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Ilustrado por: Caro Poe

Paulo Cañón e Ixkozauki Hermosillo

Luego de terminar la última página, puse mi firma y la fecha en el final del libro —como de costumbre—, lo cerré y le di un par de sorbos más al café que tenía sobre el escritorio de mi oficina. Fue un viaje de casi dos meses, pero ya había concluido: el esfuerzo que hice para leer Los versos satánicos obra realizada por Salman Rushdie, bien podría ser el que requiere cualquier otro de los grandes —literalmente— clásicos de la literatura universal como El cuaderno dorado de Doris Lessing, El tambor de hojalata por Günter Grass o Guerra y Paz escrito por Lev Tolstói con la pequeña diferencia de que su autor aún está vivo y que, una o dos horas después de yo leer la última palabra del libro, estuvo a punto de dejar de estarlo.

Lo primero que vi fue un tweet que me costó creer. La información de la agencia Associated Press decía que, en medio de una lectura pública, el escritor Salman Rushdie había sido agredido por un hombre que se levantó y empezó a darle puños —o puñaladas, como se confirmó después— en medio del escenario. El libro estaba al alcance de mi mano, casi como insinuando que era necesario volver a abrirlo para entender la razón por la cual la tragedia había acontecido.

Un par de horas después de la primera publicación, internet se pobló de información, así como de especulaciones. Yo, en mi trabajo, intentando concentrarme en la lista de pendientes que tenía, apenas pude dedicarle un momento a todo, para luego dirigir mi atención a averiguar lo que había sucedido por medio de las diferentes noticias que empezaban a salir en twitter. Primero se confirmó que el ataque había sido con un cuchillo, luego fue revelado el nombre del agresor, el cual es Hadi Matar y al poco tiempo empezaron a especular si el crimen tenía motivos religiosos.

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En 1988 Naguib Mahfuz ganó el Premio Nobel de Literatura, mismo año en que se publicaba Los versos satánicos de Salman Rushdie. Transcurrió tan solo un año para que un mensaje fuera emitido y resonara en todo el mundo islámico: el ayatolá Jomeini emitía una fatua contra Rushdie acompañada de una recompensa por tres millones de dólares para quien lo asesinara.

«En el nombre de Dios,

Somos de Dios y a Dios volveremos.

Estoy informando a todos los valientes musulmanes del mundo que el autor de ‘Versos satánicos’, un texto escrito, editado y publicado contra el Islam, el Profeta del Islam y el Corán, junto con todos los editores y editoriales conscientes de su contenido, están condenados a muerte. Hago un llamamiento a todos los musulmanes valientes, dondequiera que se encuentren en el mundo, para que los maten sin demora, para que nadie se atreva a insultar las creencias sagradas de los musulmanes en lo sucesivo. Quien muera por esta causa será mártir, si Dios quiere. Mientras tanto, si alguien tiene acceso al autor del libro, pero es incapaz de llevar a cabo la ejecución, debe informar a la gente para que sea castigado por sus acciones.

Que la paz y las bendiciones de Alá estén con ustedes».

La sentencia no solo fue dirigida directamente contra el autor, sino que involucró a cualquier persona que hubiera participado en la publicación de la novela. Así, el traductor al japonés, Hitoshi Igarashi fue asesinado; el traductor al italiano, Ettore Capriolo sobrevivió a un ataque en su departamento, y el editor de la novela en Noruega fue asesinado de un disparo.

Rushdie tuvo que vivir oculto durante una década, historia que recoge en su novela Joseph Anton. 33 años después, con una vida pública más restaurada, la fatua volvió a ensombrecer la vida de escritor.

Mahfuz había publicado en 1955 su novela Hijos de nuestro barrio, donde el escritor hace un recorrido por la historia de la humanidad a través de las tres grandes religiones monoteístas a lo largo de cinco generaciones. En la novela, Mahfuz retrata un Egipto contemporáneo, repleto de ladrones, asesinos y políticos que ostentan el poder.

La verdadera intención del Premio Nobel egipcio consistía en hacer una crítica a la revolución de 1952 y poner sus dudas sobre el camino que tomaría Egipto con la llegada de Nasser al poder. La duda consistía en pensar que el ansiado socialismo por fin llegaría a Egipto o solamente era una fase para llegar a un nuevo feudalismo.

Si bien Mahfuz no destapó abiertamente sus opiniones sobre Nasser sino hasta 1983 con su novela Frente al trono esto no lo salvó de la censura. Hijos de nuestro barrio fue prohibida en el país gracias a opositores como Al Azhar, el faro del islam suní con sede en Egipto, el cual la consideró sacrílega. La obra había sido publicada por fascículos y debido a la censura, Mahfuz aceptó no publicarla como libro.

Cuando Rushdie publicó Los versos satánicos Mahfuz se negó a condenarla, al contrario, su silencio se interpretó como solidaridad con el escritor indobritánico sin temor a represalias; sin embargo, las consecuencias llegaron cinco años después de emitida la fatua contra Rushdie. El 15 de octubre de 1994 Mahfuz fue apuñalado en el cuello a las puertas de su casa. Afortunadamente sobrevivió al ataque, aunque con secuelas que lo obligaron a resguardarse en su vivienda hasta su fallecimiento en 2006. El mismo año del ataque, meses antes, el sacerdote radical Omar Abdelrahman promulgó una fatua contra el escritor egipcio.

«En aquella fatua el difunto Omar Abdelfahman fue muy claro: ‘si nos hubiéramos ocupado antes de Mahfouz, Rushdie no se habría atrevido a escribir este libro», recuerda la hija de Naguib Mahfuz.

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Si algo queda, luego de varias semanas del ataque a Rushdie, son más preguntas que respuestas. Luego de varias lecturas públicas, hashtags populares en twitter y pronunciamientos de personajes de la literatura mundial en casi todos los idiomas, sigue sin responderse si este ataque podrá ser algo aislado, o una pedrada más en una lapidación —afortunadamente fallida— perpetrado por fundamentalistas religiosos.

Los ojos del mundo se vuelven otra vez hacía un escritor que hace 30 años puso un debate sobre la mesa de la literatura: ¿existen ideas que no puedan ser criticadas?, ¿acaso la religión debería ser inmune a las sátiras y revisiones? Esta vez, sin embargo, lo hacen en un mundo completamente diferente, donde se supone que la libertad de expresión es cada vez mayor, y donde libros como Los versos satánicos parecen ser más necesarios para los lectores que para quienes los escriben. Pero, si en verdad las cosas son así… ¿por qué 30 años de amenazas fallaron tanto, y porqué ahora, cuando la polémica iniciada por el Ayatolah Homeini parecía sólo un mal recuerdo, ha florecido con más facilidad?

Fuentes:

Nassera Zini, Samia. (2015) El 9/11 y la teoría del choque de civilizaciones entre occidente y el mundo árabe [Tesis de doctorado, Universidad de Málaga]

https://riuma.uma.es/xmlui/bitstream/handle/10630/12615/TD_ZINI_Samia_Nassera.pdf?sequence=1

Paulo Augusto Cañón Clavijo

Paulo Augusto Cañón Clavijo

Redactor

Colombiano, periodista y lector de tiempo completo. Escribo para encontrarme. Apasionado del fútbol, la música, los elefantes, las mandarinas y los asados.

Ixkozauki Hermosillo

Ixkozauki Hermosillo

Director de Edición

(Guadalajara, 1996)
Experto en garabatos, poeta, aventurero, ladrón de momentos, fotógrafo aficionado, músico en paro y cocinero de ocasión. Ganador del concurso Creadores literarios FIL Joven 2012 y coautor de la antología La voz de los pasos (Mano Armada, 2018).

Caro Poe

Caro Poe

Directora de Diseño

Diseñadora gráfica.

Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.

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