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Ilustrado por: Deivy

Ronnie Camacho Barrón

Por años los humanos hemos ido perfeccionando el arte de la guerra, en un principio todo se resumía en quien tuviera más armas y soldados, después comprendimos la eficiencia de las restricciones económicas y actualmente, nos gusta ponernos creativos soltando armas biológicas disfrazadas de nuevas enfermedades en los países enemigos.

Nos creímos los maestros de dicha disciplina hasta que ellos llegaron, todo comenzó con una misteriosa lluvia de estrellas que logró verse en el mundo entero, fue un fenómeno maravilloso que muchos vieron como una especie de regalo del cielo.

Tras la lluvia, cientos de millones de pequeños meteoritos que no se consumieron al entrar a la atmósfera fueron encontrados por toda la tierra y pronto, cada persona alrededor del globo quería tener uno como prueba del celestial evento.

Las rocas invadieron el mercado y nueve de diez familias, ya contaban con el estelar recuerdo en sus estanterías.

Un par de semanas después, una muy inusual noticia llegó a los medios, al parecer un joven de Chihuahua quien había encontrado una de aquellas rocas espaciales en la zona del silencio, se había suicidado, no sin antes advertir que, dentro de los meteoritos, yacían formas de vida con apariencia de elefantes rosas que tenían la capacidad de adentrarse en las mentes de las personas mientras dormían.

Aquello fue tan estúpido que nadie lo creyó y en poco tiempo, la extravagante nota se borró de la memoria colectiva.

De nuevo el tiempo pasó y pronto, gente de todo el mundo comenzó a denunciar lo mismo, paquidermos rosados invadían sus sueños y les ordenaban asesinar a todas las personas a su alrededor.

Según ellos, los animales eran tan insistentes que apenas si podían controlar los impulsos homicidas, con mucho esfuerzo unos cuantos resintieron la presión lo más que pudieron, pero al final se quitaron la vida con el fin de no dañar a nadie.

Mientras que otros más, simplemente no pudieron con ella y pronto, sucumbieron a los mandatos de sus supuestos hostigadores oníricos.

Una ola de conflictos y asesinatos sacudieron cada país de la tierra, y aunque fue difícil, logramos sobrevivir al abatir y encerrar en manicomios a cada uno de los “manipulados”.

Tras eso las investigaciones comenzaron y la comunidad científica se dedicó a estudiar a fondo todos los meteoritos que pudieron encontrar, pero sin importar cuantas pruebas hicieron, no encontraron nada.

Además de venir del espacio, no había otra cosa excepcional ni afuera ni dentro de ellas que hubiera podido provocar los sangrientos acontecimientos.

Fue así como sin ninguna otra evidencia que demostrara que todo aquello no se trató de otra cosa más que de un internacional ataque de histeria, continuamos con nuestras vidas, hasta que “ellos” volvieron a aparecer en nuestros sueños.

Pero está vez ya no venían de ningún meteorito, de algún modo lograron colarse en nuestras cabezas y no tardaron mucho en volver a sumir al mundo en el caos y la locura.

Aún hoy y a pesar de todo lo que ha pasado, no sabemos ¿quiénes son? o ¿de dónde vinieron?, los pocos que hemos logrado evitar caer en su influencia, lo hemos hecho a base de no volver a dormir, pero estamos tan exhaustos que no sé cuánto más resistiremos.

Cada vez que cierro los ojos, veo a uno de esos rosas cabrones que me ordena asesinar al resto de los sobrevivientes, no les daré la satisfacción de controlarme y en lo que espero a que el veneno surta efecto.

No dejo de pensar en cómo nos ganaron la guerra por el planeta, atacándonos en el único lugar en el que resultaba imposible que nos pudiéramos defender, sin duda alguna, sean quienes sean, son unos malditos genios.

Ronnie Camacho

Ronnie Camacho

Ronnie Camacho Barrón (Matamoros, Tamaulipas, México) es escritor y se encuentra titulado en la Lic. de Comercio Int. y Aduanas. Ha publicado su primer novela Las Crónicas Del Quinto Sol 1: El Campeón De Xólotl y también ha participado en dos antologías, Taller Alquimia De Palabras: Antología De Cuentos y Relatos, y Cuentos Cortos Para Noches Largas.

Deivy

Deivy

Ilustrador

Me llamo Deivy Castellano. Pintor aficionado, intento que mi trabajo hable por mí mismo. Trabajo para ser un polímata, en mi tiempo libre soy un misántropo auto exiliado en Marte.

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