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Ilustración: Deivy

Kevin Liria Díaz

Todos los poemas que he seleccionado tienen algo en común -que es lo que el autor (José Martí) predica en cada uno de ellos dentro de Versos sencillos-, lo cual es el orgullo de ser americano, no sentirse avergonzado por ser de donde son ni dejarlo de lado para que los «avanzados» los discriminen.

Quiero comenzar con lo que me parece más significativo en todo el texto y lo que más me quedó a mí personalmente:

Todo es hermoso y constante,

Todo es música y razón,

Y todo, como el diamante,

Antes que luz es carbón

Este primer verso demuestra cómo es que incluso la «mentira» más grande, finalmente tarde o temprano, sale a la luz. O como algo que parece bueno o increíble al fin de cuentas realmente no lo es.

El segundo poema que elegí fue el segundo del poemario y lo seleccioné por la primera frase:

Yo sé de Egipto y Nigricia,

Y de Persia y Xenophonte;

Y prefiero la caricia

Del aire fresco del monte.

En este texto se puede ver cómo la voz poética, conociendo lo más sorprendente de este mundo, como Egipto y Nigricia, decide quedarse en el monte que representaría su hogar, ya que forma parte de su origen, no se deja influenciar por lo visual, porque seguramente estos lugares turísticos no tengan ese poder que le ocasiona el «aire fresco».

El siguiente poema dice:

Yo quiero salir del mundo

Por la puerta natural:

En un carro de hojas verdes

A morir me han de llevar.

No me pongan en lo oscuro

A morir como un traidor;

Yo soy bueno, y como bueno

Moriré de cara al Sol!

Como el yo lírico no quiere ni muerto ser un «traidor» de su patria, fomenta profundamente lo que cada habitante debería sentir de su territorio y de su propia cultura y el no dejarse llevar por costumbres de un país que verdaderamente es uno conquistador, que lo único que les hizo fue herirlos, maltratarlos, matarlos y esclavizarlos.

El cuarto poema que elegí posee entre sus palabras lo siguiente:

¡Yo quiero, cuando me muera

Sin patria, pero sin amo,

Tener en mi losa un ramo

De flores, y una bandera!

Como los anteriores, el yo lírico se asegura de mostrar su inquebrantable creencia patriótica, gritándola con toda su voz para que todos lo escuchen ya que él está satisfecho de provenir de su tierra, sin importar los demás, ni amos, ni compañeros, ni nadie.

El quinto poema dice:

Yo sé de un pesar profundo

Entre las penas sin nombres:

¡La esclavitud de los hombres

Es la gran pena del mundo!

Aquí, comparándolo con los otros poemas, se devela por qué no había que seguir las costumbres ajenas, el porqué era preferible mantener nuestras creencias vivas pasándolas de generación en generación, para que jamás sean olvidadas.

Kevin Liria Díaz

Kevin Liria Díaz

Autor

Deivy

Deivy

Ilustrador

Me llamo Deivy Castellano. Pintor aficionado, intento que mi trabajo hable por mí mismo. Trabajo para ser un polímata, en mi tiempo libre soy un misántropo auto exiliado en Marte.

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