Ilustrado por: María Alejandra Luna
Paulo A. Cañón Clavijo
Empecemos con una frase de William Butler Yeats, el poeta irlandés. Un verso sencillo: “A terrible beauty is born”.
Eso es lo que nos muestra un libro como Las vírgenes suicidas, el nacimiento de una belleza terrible. En este relato, corto para su número de páginas, pero inmensa en la cantidad de tiempo que parece pasar mientras se lee, Jeffrey Eugenides desarma trozo a trozo el sentido de la adolescencia. El resultado es un mosaico precioso y a la vez completamente desolador.
Una ciudad, una casa, una familia con cinco hijas, los Lisbon. Padre pusilánime y madre conservadora y sobreprotectora. Las hermanas —Bonnie, Lux, Cecilia, Therese y Mary— viven una vida extraña, casi aislada del mundo que las rodea, en donde la adolescencia las arropa a todas al tiempo y, asimismo, las persigue un aire de fatalidad que nos acompaña desde la página uno, cuando sabemos que todas terminan por suicidarse. Esta cadena de muertes por mano propia comienza con un intento fallido de la menor, Cecilia, y termina con Mary, casi un año después.
No hay un narrador específico, solo la voz proveniente de un grupo de adolescentes que siempre habla en primera persona plural —nosotros—. Es esa voz la que le da un tono especial a la historia, pues estos jóvenes están obsesionados con las hermanas Lisbon. Los muchachos van construyendo la identidad de las Lisbon a partir de suposiciones, información que les llega de segunda o tercera mano, casi siempre de rumores y especulación.
El mito de estas vírgenes fatales, preciosas, inalcanzables y esquivas se va trenzando a los ojos de quienes las ven e intentan entender cómo son sus vidas detrás de las puertas de una casa que parece inexpugnable. Se trata de un libro sobre el despertar sexual, la vida, el infierno del estilo de vida de la segunda mitad del siglo XX en Estados Unidos y, principalmente, sobre la presión casi invisible que recae en las personas jóvenes.
Eugenides posee una prosa bellísima para narrar y se vale de los suicidios para ahondar en cómo la creación de un mito —las misteriosas hermanas Lisbon— puede darle vida a un imaginario entero que nos salve de la cotidianeidad abrumadoramente predecible y sosa que llevamos.
Las conclusiones del libro, en medio de su ambigüedad y el no saber nunca nada de boca de las hermanas, no son optimistas. Aun así, están imbuidas dentro de una belleza extraña, tan terrible y fascinante que es imposible dejar de mirar, incluso cuando sabemos que todas y cada una de aquellas muchachas van a morir y que jamás tendremos la posibilidad de evitarlo.
Magistral.
10/10
Paulo A. Cañón Clavijo
Autor
María Alejandra Luna
Ilustradora