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Ilustración: Caro Poe

Osvaldo Miranda

El ser humano le teme a lo que no conoce. Desde que la humanidad es tal, lo desconocido le ha causado temor y rechazo. En ocasiones, odio visceral. Distintos autores han explorado este hecho y gran parte de la narrativa se ha fundamentado sobre el temor a lo desconocido.

Según H. P. Lovecraft: «la emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido». Un pasillo oscuro, una casa abandonada, una enfermedad de reciente aparición, un nuevo empleo son elementos que nos causan desazón por el simple hecho de ser desconocidos.

¿Qué sucede cuando lo desconocido son los otros? ¿Cuando vemos en el otro a alguien extraño e incomprensible, a pesar de que no represente una amenaza directa? Los muros que erigimos para protegernos de la otredad, ¿es posible derrumbarlos?

Sordera: ¿discapacidad o diferencia?

La sordera es la pérdida total o parcial del sentido del oído. Sus causas son diversas y afecta de manera diferente a las personas que la presentan, a quienes se les denomina personas sordas.

Tradicionalmente se le considera una discapacidad, en el sentido de que imposibilita la comunicación del sordo con su entorno; es decir, con un entorno oyente. Esto conduce en muchos casos a una suerte de aislamiento social: la persona sorda mantiene un contacto mínimo con el exterior, únicamente para lo indispensable. Muchas actividades se ven entorpecidas por la falta de comunicación entre sordos y oyentes: desde la recreación hasta el trabajo.

En un mundo de oyentes, el sordo es el otro. Lo ajeno, lo incomprensible. Queda, por tanto, relegado a un segundo o tercer plano, cuando no completamente fuera de escena. En todos los ámbitos de la vida las personas sordas juegan un papel mínimo, en muchas ocasiones no son dueños ni de sus propias vidas.

¿Qué sucede si pensamos la sordera no como una discapacidad, sino como una diferencia? Las personas sordas no carecen de la capacidad de comunicarse con su entorno: no carecen de lenguaje, sino de lengua. Mejor dicho: no carecen de lengua, sino de una lengua común con los oyentes. Las personas sordas hablan lenguas distintas a los oyentes: las lenguas de señas.

¿Qué sucede si alguno de nosotros visita un país que habla otra lengua distinta a la nuestra? ¿Se nos consideraría discapacitados por no hablar la lengua local? ¿Entraríamos en el país y se nos daría licencia para estacionar el auto en lugares reservados? Evidentemente, no. ¿Por qué a las personas sordas se les considera discapacitadas, cuando el problema es de comunicación?

Una general sorda en una serie de fantasía

The Dragon Prince es una serie animada que nos cuenta la historia de dos mundos en guerra: el mundo fantástico (compuesto principalmente por elfos y dragones) y el mundo humano. Dos niños humanos y una niña elfo entablan amistad y juntos emprenden una larga travesía para devolverle la paz al mundo.

Dentro de esta serie hay un personaje que destaca: la general Amaya, quien dirige la ofensiva humana del reino de Katolis y es muy respetada en el ejército, el pueblo y la corte. No resalta únicamente debido a su valentía, determinación, habilidad en la guerra y su alto cargo militar. Amaya es una mujer sorda. ¿Cómo resuelve The Dragon Prince la comunicación entre Amaya y su entorno?

 

Las lenguas de señas

Las lenguas naturales para las comunidades sordas alrededor del mundo reciben el nombre de lenguas de señas. Estas lenguas consisten en un conjunto de signos o señas, movimientos corporales, expresiones faciales y otros componentes gestuales y visuales; permiten la comunicación entre sordos y entre sordos y oyentes señantes. Hay muchas lenguas de señas, que no necesariamente se corresponden con las lenguas orales con las que conviven. Es importante recordar que las lenguas de señas no son una manera de codificar mediante signos las lenguas orales.

La única diferencia entre las lenguas de señas y las lenguas orales es que las primeras dependen de la percepción visual, mientras que las segundas dependen de la percepción auditiva. Por lo demás ambos grupos de lenguas son muy similares. Las lenguas de señas poseen su propia gramática, léxico, dialectos, modismos, etcétera. Es un error creer que las lenguas de señas son un remedo de las orales, o que son solamente mímica y gestos.

En The Dragon Prince la general Amaya emplea la lengua de señas americana (ASL por sus siglas en inglés), que por supuesto difiere de otras lenguas de señas.

¿Cómo es representada la sordera en The Dragon Prince?

Hay tres elementos que juegan un papel importante en la comunicación de Amaya con el resto de personajes: lengua de señas, interpretación y lectura de labios.

 
1. El uso de ASL en la serie y la ausencia de subtítulos para los no señantes

La ASL es el recurso más importante para la comunicación de Amaya y el mejor representado en The Dragon Prince; aunque no exento de fallas. La animación no es precisamente espectacular y en ocasiones las señas se ven raras y poco fluidas, lo que dificulta su entendimiento. También sucede que a veces las escenas se encuentran muy lejanas y oscuras o mal encuadradas, además Amaya utiliza guantes oscuros, lo que en varias ocasiones dificulta ver adecuadamente los movimientos de sus manos. Para una persona sorda comprender las señas con esos impedimentos es como para un oyente escuchar a su interlocutor en un concierto de rock.

Un gran punto a favor del uso de ASL en The Dragon Prince es la ausencia de subtítulos cuando la general Amaya seña. En aquellas escenas en las que Amaya se encuentra sin su intérprete (del que hablaré más adelante), uno pensaría que la serie reemplazaría a aquel con subtítulos para que el espectador no señante sea capaz de comprender lo que se está diciendo. No hay tales subtítulos. Esto puede parecer molesto y es precisamente por ello por lo que encuentro tan acertada esa decisión. La confusión que embarga al espectador no señante cuando se enfrenta a una Amaya señante es auténtica, en el sentido de que en una situación real de interacción entre un sordo y un oyente, es en efecto esa desazón la que uno experimenta. The Dragon Prince es capaz de transmitir la frustración de estar frente a una persona con la que uno no puede comunicarse.

Por ejemplo: hay una escena en cierto episodio en la que Amaya hace un pequeño chiste a costa del rey; el chiste lo comprende únicamente la hermana de Amaya. La escena me parece ejemplar, pues el rey está acompañado en su confusión por el espectador no señante, quien es puesto en la penosa situación de querer entender lo que ha sido señado y ser incapaz de hacerlo.

La ausencia de subtítulos es algo que refleja acertadamente la vida real. Es común que los sordos experimenten ese mismo aislamiento en su trato cotidiano con los oyentes, en un mundo carente de subtítulos para ellos. Son como extranjeros en su propio país, únicamente porque la gran mayoría de las personas no habla su lengua.

 
2. Interpretación de ASL

Hay un personaje, el comandante Gren, que tiene una relación particular y estrecha con Amaya: es su amigo, su intérprete y su subordinado. En la mayoría de las escenas él está presente para interpretar al resto de los personajes (y de paso al espectador) lo que seña Amaya. Hay algunas cosas que son simplemente inverosímiles: momentos en los que Gren interpreta sin ver directamente las señas o veces en las que Gren se adelanta a las mismas; ambas son situaciones imposibles en la vida real. Esos pequeños detalles para mí no representan gran problema, pues se entiende que es una pequeña licencia en aras de no romper el ritmo del episodio.

 
3. Lectura de labios

Es simple: en el mundo real la lectura de labios es más un mito que un hecho.

Los sordos sí que desarrollan una habilidad superior para leer los labios a la del resto de la población, aunque esto dista mucho de ser tan impresionante como las personas creen. En The Dragon Prince decidieron hacer a Amaya una experta en lectura de labios, al punto de que es capaz de entender perfectamente y sin equivocación todo lo que otras personas le dicen, tras leer sus labios. Esto es del todo incorrecto, aunque no es una licencia grave, sobre todo porque el objetivo de la serie no es hablar de sordera.

Comprender y representar la otredad

The Dragon Prince me parece un gran ejemplo de que apostar por entender a los otros nos permite generar historias y personajes llamativos y entrañables. En los medios audiovisuales no suelen estar presentes los sordos porque el mundo oyente no entiende al mundo sordo y es más simple no representarlo; cuando llega a hacerlo, las personas sordas aparecen como personas desvalidas, secundarias y prescindibles.

Celebro la decisión de incluir a un personaje sordo en The Dragon Prince. Sobre todo porque Amaya no es el típico personaje sordo que está ahí de adorno o como aporte cómico; no, Amaya va por ahí pateando traseros y señando bullshit (mierda), aunque el intérprete nos suavice la expresión. La general es un personaje disruptivo y que, sin necesidad de hablar, genera mucho ruido y nos recuerda que las personas sordas también están aquí y tienen mucho que decir.

Podemos repensar la manera en que nos relacionamos con las personas sordas. Para ello es indispensable, primero, comprenderlas. Solamente así dejaremos de etiquetarlos como los otros y, con ello, de rechazarlos.

Osvaldo Miranda

Osvaldo Miranda

Redactor

Nacido en la Ciudad de México, en 1994. Escribo por placer. Con rabia, tristeza y dolor. Escribo para tener algo que hacer mientras llega la muerte. Escribo cuando estoy solo y cuando estoy acompañado pienso en qué escribiré después. Escribo historias para contarlas a los demonios que comparten piso conmigo: les gusta leer sobre ellos. Escribir es la cera en los oídos que me aleja de las sirenas de la locura. Estoy convencido de que escribir es una necesidad fisiológica.
Caro Poe

Caro Poe

Directora de Diseño

Diseñadora gráfica.

Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.

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