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Ilustración: Caro Poe

René Medina

La cultura mexica, como la mayoría de las culturas prehispánicas, es de una riqueza vasta. En muchos de los ámbitos en que se puede utilizar esta palabra. En la gastronomía, la ingeniería, la construcción, el conocimiento de la hidráulica, por supuesto la astronomía y, quizá, uno de los más olvidados; la filosofía.

Muchas veces desconocemos la profundidad filosófica que los pensadores mexicanos lograron alcanzar. Tendemos a imaginar a los mismos desde un punto de vista europisado. Los imaginamos tal vez, como un pueblo semi bárbaro, con una organización social adecuada, politeísta, que sucumbió ante la llegada de los españoles, con sus caballos, sus rifles y sus espejos. Nada más alejado de la verdad.

La complejidad del pensamiento filosófico, político y religioso mexica, es comparable con cualquiera de los sistemas filosóficos occidentales citados por antonomasia; equiparable sin duda, con la filosofía helenista clásica.

El pensamiento, la vida y el devenir social, religioso y político, estaba orientado hacia la trascendencia. Todo su ser, desde su nacimiento hasta su muerte, estaba trastocado por la espiritualidad. Se sabían y se reconocían como cuerpo y alma, como rostro y corazón. In ixtli in yollotl, «la cara, el corazón» simbolizan siempre, lo que hoy llamaríamos fisonomía moral y principio dinámico de un ser humano. Un hombre que era considerado maduro, había de poseer rostro y corazón; un rostro sabio, y un corazón firme. Toda la sociedad era responsable de ir otorgando a cada infante, el rostro y corazón, ya que, todos nacían sin ellos. El rostro y corazón era la expresión utilizada para designar la personalidad que se va adquiriendo gracias a la práctica de las virtudes y del sacrificio. Aun cuando la única certeza para el mexica, como para nosotros, era la muerte, esta idea le parecía muy pobre. Para ellos, hemos venido a este mundo, a conocer nuestros rostros.

Al nacer, la partera, a nombre de toda la comunidad, realizaba un rito de inserción. Sahagún nos lo narra de la siguiente forma: Luego de que le daba gustar el agua con los dedos mojados, le decía: «Toma, recibe, ve aquí con lo que has de vivir sobre la tierra, para que crezcas y reverdezcas»… Después de esto, le tocaba los pechos con los dedos mojados en el agua celestial y le decía «Cata aquí el agua celestial que lava y limpia vuestro corazón y quita toda suciedad, recíbela para que tenga ella el bien de purificar y limpiar tu corazón». Luego que entre en tu cuerpo y destruya y aparte de ti todo lo malo, y contrario que te fue dado antes del principio del mundo.[1]

A los mexicas, desde pequeños se les infundía la idea de que solo eran pasajeros en este mundo, de manera que no valía la pena el apego a las cosas materiales, ni a las angustias, ni a los estados de alegría… a nada. Todo era perecedero, al final, solo se encuentra la muerte. Este pensamiento, se iba desarrollando en el mexica desde su nacimiento. Lo único verdadero sobre la tierra, es lo que satisface a Dios; los cantos y las flores: «In Xóchitl in cuicatl». La poesía tenía la característica de penetrar en lo real y hacerlo manifiesto al hombre; puesto que la poesía tenía un origen divino, era capaz de conmover el interior del hombre, sobrepasando con sus palabras, toda experiencia vulgar.

Tocado el punto de la divinidad, cabe de igual forma recalcar, que la filosofía, junto con el estado y la sociedad, se fundían con lo religioso. De este ámbito, manaba todo el pensamiento y el obrar del pueblo mexica. Sin embargo, contrario a la creencia popular, La cultura mexica no era una cultura politeísta, sino por el contrario, monoteísta. Reconocían un solo Dios verdadero.

Le conocían y sabían y decían que había doce cielos, donde en lo más alto estaba el gran Señor y su Mujer, y al gran Señor lo llamaban Moetecutli y a su compañera le nombraba Omecíhual[2] Un Dios, que estaba por encima de los otros dioses. Cabe hacer una aclaración importante en este punto. En el idioma náhuatl, para expresar la totalidad de una realidad, debía expresarse también su contrario. La dualidad, encerraba la totalidad y la plenitud de una voz. Así de esta manera, lo que Sahagún tradujo como dos dioses, son en realidad, la expresión máxima de la única divinidad que existe en la realidad. Ometecutli y Ometecíhuatl eran nombres derivados de Ometeotl, el Dios dos.

Otras características que se le atribuían a Ometeotl, u otros nombres que se le daban era Ipal Nemohuani: Aquel por quien se vive; in Tloque in Nahuaque: el Dueño del cerca y del junto, el que está junto a todo y junto al cual está todo; y quizá la forma más larga: Totecuiyo in Ilhuicahua in Tlaltipaque in Mictlane. Es decir, «Nuestro Señor dueño de los Cielos, de la tierra y de la región de los muertos». Debe mencionarse igualmente la voz Moyocoyatzin, que es equivalente a «El Señor que a sí mismo se piensa o inventa».[3]

Podemos ver, en esta última expresión, la profundidad del pensamiento mexica; el Dios que está sobre todos los demás es de quien emana la creación, por medio el propio pensamiento, por medio del Ens a se. Sin embargo, no tiene las mismas características que el Dios cristiano o algún otro dios de una religión monoteísta. Ometéotl está fuera de toda influencia humaba, es invisible e impalpable, no tiene caso dirigirse a Él. El hombre, vive pues, en un ensueño. La realidad es Ometeotl, es un movimiento sin rumbo. Tal como lo expresa el siguiente poema:

Nuestro Señor, el dueño del cerca y del junto,

Piensa lo que quiere, determina, se divierte.

Como El quisiera, así querrá.

En el centro de su mano nos tiene colocados,

Nos está moviendo como canicas,

Estamos dando vueltas, sin rumbo nos remece,

Le somos objetos de diversión:

De nosotros se ríe…[4]

El mexica, se consideraba a sí mismo un peregrino en esta tierra. La verdadera morada no está aquí, sino en la casa del dios Sol. Este pensamiento les hacía despreciar no solo los bienes materiales, sino todas las experiencias que se podían palpar en esta tierra; no eran más que espejismos de la verdadera realidad.

Como podemos observar, encontramos distintos rasgos del pensamiento occidental similares al pensamiento mexica. El mundo ideal platónico, que proyecta solo sombras en esta realidad, encuentra un eco en la realidad del mexica, que no aspira sino a trascender al mundo real. Pero no solo es esto, como ya lo mencionamos antes, todo el mundo del mexica, gira entorno a la trascendencia, es un devenir estoico, que enfrenta con pesimismo, que tiene un Dios verdadero al cual no puede rezar, y que por tanto, se dirige a otros dioses, los que sí pueden ser alcanzados por las plegarias y los sacrificios.

La cultura mexica fue pues, una cultura de un pensamiento vasto, completo, que a través de su lenguaje dual interpretaba el mundo que le rodeaba, reconociéndose como un peregrino, que venía a este mundo a conocer su rostro, a darle sabiduría, y a endurecer su corazón; un peregrino guerrero, orgulloso hijo del dios Sol, aspirando a ser su acompañante en su ejército celestial, que se decía creado por el gran Señor del Cerca y del junto, aquel que se piensa solo y solo se piensa, inmanente, invisible inalcanzable; una cultura esteta, que buscaba trascender su realidad en este mundo, con canto, con flores y con poesía.

Nadie en jade,
Nadie en oro se convertirá:
En la tierra quedará guardado
Todos nos iremos
Allá, de igual modo.
Nadie quedará,
Conjuntamente habrá que perecer,
Nosotros iremos así a su casa.

Como una pintura
Nos iremos borrando.
Como una flor,
Nos iremos secando
Aquí sobre la tierra.
Como vestidura de plumaje de ave zacuán,
De la preciosa ave de cuello de hule,
Nos iremos acabando
Nos vamos a casa… [5]

  1. DE SAHAGÚN FR. BERNARDINO, Historia general de las cosas de la Nueva España, Ed. Porrúa, México, 1982 p. 398 
  2. Sahagún, Op. Cit. P. 597 
  3. Cfr. SIMEÓN, Diccionario de la Lengua Náhuatl o Mexicana, ed. Siglo XXI, México, 1984. p. 172, 317, 439, 369 
  4. LEÓN – PORTILLA MIGUEL, La filosofía Náhuatl, Universidad Autónoma de México, México, 1983 p. 203 
  5. https://masdemx.com/2016/08/5-mejores-poemas-de-nezahualcoyotl/ 
René Medina

René Medina

Redactor

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