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Foto: Alejandra Villela

Daniela Morales Soler

“Two possibilities exist: either we are alone in the Universe or we are not. Both are equally terrifying”

Arthur C. Clarke

We know now that in the early years of the Twentieth Century this world was being watched closely by intelligences greater than man”

H.G. Wells

Un tal Fermi convirtió en paradoja lo que a muchos les rondaba por la mente y no se atrevían a decir: si están (estamos) tan seguros de que hay extraterrestres, ¿dónde están? ¿Por qué no los vemos? Estos cuestionamientos eran la avasalladora realidad a la que se enfrentaba la estadística que afirmaba (guiño, guiño) que, con las condiciones de la Tierra, en la Vía Láctea habrían aproximadamente 10 mil millones planetas (Centro de Investigación Ames de la NASA, 2016). Eso quiere decir que podrían albergar potencialmente vida similar a la de nuestro planeta.

Enrico Fermi fue un físico italiano que obtuvo el premio Nobel de Física en el año 1938 por sus investigaciones en el campo de la radiactividad inducida. Conocido también por ser el creador del primer reactor nuclear, este científico contribuyó a importantes avances en física teórica y práctica y su legado sigue siendo de vital importancia en nuestros días.

Estando, precisamente, en el laboratorio en el cual se desarrolló la bomba nuclear, Fermi preguntó: Bueno, ¿y dónde están los extraterrestres?. Nació así la paradoja que lleva  su nombre (Un elemento químico, el número 100, también: Fermio). Años después, el científico Frank Drake, establecería mediante una ecuación un cálculo probabilístico de cuántas civilizaciones en nuestra galaxia podrían emitir señales de radio, es decir, estar avanzados a nivel tecnológico como para comunicarse con el planeta Tierra. Con esta fórmula, Drake supuso que podrían existir 10 civilizaciones detectables en la Vía Láctea. Sin embargo, la estadística se enfrenta a las pruebas, o la falta de ellas.

Así que lo que la ciencia no ha logrado responder con certeza, la literatura lo ha intentado. Como afirmaba el poeta Fernando Pessoa: La literatura existe porque el mundo no basta. Y es que, hasta ahora, la ciencia no ha bastado para las preguntas que hay. ¡Un hurra por la literatura! Así que, con la esperanza de dar respuesta a estas y otras preguntas, algunos escritores se sentaron a especular y he aquí algunas de sus ideas. En los párrafos subsiguientes trataremos de darle al señor Fermi unas ideas sobre los factores que llevan a los extraterrestres a aparecer en el curso de la historia y por lo tanto alguna idea de por qué aún no nos hemos encontrado.

Algunas sagas de ciencia ficción como La Saga de Ender, de Orson Scott Card, o Crónicas Marcianas, de Ray Bradbury, abordan este tema. Hablemos de Ender. Esta saga (en realidad, varias sagas) trata de la invasión de los Insectores (extraterrestres con forma similar a la de un insecto) a la Tierra. Según este acercamiento de Scott Card, los humanos no están en la capacidad de descubrir a los visitantes galácticos, sino que son ellos quienes se manifiestan. Quisiéramos, sin duda alguna, pero no estamos en la capacidad. Además, plantea un  problema de base: nos comunicamos diferente. No quiero profundizar en el hecho de que vamos gritando por el espacio señales de radio y los Insectores se comunican telepáticamente, me hace querer ser del bando de los Insectores.

En ese orden de ideas, señor Fermi, no los hemos visto ni nos hemos podido comunicar por un problema técnico y logístico que terminaría desencadenando un genocidio por la incapacidad de comunicarnos. Tan simple y tan aterrador.

Otra explicación, dada por H.G Wells en La guerra de los mundos, es que la humanidad, demasiado concentrada en los quehaceres diarios, se olvidó de mirar al espacio, del que provendría la gran amenaza. En su libro, Wells expone una teoría que culpa a la humanidad por centrarse en ocupaciones cotidianas casi intrascendentes mientras que desde el espacio éramos monitoreados. Como reza un dicho popular No hay peor ciego que el que no quiere ver. Los humanos caímos en la ceguera del desinterés. Quizá, este abordaje no sea tan pertinente ahora cuando parecemos buscar otras civilizaciones con más ahínco que la exploración del propio planeta.

Señor Fermi, pese a que parece menos probable, puede que no hayamos podido identificar otras civilizaciones pues no le hemos dado suficiente tiempo y dedicación a la búsqueda. Juzgue usted esa afirmación.

Una teoría sumamente interesante fue dada por Kurt Vonnegut en su libro Matadero Cinco. En primer lugar, estamos en una dimensión diferente que los Tralfamadorianos (como Vonnegut nombra a los visitantes), lo que impide que comprendamos de la misma manera los fenómenos que suceden. Para ellos el tiempo no transcurre linealmente como para los humanos, sino que todo ya ha ocurrido y pueden verlo en simultáneo. Y, por otro lado, el avance tecnológico es tan superior al humano que pueden visitar el planeta, secuestrar un humano y volver a Tralfamadore, su planeta natal, sin ser siquiera descubiertos. Allí, los humanos son expuestos como animales en un zoológico.

Estimado Fermi, esta teoría desarrollada por Vonnegut aprecia la posibilidad de que las diferencias entre razas sean uno de los principales obstáculos para un posible encuentro.

Las razones por las que no hemos encontrado vida ajena a la de la Tierra son variadas, aquí le he dado algunas ideas. Repito, juzgue usted.

Sin pruebas contundentes de la existencia de vida inteligente en la galaxia, al parecer estamos solos en el vasto espacio que se expande cada vez más. Por ahora, mientras la NASA trata de contar con el telescopio Kepler cuántos planetas similares a la tierra hay, estaremos leyendo con calma algún libro en el que somos invadidos por una civilización más avanzada. No estaremos solos ni en peligro con un buen libro que leer.

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