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Ilustrado por: Caro Poe

Adrián Carrasco

 

Mi lugar preferido para comprar libros es el mercado «La Esperanza». La nueva «Plaza de las Gallinas» tiene todo lo que la vieja: cachorros de contrabando, gallinas, gallos, cuyes, conejos, patos, pavos; llantas, gatos, luces, llaves; celulares usados o robados, ropa usada o robada y, sobre todo, libros usados o robados. A veces bromeo con que es la mejor librería de Riobamba, pero no hay otro lugar en esta ciudad o en el mundo en el que se consiga la Principia Mathematica de Newton por un dólar.

Esta librería, sin embargo, tiene sus contras y uno no puede ponerse muy exigente. A veces solo es posible encontrar libros de texto y ejemplares sueltos de autoayuda. Es como una lotería, una semana puedes encontrar un tesoro invaluable y a la otra solo encuentras Sangre de campeón.  No sé cómo calificar mi último descubrimiento.

Llovía. El viejo plástico que mi «casero» usaba como techo tenía goteras. Varios ejemplares se mojaban. Encontré una edición humedecida de Huasipungo y la deseché. Había varios libros de la biblioteca Ariel que ya tenía. Vi un Don Quijote resumido e ilustrado. Parecía que sería una semana mala. Entonces lo encontré. Estaba encuadernado en piel negra. No tenía ningún distintivo ni en el lomo, ni en la portada y contraportada. Me acerqué sigilosamente esperando que nadie más lo hubiera notado. Lo recogí del piso. Lo abrí y me decepcioné cuando vi que no era un libro.

Era un manuscrito. Me emocioné al pensar que podría tratarse del manuscrito de un libro famoso, pero era un simple diario. Desilusionado, revisé la primera página con la esperanza de encontrar un nombre famoso o algo que le diera valor. No encontré nada. Me dispuse a dejarlo donde lo había encontrado cuando se me ocurrió mirar la última página. Mi corazón dio un brinco. En una letra diferente al resto del diario (que me pareció muy familiar) ponía la siguiente dedicatoria: Para Adrián Carrasco, quien encontrará este diario en el mercado «La Esperanza» durante una mañana lluviosa.

Fue como cuando tenía que dar una exposición en clase. Las manos me sudaban, mis rodillas me temblaban, mi corazón latía desesperadamente, el aire se hizo escaso.

—¿Le pasa algo joven? — me preguntó el casero.

— Nada—mentí—. ¿Cuánto me cobra por esto?

—No es un libro y está muy viejo— el casero miró el diario—. Cincuenta centavos

Le pagué y me fui. No sé cuándo y por qué comencé a correr. Me detuve a recuperar aire en el redondel de «La vasija». Incrédulo volví a revisar la última página. Tenía la esperanza de que la dedicatoria hubiera desaparecido, pero seguía ahí. ¿Qué estaba pasando? Temblando hice parar un taxi, di la dirección de mi casa y dejé que mi mente buscara alguna explicación. 

—Debe ser una coincidencia —fue la primera idea que vino a mi mente—. Hay muchos Adrián Carrasco en el mundo ¿no? El diario estaba dedicado a un tocayo y no había que darle más vueltas. Pero ¿cómo explicar lo del mercado «La Esperanza» y la mañana lluviosa? Y si de verdad estaba dedicado para mí. Esa idea me parecía absurda y me daba mucho miedo. Debía averiguar lo  que ocurría.

Volví al inicio del diario y comencé a leer:

21 de diciembre (el año nunca se especifica)

El plan para escapar de la prisión fracasó. Los guardias descubrieron el túnel. Al parecer hay un topo, debemos estar atentos y descubrir quién es. La seguridad se duplicó, es imposible planear una fuga por el momento. Debo mantener un perfil bajo. Evitaré a mis compañeros por un mes o algo más…

El taxi se detuvo. Pensé que alguien había detenido el coche. El aire me volvió a faltar. Solo era un semáforo. ¿Por qué me ponía tan nervioso ese diario? Era el diario de un prisionero que buscaba escapar. ¡Qué tonto!, pensé. Si yo intentara escapar de una cárcel, lo último que haría sería escribir un diario sobre eso.

22 de diciembre

El traidor es Romario. Es el único de los que cavaban el túnel que no fue llevado a trabajos forzados. Me vengaré, no ahora, todo a su tiempo. Puedo ser muy paciente. Además, no debo levantar sospechas…

Me encerré en mi cuarto apenas llegué a mi casa. Continué leyendo el diario. Los días se sucedían entre el nuevo plan de fuga y la venganza contra Romario. Luego fui deduciendo ciertas cosas: eran aproximadamente diez personas involucradas en el plan de escape; Romario, el traidor, era un antiguo prisionero y estaba encargado de vigilar a los guardias; la prisión era muy estricta y ordenada lo cual descartaba que se tratase de una prisión ecuatoriana; no se trataba ni la primera ni última vez que se tramaba un plan de escape. Quise saber la razón por la que el escritor del diario había caído preso. No encontré información sobre este tema hasta…

23 de mayo

Un año más de estar preso. Me pregunto ¿por qué tuve que unirme a esa maldita excursión? Ellos estaban convencidos de encontrar algo y yo… quería probar que estaban equivocados. Odio equivocarme, pero mierda… equivocarme así es lo peor que me ha pasado. Debo enmendar mi error, escaparé y me detendré…

Al parecer el escritor del diario fue a una excursión y cometió un error. Tal vez mató a alguien accidentalmente o, bueno, cometió un crimen. La frase «me detendré» me pareció extraña, implicaba la posibilidad de que él pretendía evitar ir a la mencionada excursión, pero eso era imposible.

1 de junio.

Brandon me comentó que había escuchado a un guardia decir que era el año 2062. Mierda sí que estamos lejos. Brandon duda que podamos volver. Dice que si llegamos al portal y pasamos por ahí acabaremos en el 2080. Debo admitir que a veces pienso lo mismo, pero no me puedo desanimar. Si hay un camino de ida, debe haber un camino de vuelta…

¡El futuro! Debía ser una broma de mal gusto. Nadie puede viajar en él… Pero ¿cómo aquel que escribió la dedicatoria sabía que iba a encontrar el diario en una mañana lluviosa? Fui a la cocina por un poco de agua. El sol se levantaba por la cordillera. ¿Estaba siendo testigo de un viaje en el tiempo? No, estaba siendo testigo de dos viajes en el tiempo. El escritor del diario de alguna manera logró viajar al pasado y…

3 de junio

Romario ha muerto. Nos llevaban a trabajos forzados. Nos rebelamos, intentamos huir. Nos atraparon, nos golpearon, nos sometieron. Romario continuó peleando. le dispararon en la cabeza, los demás nos rendimos… Brandon es uno de ellos. Al parecer solo paso equivocándome.

4 de junio

Me encerraron en un cuarto oscuro por horas. Ni siquiera sé si este es el 4 de junio de verdad. Brandon vino a hablar conmigo. Dijo que éramos peligrosos, que no podían dejar que escapáramos y que dejemos de intentarlo porque la próxima vez nos matarían a todos.  Le dije que me matara de una vez, ya no soporto estar encerrado en esta maldita prisión. Dijo que no podía.

10 de junio

Después de una semana cargando piedra apenas puedo sentir mi cuerpo. Extraño a mis amigos, mis padres, mi tiempo. Ya no hago planes para escapar. Creo que moriré en esta maldita prisión. Esta debe ser la razón por la que las personas que desaparecen en las faldas del Buyabug nunca vuelven, todos mueren en esta prisión…

El Buyabug. Yo conocía esa montaña o, bueno, había oído hablar de ella. Está en Gatazo, era donde los liberales derrotaron a los conservadores. ¿Qué tenía que ver esa montaña con los viajes en el tiempo?  

23 de junio

Volvimos al régimen normal. Estoy más flaco y ya no pienso en escapar. Solo quiero dormir. Me duele la espalda, es el esfuerzo. Uno creería que en el futuro existen máquinas capaces de mover piedra. Deben existir, lo que nos hacen es para romper nuestro espíritu  y funciona. Estoy cansado de planear fugas.

24 de junio

Brandon vino a hablar conmigo. Dijo que me trasladarían a un lugar seguro. Quizá llegó la hora de mi ejecución. Si alguien llega a leer estas palabras: siempre intenté ser buena gente, como todos cometí errores y tuve aciertos, solo soy un alma infortunada que tomó una mala decisión. Fui de excursión a unas piedras misteriosas en las faldas del Buyabug, la leyenda decía que las personas que se acercaban desaparecían, a mí me parecían cuentos de viejas y ahora moriré por eso.

25 de junio

Me taparon los ojos y me subieron a un autobus. Cuando llegamos un viejo me estaba esperando. Me llamó amigo, yo no lo conocía, debe ser un viejo loco. Me dijo que estaba en el Centro de Estudios del Tiempo y que yo tenía una importante misión.

—¿Cuál misión? —pregunté.

—Volver al pasado —me dijo.

7 de julio

Al parecer hay un portal en el Chimborazo que envía gente al pasado. El problema es que no hay manera de determinar cómo funciona. Los experimentos realizados no dan una prueba exacta del tiempo al que se viaja y su regularidad. El portal en el Buyabug, por ejemplo, es más regular, su periodo de viaje es de 20 años al futuro. Fue fácil mandar a  una persona en 2030 y encontrarla en 2050. Cuando se intentó aplicar el experimento en el portal del Chimborazo nadie apareció. Se intentó que los investigadores dejaran un rastro: una piedra tallada o una prenda de vestir o una caja fuerte con un periódico, pero ninguno de estos rastros ha aparecido. Excepto este diario. Un tal Adrián Carrasco lo encontrará en 2021. Debo averiguar cómo fue esto posible.

18 noviembre

Planean enviarme al pasado. Dicen que la única forma de que esto funcione es que descubra la manera de enviar este diario a 2021, dicen que tendré éxito y que escriba un diario paralelo para dejar constancia del procedimiento y del tiempo al que el portal del Chimborazo retrocede.

3 de diciembre

Intenté ingresar al portal. No pude, al parecer el portal se abre y se cierra aleatoriamente. Tendré que venir cada día a esperar el momento adecuado.

Me salté los demás días. Llegué a la  fecha final. Respiré profundo y leí.

6 de marzo.

Por fin logré atravesar el portal. Un hombre me esperaba al otro lado. Me dijo que se llamaba Adrián Carrasco y me mostró este diario. —Lo he esperado por catorce años— dijo—. Según parece debemos encontrar la forma de enviar este diario a 2021.

Supongo que tendré que esperar hasta el 6 de marzo de 2035 para saber la continuación de esta historia.

Adrián Carrasco

Adrián Carrasco

Autor

Me llamo Adrián Carrasco, soy ecuatoriano, nací en 1995 y me gusta escribir cuentos. En los últimos meses he escrito cuentos relacionados con la ciencia ficción. Me gusta imaginar escenarios imposibles y explorar las posibilidades. Para mí la literatura y sobre todo los cuentos son el mejor invento del ser humano, te abren la cabeza, te ayudan a entender el mundo diferente, son un oasis en medio de este desierto llamado realidad.

Caro Poe

Caro Poe

Directora de Diseño

Diseñadora gráfica.

Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.

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