hacer. Tú me has dado la máxima felicidad posible. Has sido en todos los sentidos todo lo que cualquiera podría ser. No creo que dos personas puedan haber sido más felices, hasta que vino esta terrible enfermedad. No puedo luchar más. Sé que estoy arruinando tu vida, que sin mí tú podrás trabajar. Lo harás, lo sé. Ya ves que no puedo ni siquiera escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que debo toda la felicidad de mi vida a ti. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decir que todo el mundo lo sabe. Si alguien podría haberme salvado habrías sido tú. Todo lo he perdido, excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir arruinando tu vida durante más tiempo. No creo que dos personas puedan haber sido más felices de lo que hemos sido tú y yo»

Woolf, que nos dejó obras literarias plasmadas en el tiempo, hasta hoy en día sigue siendo una referente para tantos soñadores de letras perdidas. Bajó los brazos, decidió que la recompensa de vivir no era suficiente.

                                                                         Ilustración: Berenice Tapia

El costo del talento es muy grande, acaso somos los escritores los elegidos por las nueve musas como embajadores de las artes. Pero a cambio debemos cargar con el sufrimiento nuestro y del mundo sobre los hombros.

Hay días que la ansiedad me sujeta fuerte y susurra en mis oídos todo aquello que tengo miedo escuchar. Sus palabras se entierran en mi cerebro y me torturan hasta el punto de no poder respirar; busco a mi alrededor una salvación, algo que me libere de mi propia prisión y lo único que encuentro es un lápiz y un papel.

Libero mis ideas en una hoja blanca y se aligera mi alma por unos días, hasta que el tormento vuelve a tocar mi puerta con un nuevo rostro y un nuevo disfraz. Puede ser tristeza, baja autoestima, soledad, dolor.

Salgari, quien fue devorado por sus editores los cuales succionaron su escritura sacando todo el provecho de esta, se realizó un harakiri dándole fin a su escritura y su vida. Dejó plasmado en una de las tres cartas el resentimiento a aquellos que se beneficiaron de él y lo dejaron caer poco a poco en la miseria material y mental.

«A vosotros, que os habéis enriquecido con mi piel, manteniéndome a mí y a mi familia en una continua semimiseria o aún peor, sólo os pido que, en compensación por las ganancias que os he proporcionado, os ocupéis de los gastos de mis funerales. Os saludo rompiendo la pluma»

No es para menos que entre la lucha de escribir, danzar en un vaivén de emociones y el crear la posibilidad de ser leído, los escritores terminemos sosteniendo nuestra alma con manos temblorosas. Y a todo esto, agregar el hecho de estar en contacto con nuestras emociones nos convierte en los bichos raros en una sociedad donde la felicidad pasa solo por los ojos.

Entonces, cómo sobrevivir a esta bendición que adorna la vida de tantos entre mundos fantásticos, frases, versos y aventuras.

No lo sé, mis luchas internas se debaten entre la soledad y el hastío, el único sentimiento que ha derrotado toda aquella emoción que anhela por acabar mis suspiros, es la rebeldía. Me niego a sucumbir ante cualquier estereotipo de poeta deprimido, perdido entre placeres mundanos de alcohol, sexo y adiciones. Yo no soy más que la herramienta entre la oscuridad de mis pensamientos y el mundo real. Me veo como esa flor que arrancan sus pétalos susurrando en cada movimiento, me quiere, no me quiere.

¿Lograré vencer? ¿Seré más fuerte que Virginia, Alejandra y tantos otros escritores?

No lo sé, pero seré rebelde hasta los huesos, lucharé, no sucumbiré ante el dolor ni la tristeza, perderé batallas, más no la guerra, puesto que tomaré mi espada imaginaria y la blandiré contra mi más fuerte enemigo, mi mente.

Fuentes:

https://www.eldebate.com/historia/20220202/emilio-salgari-escritor-desdichado.html#:~:text=%C2%ABA%20vosotros%2C%20que%20os%20hab%C3%A9is,Emilio%20Salgari%C2%BB

https://www.actualidadliteratura.com/manuscrito-de-suicidio-escrito-por-virginia-woolf/

Paola Rodríguez

Paola Rodríguez

Autora

Estudiante de psicología, 37 años de edad, resido en la ciudad de Montevideo,
autora del poemario letras del destino, y la novela Lara Glasgow el comienzo.
Empece a escribir a los diez años pequeños relatos, pero en la adolescencia descubrí a poetas como Julio Herrera y Reissig, Delmira Agustini e Idea Vilariño, y me enamore de la poesía, empezando mis primeros poemas a los dieciséis años.

Ixkozauki Hermosillo

Ixkozauki Hermosillo

Director de Edición

(Guadalajara, 1996)
Experto en garabatos, poeta, aventurero, ladrón de momentos, fotógrafo aficionado, músico en paro y cocinero de ocasión. Ganador del concurso Creadores literarios FIL Joven 2012 y coautor de la antología La voz de los pasos (Mano Armada, 2018).

Berenice Tapia

Berenice Tapia

Ilustradora

Demasiado perezosa para pensar en algo decente. Me gusta dormir y mi sueño más grande es poder vivir de hacer monitos. Las dos cosas más importantes que me ha enseñado la vida, son:
1) Estudiar arquitectura no vuelve rica a la gente.
2) El mundo no se detiene nunca, ni aunque estés llorando hecha bolita porque borraste accidentalmente un capítulo de tu tesis.

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