contacto@katabasisrevista.com

Imagen: Deivy

María Alejandra Luna

Cuando tenía diez años soñaba que sería escritora. Quería dedicarme a escribir, entre otras aspiraciones. Era mi ambición más fuerte y artística. Probaba poemas y obras de teatro. Ensayaba mucho. Imaginaba un montón de argumentos que no siempre plasmaba en una hoja. Escribía muchísimo a mano. Y después mis papás compraron la computadora. Con la computadora no solamente llegaron los procesadores de texto, sino que también volvieron los juegos. No jugaba desde que la consola había dejado de funcionar.

Uno de los primeros juegos que estrené en la computadora venía en un disquete. Había que diseñar, maquillar y vestir a Barbie. No requería un trasfondo, pero de todos modos yo fantaseaba con que toda esa preparación valía la pena: Barbie iría a una fiesta, o se encontraría con sus amigas, o participaría de un congreso o de un acto. Esa tendencia a añadirles historia a los juegos que no la trajeran se perfeccionó y exacerbó cuando me adentré en el mundo de «Los Sims».

¿Sos escritore? Tal vez te identifiques. ¿Nunca tuviste la necesidad de ver representada tu narración o tu texto dramático, para observar cuán orgánico, logrado, realista o maravilloso se veía lo que estabas contando? Vos y yo no tenemos presupuesto para contratar actores o productores que den vida multimedia a nuestras obras (salvo que participes en las convocatorias de Katabasis y el equipo quiera publicar tu colaboración y además adaptarla). Y es peligroso resguardarse solamente en la certeza de que nuestra imaginación va por el camino correcto porque ya estuvimos un buen rato existiendo y conocemos lo suficiente.

Nada de eso. Escribir es una práctica y, como tal, obviamente supone niveles de dificultad, desafíos, correcciones, ediciones, reescrituras. Escribir es un proceso. Y hay acciones que podemos incorporar en el proceso para facilitarlo. Te decía que no podemos darnos ciertos lujos para contemplar nuestra obra desde afuera y comprender si lo estamos haciendo bien o no. Sin embargo, hay alternativas. Y mi alternativa fue concebir cuentos y novelas y dentro de esos contextos hacer interactuar a mis «Sims».

Crear personajes humanos en literatura es complicado. Está bien, es ficción. Pero esa ficción genera un verosímil, una realidad, una dinámica. Pienso que debe transmitirse. Entonces, esos personajes humanos deben contar con una psicología, un pasado, una personalidad, anécdotas, corazones rotos, nostalgias, secretos, felicidades, deseos, objetivos. En fin, tienen que sentirse humanos. Y se torna complejo añadirles humanidad cuando son de papel, papel físico o digital, da igual.

En ese sentido, yo exploro mis posibilidades con mis «Sims». Les diseño sus personalidades y después contemplo cómo esas informaciones se transforman en interacciones con «Sims» que tienen cargados otros datos. Me detengo a evaluar cuán esperable y natural es la forma como se vinculan dentro de la lógica planificada. Si Damián, por ejemplo, establece amantazgos con toda la vecindad, incluso con sus cuñadas, ¿me parece consecuente que, cuando su esposa lo descubre, él ruegue perdón? ¿Es arrogante y la desprecia o solamente se equivoca muchas veces y, aunque vaya a equivocarse todavía más, es capaz de mostrarle afecto? ¿Cómo es preferible que reaccione ella para mi narración? ¿Es mejor que lo eche o que lo perdone?

Puedo formar familias o grupos de amigues o «Sims» que eligen vivir a solas y conocer gente en el parque, en la biblioteca, en algún bar, en el gimnasio. A cada partida entro con un episodio para probar, con rasgos para analizar o con ganas de que el juego me sorprenda y me renueve las ideas. No siempre me dispongo a jugar cuando estoy escribiendo o cuando quiero escribir algo. No le doy a «guardar y salir» para trasladarme al documento de Word en todas las ocasiones. Pero me dispongo a jugar para seguir fantaseando y seguir dándoles cuerpo a mis fantasías.

Hay tantos procesos de escritura como personas que escriban. En el mío, hay mucha fantasía previa, muchas imágenes habitando mi cabeza, muchas escenas sucediéndose como fotogramas antes de devenir en sintaxis. «Los Sims» alimenta mi estrategia escritora, la cuestiona, me invita a reformularla, me permite usarla mejor, me facilita el dar materia provisoria a los significados que después quiero enfrascar en significantes. Soy Puck, de Sueño de una noche de verano: mi pasión se enciende cuando me estoy divirtiendo, mi constancia se activa cuando estoy jugando. Para mí, así, jugar a «Los Sims» es redactar borradores que pagan en simoleones y se comunican en Simlish.

María Alejandra Luna

María Alejandra Luna

Subdirectora General / Directora de Redes Sociales

Buenos Aires le dio el soplido de vida a mi existencia. De origen hebreo, mi primer nombre. La Antigua Grecia me dio el segundo. La Luna alumbró mi apellido. Escritora de afición, lectora de profesión, promotora de poesía y de los márgenes de la cultura. Dicen que soy quisquillosa con las palabras, que genero discursos precisos y que sobreanalizo los discursos ajenos. Y todo esto se corresponde conmigo. Pueden ser tan expresivos los textos que escribo como los gestos que emito al hablar. Y esos rasgos trato de plasmarlos en los ámbitos donde me desarrollo, como las Redes Sociales.

Deivy

Deivy

Ilustrador

Me llamo Deivy Castellano. Pintor aficionado, intento que mi trabajo hable por mí mismo. Trabajo para ser un polímata, en mi tiempo libre soy un misántropo auto exiliado en Marte.

Total Page Visits: 2092 - Today Page Visits: 2
Share This