Krizia Tovar Hernández
País sin ley,
debajo de mi vestido,
y el bar donde te conocí,
mientras tocabas un piano.
El cuervo vuela lejos del busto de Palas,
Dionisio somete a corceles de su razón,
ave salvaje que repite tu nombre
entre impíos acordes de tus labios,
aquí tú y yo perdimos derecho de réplica,
gobierna el lenguaje instintivo de la piel.
Exquisito pianista,
demandante hombre mío,
¡no comprendes que contigo
encontré la armonía!
¡mira cuántas composiciones
podrás crear en mi piano nuevo!
Tu música encaja con mi poesía y le da larga vida
cuando pisas los pedales del piano
mientras soy el teclado arriba de tu pecho,
todavía en nuestra ausencia la canción continua…
Del reloj cuelga señal de luto por amantes
antes de ti, ellos jamás tocaron notas altas
jamás encontraron la canción de mi cuerpo
¡oh amado pianista conoces cada una de mis teclas!
Adoras entrar por mi oído y salir entre mis piernas,
tú y yo nacimos con tus dedos sobre mi rodilla,
sucumbimos bajo el agua, anudada a tu espalda,
con mi mano en tu torso navegando hacia mi paraíso,
el lunar arriba de tus labios convertido en mi tesoro
yo no conocía esta sombra detrás de mí.
¡Mátame suavemente, te lo imploro!
Llévame a notas musicales de pecados,
resucítame como aquel septiembre veintiséis,
hipnotízame con tu piano, seguiré cada partitura,
bebí del vino de tus entrañas,
comí la manzana sin prudencia
rompí los mandamientos del arte de amar…
¿Es tarde o demasiado pronto para confesar?
¿Es tarde o demasiado pronto para pedir más de ti?
Están de más los buenos modales, el piano siempre le llama,
la sinfonía de tus ojos negros protege a un animal
¡quiere un lobo dulce y fiero cazar a mi cuervo!
¡Quiere despedazarme, someterme, complacerme!
¡Tómalo todo, mi voluntad es tuya!
¡Tómalo todo, mis labios de fuego necesitan besar
las notas musicales en las yemas de tus dedos!
¡Tómalo todo, el cuervo en mi cadera tiembla por fin!
Krizia Tovar Hernández
Autora
Lizeth Proaño
Ilustradora