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Ilustrado por: Paulo Cañón

Paulo A. Cañón Clavijo


En Poeta Chileno, la novela de Alejandro Zambra, uno de sus personajes dice que los chilenos son bicampeones de poesía, debido a que tienen dos poetas que han recibido el Premio Nobel de Literatura (Gabriela Mistral en 1945 y Pablo Neruda en 1971). Esto, aunque suene a chiste, revela una verdad importante: la tradición poética de Chile es una de las más significativas del panorama hispano y, quizá, del mundo entero.

Este país ha producido un sinnúmero de voces que bien podrían haber optado por el Nobel de Literatura desde hace décadas. Por poner un par de ejemplos, valdría mencionar a escritores como Vicente Huidobro o Nicanor Parra, e incluso extenderse a nombres como Enrique Lihn o Jorge Teillier.  Y, si llegamos a épocas más recientes, nos ha dado al escritor que nos compete en este artículo: Raúl Zurita.

Desde las primeras impresiones con sus textos, puede sentirse que su poesía es un canto testimonial y una borrasca al mismo tiempo. Está hecha de palabras que parecen labradas en la página, como si en lugar de haberse hecho con tinta, las sacasen a partir de rocas, tallándolas.

Este escritor, quien forma parte viva de la historia chilena, es uno de los poetas sobrevivientes del régimen de Pinochet y de los vejámenes y desapariciones que este realizó. Fue secuestrado, golpeado y humillado en uno de los diferentes centros de tortura del régimen, las bodegas del barco carguero «Maipo», donde lo recluyeron junto a otras 800 personas en los días posteriores al golpe de estado de 1973.

Pero su mérito literario no está únicamente en la narrativa testimonial de uno de los episodios más oscuros de la historia de su país. Pues además de reflejar en toda su obra la importancia de la memoria y su función de visibilizar a víctimas y oprimidos, tiene un ingenio único, un instinto estético que combina pasajes naturales con la crudeza de la condición humana. Fácilmente, nos muestra la belleza dentro de lo quebrado, contrastando lo ominoso con lo sublime que lo habita.

Ha escrito poemas en los cielos de Manhattan, valiéndose de un avión, así como también en las inmensidades del desierto de Atacama, donde su frase: «Ni pena ni miedo» se convirtió en una declaración de intenciones para todas las generaciones que sobrevivieron a la dictadura.

Este año, en el aniversario número 50 del golpe de estado que realizó Augusto Pinochet, la obra de Raúl Zurita está llena de méritos para el Nobel. No únicamente por su calidad, sino por el altísimo valor que esta le ha concedido a la dignidad y a la memoria histórica de un país entero. A lo largo de décadas, sus poemas se han erigido como una señal frente al mundo, hablando por quienes no hablaron, recordando para quienes vieron hacia otro lado y, sobre todo, ofreciendo la posibilidad de entender las dimensiones de aquel horror, en la terrible belleza que muestran sus versos al hablar de Chile.

Raúl Zurita nació en Santiago de Chile el 10 de enero de 1950. Ha escrito novelas, cuentos y ensayos, aunque el foco principal de su obra ha estado en la poesía. Lo han galardonado con premios como el Premio Pablo Neruda (1988), el Premio Nacional de Literatura (2000), el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso (2017), el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2020) y el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca (2022).

Le preguntamos a una inteligencia artificial (Google Bard) sobre la posible justificación del Nobel para Zurita y nos dijo que se lo entregaría: «Por su poesía visceral y poderosa que da testimonio de la violencia y el trauma de la historia chilena, y por su celebración de la resiliencia del espíritu humano frente a la adversidad».


Algunos libros:

Purgatorio (1979)

Anteparaíso (1982)

La vida nueva (1994)

INRI (2003)

Zurita (2011)

Verás cielos en fuga (2019)

 

Zurita en sus propias palabras:

«Un mundo no puede ser bello por partes. Entonces la lucha es que sea bello entero. Que un día lleguemos a ser dignos del universo que habitamos».

«La poesía creo que es el amor de los que carece de amor, es la esperanza de lo que no tiene esperanza, y la posibilidad de lo que no tiene absolutamente ninguna otra posibilidad. Creo que ahí está la poesía».

(Al preguntarle si prefiere a Nicanor Parra, Vicente Huidobro o a Pablo Neruda) «Neruda es otra dimensión. Si a Neruda lo llamamos “poeta”, nosotros deberíamos cambiarnos de nombre».

«Me paré frente a ti como ante un altar.
Todas las promesas que hice antes las rompí al verte»Tu vida rompiéndose.

«Entonces guárdame en ti
en los torrentes más secretos que tus ríos levantan» — Guárdame en ti.

«El lenguaje es nuestra forma de convivir con los muertos».

«Escribo para arrojarme al mundo con la posibilidad de hacerme pedazos».

Paulo Augusto Cañón Clavijo

Paulo Augusto Cañón Clavijo

Redactor

Colombiano, periodista y lector de tiempo completo. Escribo para encontrarme. Apasionado del fútbol, la música, los elefantes, las mandarinas y los asados.

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