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Imagen: Caro Poe

Alejandro Zaga

El 14 de noviembre del 2014 (seis años ya, increíble) salía de clases en la universidad junto a mi excelente amigo Emiliano, quien me dijo «compadre, vamos al cine, yo te pago el boleto» lo cual me tomó por sorpresa, así que le contesté «mira, tú me caes muy bien, pero no sé si quiero tener ese acercamiento contigo, compadre», y él replicó «no, no, es que de verdad quiero que veas esta película y me digas lo que opinas». Fuimos. Yo ni siquiera sabía que Iñárritu tenía un nuevo estreno en puertas, al parecer nadie, pues en la sala, con mi amigo y yo, había dos parejas y un sujeto solo. Siete personas solamente.

Él y yo reímos prácticamente de principio a fin y fuimos los únicos, incluso nos llegaron a chitear, ¿por qué? ¿no es acaso Birdman una película de comedia? ¿No habían captado los finísimos guiños a México como Edward Norton diciéndole «cabrón» a Michael Keaton o escuchar la clásica grabación de tamales oaxaqueños en la 5° Avenida? Según he escuchado los tamales oaxaqueños no vienen de Oaxaca, a diferencia del buen Emiliano.

Salió de cartelera a las pocas semanas, para volver con una afluencia revitalizada por sus nominaciones en la temporada de premios. Salas abarrotadas porque no podían dar la espalda a un mexa en los Oscar, Globos de Oro, BAFTA, SAG y muchos festivales.

Escuché por ahí que mucha gente fue a verla creyendo que en verdad era una película de superhéroes. Ahí comienza la comedia, Iñárritu creó la broma desde el título de la película, porque ¿quién es el superhéroe Birdman? Aunque no hay una referencia clara al personaje de Hanna-Barbera, varios veteranos recordarán al sujeto que volaba y tenía poderes provenientes del sol y los mismos veteranos se carcajearán al preguntarse «¿cómo van a hacer una película de ese personaje tan meco?». Buena jugada el manipular el pensamiento colectivo y hacer que, al menos, lean la sinopsis.

La siguiente parte de la comedia sigue al enterarse del protagonista (sí, todavía no empieza la película y ya te pudiste reír dos veces) porque Michael Keaton fue un ícono en los 90 por interpretar a Batman; en el plano ficcional de esta película Riggan Thompson, personaje de Keaton, interpretó en la misma época a un Birdman en tres películas de fama mundial para después ser olvidado… y por eso se llama así la película.

Al respecto, en una masterclass, mi tocayo de nombre y apellido ha dicho:

«La primera vez que me junté con Keaton, le mandé el guión y lo primero que me dijo una vez que fuimos a cenar, después de que lo leyó, fue “Alejandro, tú te estás burlando de mí ¿verdad?”, y le dije “no, wey, no me estoy burlando de ti, es una película más sobre mí que de ti, a mí tú me vales madres. Yo estoy hablando del proceso artístico de cualquier persona…”»

Por fin uno ve la película y desde el comienzo nos topamos con una cascada de sinsentidos en un tono más bien realista que corresponden a un uso magistral del antihumor. Como espero indagar más sobre el término en otra ocasión, me limitaré a definirlo como el humor que controla o dirige la capacidad de reír de la audiencia/espectador, es esa risa que brota porque algo no se siente adecuado o por la expectativa. Ahora recuerdo que hubo un momento más de comedia anterior a la película, el primer tráiler, uno que no decía nada concreto, mostrando a Keaton molesto, con una gravísima voz en off reclamando diversas cosas, con varios cortes que muestran explosiones, un robot pájaro gigante y al protagonista moviendo cosas con la mente, haciendo que quien lo vea sin contexto imagine la historia llena de acción de un antihéroe renegado… hasta que llega la parte en que se está peleando patéticamente con un Edward Norton en calzones y dos personas los miran sin hacer nada. Confuso, muy confuso.

Otra muestra de este tipo de humor se encuentra en un hilarante plano que nos muestra un pasillo en el que no sucede nada por 25 segundos. Narrativamente este plano nos demuestra que la acción ocurre en otro lado y que no nos importa lo que materialmente suceda con nuestros personajes, lo que debamos saber lo sabremos; así pues, lo que me parece tan disfrutable de estos segundos es la carga semántica en el plano de nosotros, espectadores, a los que siempre se nos echa en cara la gigantesca cantidad de dinero que una película cuesta y por lo cual cada segundo es importante… Desde otra perspectiva, dado que el propio Iñárritu ha confesado haber querido ser músico sin lograrlo, se puede interpretar este pasaje como un silencio que mutea la arrebatada acción que había estado in crescendo durante la hora anterior.

Ahora que toco la parte musical me gustaría destacar que la banda sonora no está exenta de humor. Se compone esencialmente de una batería jazz que guía las escenas y rellena los paneos, dotándolos de acción, pero no sólo eso, sino que se diluyen la música incidental (la que se encuentra fuera de la ficción, con la que no interactúan los personajes) y la diegética (que puede explicarse desde dentro de la ficción pues proviene de ese plano) pues si bien la percusión no suele abandonar las escenas, a veces encontramos dentro del cuadro a quien la está produciendo, un baterista en la calle o en un pasillo (¿qué hace ahí, para empezar?). En una decisión controversial, la Academia descalificó a Antonio Sánchez de la categoría Mejor banda sonora de los Oscar.

En la película, el protagonista intenta montar una obra de teatro en Broadway, en lo cual ha impreso todo su dinero, pues cree que es la única manera de opacar la imagen de celebridad en ocaso que tienen todos (los que se acuerdan) de él. Me parece que la decisión de aparentar un plano-secuencia durante casi toda la película es un acierto dado el ambiente en que se desarrolla la acción, pues así es el mundo del teatro, sumergido en inmediatez. Todos los involucrados, no sólo actores, deben responder instantáneamente a estímulos. Por otro lado, al no ser el medio más amigable, el chisme corre a una gran velocidad, apenas dices algo en un pasillo cuando ya alguien prepara cómo contestarte en la entrada del edificio.

El escritor Raymond Carver, una superestrella de la literatura del siglo XX, tiene un gran peso en la trama. Primeramente, la obra que montan es una adaptación (bastante libre) del cuento «De qué hablamos cuando hablamos de amor». Riggan, por su parte, cuenta que decidió ser actor tras una puesta en escena escolar en que él aparecía y recibió un mensaje de Carver, quien había estado en el público, en la servilleta de un bar. Al parecer, Riggan, a donde vaya, lleva la nota en que se lee «Gracias por una actuación sincera».

La interacción de los personajes es una radiografía exacta de lo que puede suceder en cualquier puesta en escena, desencuentros, ganas de rendirse, amoríos, desconocidos en los pasillos y suele haber también gente muy decepcionada de sí misma. Pero no se depriman, que esto es una comedia.

«— ¿Por qué no tengo respeto propio?

—Eres actriz, cariño».

Otro concepto del drama con el que se juega subtextualmente es el de «persona» que etimológicamente se remite a las máscaras griegas, usadas en el teatro para entrar a la ficción de encarnarse en alguien más. Así mismo, se deriva «per-sonare» o sonar a través, eso es lo que hacemos con nuestra personalidad, sonar a través de ella. Llama la atención en la trama que Riggan escucha la voz de su pasado, el superhéroe Birdman que le insta a desistir de realizar algo en un mundo al que no pertenece, en su opinión y la de varios más. Éste es el ejemplo más claro y más metadiscursivo, pero en realidad hay muchos personajes que utilizan “máscaras” o adoptan diferentes personalidades. El personaje de Edward Norton, Mike Shiner, es incapaz de relacionarse comúnmente con sus semejantes en la vida cotidiana, con una actitud usualmente provocativa, rayando en lo ofensivo, opuesto a lo que sucede en el escenario, donde es un actor omnipotente, capaz de impresionar a los más duros críticos de Broadway. También las dos actrices en escena, sendas parejas de los ya tratados, que se encuentran en esas relaciones que las han consumido hasta preguntarse quiénes son y por qué están en ese lugar. A ellas pertenece el diálogo citado anteriormente, interpretadas por Naomi Watts y Andrea Riseborough. Por último, un personaje que es tal vez opacado por los demás en cuanto a la tensión dramática, pero sin el cual no avanza el tejido de la historia, interpretado por Zach Galifianakis, adopta múltiples roles y por tanto, máscaras, es el productor de la obra, abogado de Riggan, además de su mejor amigo y con esto, terapeuta, mediador y cuanto se acumule.

Iñárritu también ha dicho que el financiamiento fue muy atropellado, pues ninguna productora le ofrecía suficiente para su proyecto, por lo que tuvo que reescribirlo, lo que en su opinión terminó beneficiándolo. El director mexicano apostó todo a este trabajo que en términos teóricos suena tan extraño para Hollywood: una comedia negra (de todos colores, realmente) en plano secuencia protagonizada por un abandonado del ojo público Michael Keaton sobre teatreros que presentan a Raymond Carver. Se terminó filmando en tan sólo diecinueve días, con un trazado milimétrico, muy similar a lo que una puesta en escena representa.

«Monté primero todo… era como una obra de teatro, yo monté todo el movimiento ‘tons ya llegaba con Michael y le decía, mira, Michael, vas a empezar acá…»

¿Y cómo no ser como una obra de teatro si la acción se desarrolla en un teatro, con actores de teatro que hacen una obra de TEATRO?

Como toda buena comedia, esta película presenta duras críticas a diferentes temas, como una interesante batalla entre lo antiguo y lo moderno, como los medios impresos contra los digitales, las críticas en Broadway se publican en el periódico (aunque seguro se digitalizan, se prioriza su aparición en físico), pero si no tienes una cuenta de Twitter es posible que se ignore tu existencia por completo.

Hay decenas de cosas más que se pueden estudiar y opinar sobre esta genial pieza cinematográfica, aunque ni siquiera es mi favorita de Alejandro G. Iñárritu, pero mi intervención terminará aquí y esperaré que alguien pueda decirme pronto, entre los lectores, de qué hablamos cuando hablamos de Birdman.

Alejandro Zaga

Alejandro Zaga

Director Jurídico

Nacido en 1995 en Distrito Federal (hoy CDMX). Estudió teatro y la licenciatura de Estudios Latinoamericanos, en la UNAM. Ambas truncas. Permanente estudiante/escrutiñador de la comedia, pues la risa es la prioridad. La ironía lo llevó a inscribirse en Derecho, también en la UNAM.

Caro Poe

Caro Poe

Directora de Diseño

Diseñadora gráfica.

Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.

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