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Ilustración: Sofía Olago

Paulo A. Cañón Clavijo

Si el diablo está en los detalles, Don DeLillo sería un hereje a tiempo completo. Al escribir no sólo retrata la sociedad estadounidense de finales del siglo XX, sino que pinta, a su vez, un paisaje especulativo que se elabora a partir de las pequeñas acciones, de los momentos mínimos que no determinan una vida, pero que si tensan los tejidos que la conforman. De cierta forma, es un maestro de lo cotidiano.

Sus novelas, estandartes del estilo posmoderno, herederas de Hemingway y predecesoras de David Foster Wallace o Jhonatan Franzen, abordan una serie de temas interesantísimos, yendo desde la tecnología criogénica —Zero k— hasta el terrorismo y el 9-11 —El hombre del salto—, pasando por una gama tonal que involucra radiación —Ruido de fondo—, magnicidios —Libra— o nazismo —Fascinación—. Todo con el aderezo de un centenar de reflexiones de la vida moderna y el rol que ocupa la tecnología en ella.

Si es necesaria una razón para darle el Premio Nobel —aunque su obra pueda proveer muchísimas— considero que debería ganarlo por el mero hecho de abrir un camino nuevo a las interpretaciones de la vida común, por mostrarnos, por medio de un lenguaje sencillo que serpentea entre las metáforas y la crónica, que contar la realidad a partir de extrañezas y especulaciones extrañas puede ser muchísimo más interesante que limitarnos a entenderla en sus más puros términos.

Nació en 1936 y hace parte de la misma generación que dio a luz a titanes de la literatura norteamericana como Cormac McCarthy, Thomas Pynchon y el gran Philip Roth. Hijo de inmigrantes italianos, DeLillo comenzó su carrera literaria después de cumplir los 30 años. Usualmente es reacio a las entrevistas y a los reconocimientos, lo que no ha impedido que se le concedan premios como el National Book Award —1985 por Ruido de fondo—, el premio PEN/Faulkner —1992 por Mao II—, el PEN Saul Bellow —2010— o la Medalla National Book Awards por su distinguida contribución a las letras norteamericanas —2015—.

Algunos libros:

  • Americana, 1971
  • La estrella de Ratner, 1976
  • Los nombres, 1982
  • Ruido de fondo, 1985 (Premio National Book Award)
  • Submundo, 1997
  • El hombre del salto, 2003
  • Punto omega, 2010
  • Cero k, 2016

En sus propias palabras:

  • «Nunca elijo un tema, simplemente sigo a los personajes».
  • «Es algo que pasa cuando uno escribe obras de ficción. De alguna manera, la muerte es el tema fundamental de una novela, a diferencia de un cuento corto. La muerte es un elemento que hace fluir la narrativa. Hace que cobren forma ella y los personajes que contiene».
  • «Desde hace miles de años, la humanidad ha soñado con la vida eterna, pero no ha sido posible comprarla. En el mejor de los casos, se ha podido aspirar a la vida eterna en un sentido espiritual, en un lugar no físico».
  • «Los hechos son cosas solitarias». Libra.
  • «Mi lenguaje está más cerca de Hemingway que de Shakespeare. De haber nacido un poco más tarde, Shakespeare hubiera sido, seguramente, novelista».
  • «El mundo está lleno de significados abandonados, y me parece descubrir cuestiones e intensidades inesperadas en las cosas más cotidianas». Ruido de fondo.
  • «Escribir es ir forjando frases que hay que ir arrancando una a una del venero del idioma. Mi trabajo consiste en entablar un forcejeo feroz con el lenguaje».
  • «El terrorismo no es sólo la historia de quienes se involucran en él y empuñan las armas por la causa que sea. Es algo que le puede suceder a cualquiera, en cualquier momento y casi en cualquier lugar».
  • «Éstos son los días de después. Todo ahora se mide por después». El hombre del salto.
  • «Una vez que tengo una idea para un personaje, él o ella se desarrollan de forma natural. Y sucede cuando comienzo a escribir, frase tras frase, página tras página; empiezo a comprender a esa gente mejor, me dicen quiénes son. Es muy importante que el lenguaje se acople a esos personajes, al tipo de historia que estoy tratando de contar».
  • «Nunca me he sentido como un profeta, pero escribo también de experiencias que a la gente que nunca las ha tenido le pueden parecer proféticas. Pero yo soy un escritor».
  • «California se merece todo lo que le ocurra. Los californianos inventaron el concepto de estilo de vida. Sólo eso ya justifica su condena». Ruido de fondo.
  • «Soy un escritor que depende del lenguaje, que trata de crear algo que el lector encuentre convincente, tan simple como eso. No comparo el lenguaje con los personajes, forman parte de lo mismo. Por supuesto, en muchas novelas hay diálogos, pero el diálogo pertenece al personaje más que al escritor. La narrativa, la prosa, no se desarrolla a partir de los personajes, sino del escritor y de la situación».
  • «El futuro le pertenece a las multitudes». Mao II.

 


 

Fuentes:

Don DeLillo: «Nunca elijo un tema, simplemente sigo a los personajes»

Don DeLillo: “Llegué a temer por mi salud mental”

Don DeLillo: «No soy demasiado viejo para escribir otra gran novela»

Autor

Paulo Augusto Cañón Clavijo

Paulo Augusto Cañón Clavijo

Redactor

Colombiano, periodista y lector de tiempo completo. Escribo para encontrarme. Apasionado del fútbol, la música, los elefantes, las mandarinas y los asados.

Ilustradora

Sofía Olago

Sofía Olago

Ilustradora

Mi nombre es Diana Sofía Olago Vera, para abreviar prefiero ser llamada Sofía Olago. Tengo 19 años y nací en Lebrija, un pequeño municipio del autoproclamado país del Sagrado Corazón de Jesús: Colombia. Sin embargo, desde pequeña he vivido dentro del área metropolitana de Bucaramanga, capital del departamento de las hormigas culonas.

Soy una aficionada del diseño que nutre su estilo y conocimientos a base de tutoriales y cacharrear softwares de edición. Actualmente, soy estudiante de Comunicación Organizacional, carrera que me dio la mano para mejorar mi autoconfianza y mis habilidades comunicativas.

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