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Ilustración: Caro Poe

Erlan Moctezuma

Escuchar música aleatoria en el vagón era su manera de evadir la realidad y adentrarse en una más feliz. Todo a su alrededor parecía inexistente cuando las melodías invadían su mente. Por lo tanto, la voz femenina intrusa alteró su estabilidad sonora.

—¿Disculpa? —preguntó después de quitarse el auricular derecho—. No te escuché.

—Siempre oyendo música. ¿Qué escuchas ahora? —dijo ella con naturalidad, y se sentó junto a él, aunque todos los demás asientos estaban desocupados.

¿Por qué tanto atrevimiento? Las mujeres hermosas siempre son seguras de sí mismas porque saben que son inmunes al rechazo. Quizás llamó su atención y decidió charlar con él. Era lógico. Pero no se molestó sino lo contrario; pensó que tal vez era una vieja conocida, pues su rostro le parecía familiar.

—Santa Sabina —respondió dudoso—. Es una banda mexicana.

Ella no contestó.

La conversación, no obstante, fluyó con prosperidad después. Roberto se exaltaba al explicar su gusto musical. Él conocía toda la historia del rock femenino y sus representantes emblemáticas: Ely Guerra, Nina Galindo y Cecilia Toussaint; pero cuando se trataba de Rita Guerrero, sus ojos brillaban. Ella sintió ternura.

En el momento en que miró por los cristales, notó que habían llegado a Balderas. Nunca antes el metro había avanzado tan rápido. Ni siquiera recordaba en qué estación inició su plática, pero no la había dejado hablar en ningún momento. Sin embargo, ella no parecía incómoda ni hastiada. En este punto, Roberto sintió vergüenza de preguntarle su nombre, por lo que evadió aquel cuestionamiento. Prefirió fingir como si también la conociera y preguntar algo distinto: «¿A dónde vas tú?».

La charla entonces tomó un rumbo distinto. Ella se dirigía a Coyoacán, para encontrarse con su orquesta. Ayer fue su último ensayo y hoy se presentarían en un escenario al aire libre. Era una directora muy exigente con sus alumnas.

—Siempre te visualicé en algo así —aseguró en automático a pesar de no haberla visto antes—. Naciste para resaltar.

—Gracias —contestó sonriente. Y después continuó —Señora, siéntese.

La gratitud de la anciana fulminó el ánimo de Roberto. Ni siquiera notó cuando se llenó el vagón. Su ausencia de caballerosidad quedó evidenciada ante los ojos de todos los pasajeros. Para enmendar su falla, solicitó: «Tú toma mi asiento».

Pero ella ya estaba enfrente de la puerta. Habían llegado a Coyoacán.

Se abrieron las puertas y la observó descender. El aire acondicionado desacomodó su cabellera oscura.

—Tu amiga, la mujer que me cedió el asiento, es idéntica a Rita Guerrero. ¿No te parece?

—Es verdad, señora. Aunque Rita falleció hace diez años —respondió antes de colocarse nuevamente su auricular—. Qué rápido pasaron diez años…

Y la canción en sus audífonos decía:

Abre tu mente y piensa que

no estoy lejos.

Estando aquí no estoy:

me engaña la razón.

Abre tu mente y sueña así:

que yo estoy vivo

en tus sentidos.

Erlan Moctezuma

Erlan Moctezuma

Autor

Ciudad de México, 2000. Estudiante de Periodismo en la UNAM. Escribe narrativa y poesía. Algunos de sus cuentos están publicados en el Blog Librópolis de Universo de Letras UNAM. Es una persona apasionada por la música, literatura y cine.
Caro Poe

Caro Poe

Directora de Diseño

Diseñadora gráfica.

Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.

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