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Ilustrado por: Lizeth Proaño

René Medina

Una de las frases en boga en la actualidad sin duda, gracias a la conmoción que ha despertado la última película de Christopher Nolan “Oppenheimer”. Y, estoy seguro que, a menos de que vivas en un bunker sin acceso a internet (en cuyo caso no estarías leyendo estas líneas claro está) has escuchado hablar bastante de ella. Lo que quizá no has pensado es que para nosotros los geeks de la ciencia (antes bien llamados nerds claro que sí), fue como ver “The avengers, Civil war”.  Con un nutrido número de super héroes de la física como Bohr, Fermi, Hill, Lawrence, Teller, Hans bethe y por supuesto Albert “the one and only” Einstein. Tengo que confesar que casi aplaudo cuando vi a cada uno de ellos; sobre todo al rockstar de la ciencia. (También tuve que resistir y limitarme a sonreír cada que Feynman tocaba los bongoes.)  Continuando con nuestra analogía, diríamos que ser el cap representando a los aliados le correspondería a Oppi y a su equipo, mientras que Heisenberg sería Ironman, solo agregando el pequeño detalle de los nazis y el fascismo. La película en sí es una epopeya a las que nos tiene acostumbrado Nolan, y hay mucho que decir de ella, sin embargo, en estas líneas, me gustaría hablar un poco más de otro gran protagonista del film que siento yo merece un poco más de atención, el proceso de fisión que hizo posible la bomba atómica. 

Y es que, para quienes ya hayan visto la película o la vayan a ver en los siguientes días, (no se preocupen en todo este artículo no hay spoilers), tal vez al salir de la sala, se hagan la pregunta, pero ¿Por qué los científicos de ambos bandos serían los responsables de crear una bomba? ¿Qué tuvo de diferente la atómica de las que ya existían? ¿por qué era tan potente? Pues a grandes rasgos trataremos de responder esas preguntas en los siguientes párrafos.

Todo empieza, por supuesto, con Einstein. En 1905 mientras era un trabajador en la oficina de patentes de Berna, publicó su Teoría de la relatividad especial. El mundo no volvió a ser el mismo. Una vez que Einstein abrió la puerta hacia el macro universo (cosmología relativa) y al micro universo (mecánica cuántica) ya no hubo vuelta atrás. Gracias a una serie de 5 artículos que publicó ese mismo año, nació una nueva manera de comprender la física, el universo, y toda la materia que lo contiene, si, incluidos nosotros mismos. Gracias a los estudios de Albert, el mundo es como lo conocemos ahora. Posibilitó la informática, los satélites, el GPS, los videojuegos, la exploración espacial, los superconductores, el internet y por supuesto la bomba atómica. Básicamente toda la tecnología de vanguardia que utilizamos ahora, (y los armamentos militares) tiene sus bases en los principios descubiertos por ese físico con cabellera alocada. Tan alta es su fama que no hay una ecuación más famosa que su principio de conservación de la energía, e=mc2, ¿La reconoces? Pues bien, todo esto le tomó a la humanidad un progresivo desarrollo durante el siglo pasado; sin embargo en las primeras décadas del mismo, aún se encontraba todo en pañales.  Para cuando Alemania invadió Polonia en 1939 marcando el inicio de la segunda guerra mundial, la mecánica cuántica era una ciencia en menos que pañales. No era mucho lo que se conocía. Por ejemplo, únicamente se conocían 77 de los 118 elementos que actualmente componen la tabla periódica. Sin embargo, el potencial de la nueva ciencia para los visionarios físicos teóricos, se les presentaba como ilimitado, y por supuesto, pensaron también en la guerra armamentista que se avecinaba. 

No nos detendremos a ahondar en las implicaciones políticas ni históricas, que por cierto son bastante bien abordadas en la película, y nos enfocaremos de manera directa en el cómo; de manera más concreta en cómo funciona la bomba atómica. 

Lo primero que debemos saber, y basta con que te aprendas estas líneas para impresionar a tu crush cuando la lleves a ver la peli, es que la bomba atómica funciona por el procedimiento de fisión nuclear.  Fisión muy a grandes rasgos significa, que un átomo se desintegra porque es golpeado con neutrones, los que, a su vez, desprenden otros neutrones que golpean a otros átomos, que a su vez desprenden otros neutrones y… Bueno, creo que ya se explica por sí mismo el concepto de reacción en cadena. Como sabemos, este tipo de procedimiento libera energía. La energía de un átomo siendo fisionado es inmensamente pequeña, casi despreciable, pero, una reacción en cadena es exponencial; es decir, puedes ir multiplicando por dos cada vez que se desarrolle este proceso, luego sería por cuatro, luego por ocho y así sucesivamente; si consideramos además que el proceso es casi instantáneo entre el choque y la liberación de energía; tenemos como resultado una columna de humo en forma de hongo con 6 kilómetros de longitud. Y tal como es la naturaleza del ser humano, en cuanto el proceso fue descubierto, no sólo se pensó en las implicaciones de desarrollo tecnológico que podían tener, sino que, de igual manera, se pensó de manera inmediata en las implicaciones militares que de aquí se podrían desprender, iniciando por los alemanes. 

A muy grandes rasgos, este es el procedimiento (el de la fisión) que se utilizó en el proyecto Manhattan. Sin embargo, era un procedimiento casi por completo desconocido. Apenas en 1934 Enrico Fermi, había descubierto la posibilidad y la eficacia de bombardear elementos con neutrones para generar isótopos nuevos.  (un isótopo es un tipo de átomo que tiene diferente cantidad de neutrones en su núcleo, pero no es otro elemento diferente, sólo tiene una masa diferente). Fermi. En 1939 dejó Italia, su tierra natal, para trasladarse a EUA por la situación política reinante. Mismo caso que Bohr, y otras mentes brillantes de Europa quienes trajeron consigo, toda la ciencia que los alemanes ya tenían en física cuántica.  

En este punto, Alemania llevaba la delantera. El equipo de Heisenberg y Otto Han, tenían más conocimiento experimental sobre las nuevas teorías y los aliados debían iniciar marchas forzadas para poder desarrollar el arma primero que los nazis, y así dio inicio una de las partidas de ajedrez más grandes de la historia. 

Creo importante puntualizar un par de anotaciones más. Debido a la premura de tiempo con que se contaba Oppenheimer y su equipo, idearon dos maneras distintas de obtener una reacción en cadena ocasionada por un material fisionado. Dos elementos fueron los seleccionados como los ideales para lograr la masa crítica (la masa crítica es la masa necesaria para lograr una reacción en cadena).  El primero fue el Uranio, pero no el uranio normal, ese es el uranio-238 (por el número de neutrones en su núcleo), sino uranio-235. Es decir, un uranio “enriquecido” por el bombardeo de neutrones que prácticamente no existe en la naturaleza, sino que se tiene que crear sintéticamente por la mano del hombre. Por lo tanto, se tuvieron que producir en plantas artificiales por distintos métodos y dieron como resultado una de las dos bombas utilizadas, la llamada Little boy. El otro elemento utilizado fue el plutonio; un elemento que también es fisible en un reactor nuclear y que al ser bombardeado por neutrones da plutonio-239, material que dio origen a la segunda bomba: Fat man. Como no se sabía a ciencia cierta, cuál alternativa era mejor, se desarrollaron las dos por separado, de ahí que se tuvieran, al final, dos bombas de elementos diferentes. La gran capacidad destructora que tenían las dos bombas atómicas, se da por medio de la liberación de la energía nuclear débil al alcanzar una masa crítica mediante el bombardeo de elementos (en este caso uranio-235 y plutonio-239) por medio de neutrones. 

Así pues, fue como a muy grandes rasgos se dio la investigación y utilización del proceso de fisión en el proyecto manhattan para la creación de la bomba atómica, dando como resultado, como lo sabemos históricamente, y como se podrá apreciar en la película, el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, en 1945. Así fue como una investigación científica con fines militares liderada por algunas de las mentes más brillantes de la primera parte del siglo pasado,  se convirtió en un juego de ajedrez mortal que tuvo como resultado la pérdida de 140,000 almas, sin contar las muertes indirectas por radiación en las décadas posteriores; y que cambió al mundo; terminó con los conflictos armados como se conocían hasta entonces, pero por otro lado tiene desde ese día, en jaque al mundo por un siempre posible y latente, desastre nuclear que termine con todos nosotros.  Tenía razón Oppi, cuando siguiendo al texto sagrado Hindú “Bhagavad-Gita” citó: Ahora me he convertido en la muerte… el destructor de mundos. 

René Medina

René Medina

Redactor

Lizeth Proaño

Lizeth Proaño

Ilustradora

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