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Ilustrado por: Paola Rodríguez

Paola Rodríguez

Hace poco vi la tan esperada película «Blonde», basada en la novela de Joyce Carol Oates sobre Marilyn Monroe. Mi reina, mi diosa, mi actriz favorita, tan canonizada en mi mente que nadie jamás ha logrado quitarle tan alto honor en mi vida; resucitaría mil años después y la seguiría buscando y eligiendo siempre. ¿A qué nivel llega mi amor por ella? Bueno, en mi mesa de noche está su foto en un portarretratos, sin mencionar las diferentes imágenes y libros que hay de ella por la casa. Todo muy normal, lo juro.

No puedo hablar del libro, puesto que no lo he leído todavía, pero hablaremos de la película. Hubo cosas que llamaron mi atención, como el supuesto amorío entre Edward G. Robinson Jr. y Charlie Chaplin Jr. Esto es un rumor, uno de los tantos que circulan alrededor de la diosa rubia, como aquel mito que cuenta que ella estuvo con Albert Einstein, todo a raíz de su famoso comentario:

«Qué dice, profesor, deberíamos casarnos y tener un hijo juntos. ¿Se imagina un bebé con mi belleza y su inteligencia?»

Pienso exactamente lo mismo que su fotógrafo amigo Sam Shaw:

«Si Marilyn hubiera dormido con cada tipo que dijo que estuvo con ella, nunca hubiera tenido tiempo de hacer películas».

Una vez más, no puedo hablar del libro ya que no ha pasado por mis manos, pero, ¿realmente era necesario escribir o poner en la película este mito, donde se supone que la actriz tiene un ménage à trois con los hijos de estos afamados actores? ¿Qué aporta a la historia de vida de tan grandiosa mujer? Nada, absolutamente nada, sacando el hecho de que tal vez sea una metáfora de lo cómoda que se sentía con su sexualidad, pero creo realmente que con solo verla eso era obvio, ya sabemos que ella estaba muy cómoda con su cuerpo, y que no temía mostrarse de una forma sexy ante el mundo.

Durante toda la película se muestra a Marilyn esperando por la aparición de su padre, algo que no sabemos; lo que sí tenemos claro es la lucha con la que vivía, ya que su madre entró varias veces a distintos centros psiquiátricos, debido a que padecía de esquizofrenia paranoide, esquizofrenia que se cree Marilyn había heredado, o por lo menos, es lo que se sabe.

La historia muestra a una Marilyn quebrada emocionalmente, pero salta la parte donde ella accede a internarse en un centro psiquiátrico, del cual su ex marido Joe DiMaggio la ayuda a salir poco tiempo después.

En lo personal, creo que lo que más atormentaba a Marilyn era el hecho de nunca haber crecido dentro de una familia «normal» ni poder llegar a formar una, a pesar de haber hecho varios intentos junto a su ex marido Arthur Miller, su matrimonio más largo y, según ella, su verdadero amor, aunque se muestra cómo a raíz de sus adicciones y su desequilibrio mental el matrimonio llegó a la ruptura. Es bastante molesto que presenten a Arthur como un marido devoto cuando, después de su separación, declaró:

«Marilyn fue la prueba de que la sexualidad y la seriedad no podían convivir en una persona».

Si lo analizamos, es un comentario machista sobre cómo una mujer no podría ser bella, sexual y seria al mismo tiempo; también es una forma que tuvo Miller de desprestigiar la inteligencia de Marilyn. Puedo llegar a entender el dolor del dramaturgo respecto a todo lo sucedido en su relación, pero en lo personal, por más herida que yo esté con mis ex, jamás desacreditaría su inteligencia, su valor humano y mucho menos su talento.

Hay cosas que se caen de maduro, Marilyn Monroe marcó a este hombre y, en sus obras posteriores, se nota la huella a fuego de su ex esposa. Dicen las malas lenguas que uno de sus personajes, Maggie, de la Obra teatral Después de la caída, tiene la misma tendencia autodestructiva que Monroe.

Volviendo a la película, la actuación de Ana de Armas, para una servidora, fue excepcional. Es difícil llenar los zapatos de «La reina de Hollywood», y no los llenó, nadie lo hará, pero si alguien estuvo muy cerca fue Ana.

Uno de los libros que tengo en mi estantería, Marilyn según Magnum, trae consigo fotos de la actriz, y les puedo jurar que varias de las escenas parecían tomadas de algunas de sus páginas. Es claro que Ana hizo los deberes, realmente pudo captar su rostro, su mirada y hasta su forma de hablar. Me gustó el hecho de que la película juega con imágenes en blanco y negro y a color, pero aun así no veo a mi querida Marilyn, queda perdida entre escenas de sexo, desnudez y la confusión entre la realidad y la ficción.

He de reconocer que, si tengo que elegir entre todas las películas y series que se han hecho sobre la vida de Marilyn Monroe, me quedo con «La vida secreta de Marilyn Monroe» de J. Randy Taraborelli, serie de televisión dividida en dos partes estrenada en el canal Lifetime.

Pero seamos sinceros, todo lo que se ha escrito, dicho, filmado sobre Marilyn Monroe son meras especulaciones, con ella murieron su historia pasada, su presente y el futuro que nunca tuvo. Lo que me queda claro es que fue y será la mejor actriz de todos los tiempos, ¿y en qué me baso? Pues protagonizó varios personajes no solo en la pantalla, sino en su día a día. Fue la mujer que quisieron Joe Dimaggio, Arthur Miller, su asistente, sus maquillistas, sus fans, los reporteros, todos tuvieron un pedazo de lo que esperaban de ella: una sonrisa ante las cámaras, cuando su alma estaba consumida por los mil demonios de su pasado; un beso al aire, cuando su mente dibujaba monstruos en los rostros. Fue la fragancia dulce, la flor de verano, mientras ella solo podía percibir rosas marchitas sin aroma.

Marilyn Monroe, ayer, hoy y siempre.

Referencias:

Película Blonde

Serie de televisión «La vida secreta de Marilyn Monroe»

Libro de Marilyn según Magnum

Páginas web:

lo verdadero y lo falso de la película de Netflix sobre Marilyn Monroe

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Paola Rodríguez

Paola Rodríguez

Autora

Estudiante de psicología, 37 años de edad, resido en la ciudad de Montevideo,
autora del poemario letras del destino, y la novela Lara Glasgow el comienzo.
Empece a escribir a los diez años pequeños relatos, pero en la adolescencia descubrí a poetas como Julio Herrera y Reissig, Delmira Agustini e Idea Vilariño, y me enamore de la poesía, empezando mis primeros poemas a los dieciséis años.

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