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Imagen: Sofía Olago

María Alejandra Luna

Personajes:

La bella

El brujo

Las hadas

(Noche. Tan noche, que los cabellos de La bella se confunden con el cielo oscurísimo. Próximo a sus pasos, un bar. Caminando a la par, sus tres amigas. No es necesario que vayan abrigadas, todavía sobra calor de la tarde.)

Hada 1: — ¿Entramos?

La bella: — ¿Decís? Hay mucha gente.

Hada 1: —No importa. A lo sumo, nos tocará esperar un poco más.

Hada 2: —Sí, por favor. Ya fue. Yo estoy cansada. Quedémonos acá.

(Entran, entonces. El bar está atestado y bastante apagado, excepto por unas luces rosadas y verdes. Hay una mesa larga, ocupada a medias por otras personas.)

Hada 3: — ¿Nos sentamos acá?

Hada 2: —Sí, dale. Es eso o esperar afuera… Y no tengo ganas.

La bella: —Yo tampoco tengo ganas. Vamos a sentarnos.

(Al lado de ella queda el brujo. La mira bastante, mientras conversa con su gente. Es decir, mientras las voces intentan superponerse a la música.)

Hada 1: —No vamos a poder contarnos nada.

La bella: —Comemos algo y salimos a caminar…

Hada 2: —Más que nada, para que yo descanse los pies.

Hada 1: —Bueno, está bien. No me quejo, no me quejo.

Hada 3: —Además, mejor si nadie escucha…

Hada 1: — ¡Ay! Vos y tu paranoia…

(Situación genérica: se acerca un mozo, toma el pedido de las chicas, les promete una espera de quince minutos, se retira. Todas decidieron probar un trago distinto, para poder compartir sin gastar tanto dinero. La música, cada tanto, es sepultada por las risas animadas de quienes cenan o bailan. Los pisos de madera ríen también, al compás de los pasos.)

Hada 3: —Hoy Paula se enojó porque me olvidé de lavar el mate. Creo que igual estaba ofendida por otra cosa…

La bella: —Sí, claramente. ¿Pasó algo estos días?

Hada 3: —Estuvo llamando mi ex. Se muda. Quiere despedirse. Qué sé yo.

Hada 1: —Decile a Paula que no joda, mirá si le va a molestar tu ex, hace tres años que se separaron…

La bella: —Bueno, pero también entendamos a Paula. No la anda vigilando las veinticuatro horas. ¿Qué sabe si no se hablaron más?

Hada 3: — ¡Pero me puede preguntar!

La bella: Ya sé, pero quizá le da miedo preguntarte. Vos sos medio mecha corta, nena. Tal vez le hacés pensar que se desubica.

Hada 3: —Y se desubica… ¿No confía en mí?

Hada 2: —Uh, pero no te cuesta nada hablar con ella para que se quede tranquila. Encima te estás haciendo la superada y en realidad te encanta esto.

(Risas cómplices.)

Hada 3: —Bueno, sí: lo admito.

(El mozo vuelve con los tragos, pero la comida todavía no está. Tiene cinco minutos de ventaja.)

La bella: —Brindemos, por esta terca empedernida.

(Brindan, toman un traguito y apoyan los vasos. De inmediato, empiezan el ritual de intercambio de bebidas.)

Hada 2: — ¡Me gustó más el tuyo!

Hada 3: —A Paulita le encantaría este.

La bella: —A mí no me gustó ninguno…

(Risas cómplices de otros.)

El brujo (deslizando lentamente su vaso): —Probá suerte con este.

La bella: — ¿Seguro?

El brujo: —Si te gusta, me pasás tu número.

La bella (risueña): —Espero que no me guste.

(Prueba. Llega la comida. Las hadas comienzan a comer. La bella tarda un poco, pero se les une pronto. De pronto no siente tanta hambre.)

El brujo: — ¿Te gustó?

La bella: —Más o menos.

El brujo: —Pasame la mitad de tu número y adivino el resto.

La bella: —No, no. Mejor no.

(Las hadas siguen comiendo. La bella está mareada. El brujo se levanta con sus amigos y se va.)

Hada 2: —Qué tipo raro, ¿no?

La bella: —Sí, fue rara su forma de intentar levantar.

Hada 1: —Por lo menos no se puso violento cuando le dijiste que no…

La bella: —Me envalentonó estar con ustedes.

(Recambio de clientes. Las luces intermitentes y de colores marean más a la bella. Se levanta y va hacia el baño.)

Hada 1: — ¿Se habrá angustiado de antemano?

Hada 3: —Puede ser, sí. Pero parecía mareada.

Hada 2: — ¿La voy a buscar?

Hada 1: —No, no. Dejémosla respirar un poco. Nos habría dicho. Debe querer estar sola si se siente mal.

(Nuevo recambio de clientes. Oscuridad total momentánea. Segundos más tarde, luces de colores otra vez.)

Hada 3: —Sí, tal vez quiere vomitar. Le deben haber caído mal los tragos.

Hada 2: —Tenés razón. No toma y encima nunca los habíamos probado.

Hada 1: —Por eso, por eso.

Hada 2: —Bueno, la esperamos acá.

(El reloj no se detiene y avanza hasta la hora de salida. Se iluminan el bar y la realidad de los empleados que comienzan a desmantelar todo.)

Hada 2: —Che, no. Yo la voy a buscar. Ya nos tenemos que ir.

Hada 3: —Sí, sí. Vamos a buscarla.

(Las tres hadas se dirigen al baño. El pasillo también está iluminado. Abren la puerta. Los baños están siendo aseados. No hay clientes dentro.)

Hada 1: —Perdón, ¿no vieron a una chica…?

(Gestos de negación. Las hadas se miran, preocupadas, y se ponen a llorar. La bella, en cambio, no llora. Duerme en los brazos del brujo, en un auto que se aleja a cientos de kilómetros por hora.)

María Alejandra Luna

María Alejandra Luna

Subdirectora General / Directora de Redes Sociales

Buenos Aires le dio el soplido de vida a mi existencia. De origen hebreo, mi primer nombre. La Antigua Grecia me dio el segundo. La Luna alumbró mi apellido. Escritora de afición, lectora de profesión, promotora de poesía y de los márgenes de la cultura. Dicen que soy quisquillosa con las palabras, que genero discursos precisos y que sobreanalizo los discursos ajenos. Y todo esto se corresponde conmigo. Pueden ser tan expresivos los textos que escribo como los gestos que emito al hablar. Y esos rasgos trato de plasmarlos en los ámbitos donde me desarrollo, como las Redes Sociales.

Sofía Olago

Sofía Olago

Ilustradora

Mi nombre es Diana Sofía Olago Vera, para abreviar prefiero ser llamada Sofía Olago. Tengo 19 años y nací en Lebrija, un pequeño municipio del autoproclamado país del Sagrado Corazón de Jesús: Colombia. Sin embargo, desde pequeña he vivido dentro del área metropolitana de Bucaramanga, capital del departamento de las hormigas culonas.

Soy una aficionada del diseño que nutre su estilo y conocimientos a base de tutoriales y cacharrear softwares de edición. Actualmente, soy estudiante de Comunicación Organizacional, carrera que me dio la mano para mejorar mi autoconfianza y mis habilidades comunicativas.

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