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Ilustración: Yessenia Rodríguez

Majenda Aliaga

Las colaboraciones literarias son más que comunes y suele reunir a personas muy talentosas, dando origen, algunas veces, a movimientos artísticos, revistas o libros. Justamente por este último motivo, hace un siglo aproximadamente, se dieron cita para publicar una selección de poesía latinoamericana, tres escritores que con el tiempo lograron destacar: un argentino, un chileno y un peruano.

Corría el año 1926 cuando se publicó Índice de la nueva poesía americana. En el mismo, se lanzaba a la palestra la literatura de vanguardia que se estaba haciendo en Latinoamérica. La selección de casi todos los poetas la hizo un joven poeta peruano, que pocos años después se mudó definitivamente a Argentina; país donde fundó un nuevo movimiento poético, el Simplismo. En el proyecto también participaron Vicente Huidobro y Jorge Luis Borges.

La cercanía entre el argentino y el peruano era muy fuerte y se acentúo cuando residieron en la misma ciudad. Compartían no sólo el gusto por la literatura sino además las tardes de café y las noches de tertulias. Fue justamente en una de esas tertulias que se produjo el cisma de su amistad. Uno le pidió dinero prestado al otro; siendo honestos, la cantidad entregada no fue mucha, ahora sería algo así como 5 o tal vez 6 dólares; un monto un tanto irrisorio y que sorprende haya provocado la ruptura de está alianza literaria. Pero sabemos lo pasional que pueden volverse los escritores y en asuntos de dinero a veces el honor por un lado, y el ánimo de sentirse estafado por el otro, priman. El asunto es que uno le prestó dinero al otro para pagar un taxi y pasados los días el deudor no daba señas de querer honrar su palabra. Esto provocó molestia en el otro a tal punto que llegó a publicar una diatriba, o como él lo llamaba, sus acostumbrados libelos que anteriormente ya había dedicado a otros escritores como Mariátegui.

Hasta la fecha se desconoce si se dio o no el pago, ello porque el deudor imaginamos al ver publicado el texto de reclamo se quedó aún con menos ganas de saldarla.

A continuación pueden leer la carta que escribió el peruano al ver que el argentino no daba señas de hacerle pago alguno.

Carta de Alberto Hidalgo a Borges

Querido Borges:

Voy a refrescarle la memoria.

Hace unos meses, varios, muchos, una noche, pasadas las 24, frente a la Confitería del Molino, Ud. tuvo un breve apuro. Quería acompañar a una amiga hasta su casa, en Villa No Sé Cuantos. El automóvil costaría, según sus cálculos, 3 o 4 pesos. Como Ud. no tenía ninguno, yo le presté diez. De modo que Ud. pudo irse con la chica, solos los dos, y juntos, dentro del auto y bajo la noche. Y de seguro que no pasó nada. ¡Nunca pasa nada entre Ud. y una mujer!

Corrió cierto tiempo. Cierta vez en el Royal Keller, extrajo Ud. su cartera y de ella un billete, nuevecito, de diez pesos, con desánimo de dármelos. Eran para abonar la consumación. Pero me dijo:

-No tengo sino esto. El miércoles cobraré un artículo en “La Prensa”.
-¡Hombre! -le respondí-, ¡Cuando usted pueda! ¡No faltaba más!

No volví a verlo. Desapareció de la tertulia y olvido la cuentecilla, no obstante de haber cobrado, de seguro, varios artículos en “La Prensa”. Ahora bien: desde hace algún tiempo, todo lo que usted escribe me parece malo, muy malo, cada vez peor.

¡Ud. con tanto talento, escribiendo puerilidades! ¡No puede ser! Temo que mi juicio adolezca de parcialidad, a causa de los diez pesos que me debe. Páguemelos, querido Borges. Quiero recobrar mi independencia. ¡Concédame el honor de volver a admirarlo!

Por otra parte, el dinero es sucio. Ud. y yo estamos por encima de él. Haga, pues, una cosa decente: vaya a una librería, compre unos libros por valor de diez pesos. Y me los manda por correo certificado. Los libros que, a su juicio, yo deba leer y los cuales -imagino- no serán los suyos. Nada más. Eso será suficiente para que pierda mi carácter, horrible, de acreedor.

Presente mis respetos a su familia. A Ud. yo lo recuerdo constantemente.
¡Y no por la deuda!

Un estrujón de manos. A.H.


Del Diario de mi sentimiento (1922–1936). Alberto Hidalgo, Edición del autor, 1937.

Majenda Aliaga

Majenda Aliaga

Redactora

He publicado poemas en plaquetas en Lima, Perú. Trabajé en librerías limeñas y actualmente escribo en la revista Katabasis y en mi página de Facebook: Lecciones de vértigo. Estoy preparando un libro de cuentos que espero publicar y una novela.

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