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Ilustación: Caro Poe

Namiko Kigana

  

Caminar sin rumbo, dejando que los obstáculos se acumulen como sanguijuelas en el cuerpo, sucumbiendo a los placeres de la flojera, distracción, dejadez y tristeza. Se sabe objetivamente lo que las emociones pueden causar en el cuerpo y en el alma, de manera objetiva y subjetiva, como pueden servir para la supervivencia y para destruir la vida en unos segundos, tanto de uno mismo como el de otras personas. Sin embargo, ¿se sabe lo que puede causar realmente el efecto de las emociones para una persona? Cada ser es un universo, un complejo de circunstancias que derivan en respuestas con connotaciones que no pueden ser comparadas. Ver historias de otros permitiría el acercamiento a dicha diversidad de respuestas. Para dicha y fortuna, en estos últimos años, la vida en audiovisuales permitieron dos obras que narran, dos historias de batallas: uno contra emociones en un mundo de fantasía y otro en un mundo tan real que podría verse en una cafetería al día siguiente. Cada uno de ellos con la carga emocional mediante tramas completamente diferentes, pero con vértice en común: la montaña rusa que causa una emoción no comprendida ni atendida.

[Swet Home]

Atenderemos primero a aquellos monstruos

parlanchines que sugieren que vivamos como lo

que sentimos, aquellos dolores que nunca fueron

atendidos,

batallas que perdimos,

recuerdos que no

vivimos, solares que

nunca conocimos.

Volar hasta un mundo donde las emociones explotan, que aquellas sanguijuelas, llamadas también «traumas» en algunos casos se vuelven bombas a contra tiempo y cuando llega su momento, acompañado de un sangrado de fosas nasales y alucinaciones, convierten a la persona en un ser indescriptible, deforme, que sólo desea destrucción a su paso. ¿Zombies? No, porque les queda algo humano: la emoción negativa que los dominó al final.

Un mundo de catástrofes, persecuciones y temor, en el que el único motivo para seguir con vida es la esperanza y la añoranza del ayer. Correr sin mirar atrás, esconderse y rogar por no ser encontrado, pero no por aquellos ya rotos, sino por aquella emoción que le persigue por dentro y lo comienza a ahogar hasta hacerlo perder. Sobrevivientes, los hay. Excepciones, las hay. Aquella persona que ya no le temía a la muerte, que las desventuranzas acosaron hasta asfixiar el alma y dejarlo sin conciencia, que su escapatoria fue terminar con su vida, se queda con la nariz ensangrentada viendo como el mundo se cae a pedazos y dos niños se quedan desamparados. Su deseo de ser aceptado, de ayuda y de ser ayudado fue más grande que su deseo de desaparecer y así, venció a lo que pudo haber sido su final.

Exilio, dureza y traición, así como la decepción, el dolor y la negación son las emociones que pueden percibirse en los sobrevivientes que luchan por no convertirse en lo que desean destruir. Ya no huyen, porque tuvieron que darse cuenta que ese camino no es más que un abismo, sin salidas. No hay más excusas, era ya el momento de hacer frente aquello de lo que tantos años huyeron y enfrentarlo con las armas que tengan a la mano o morir en el intento de salvar o ser salvado. Es momento de intentar también revivir el pasado para sanar y perderse en el pasado.

[Mi señor]

Porque aquellas

heridas, que un día

fueron recibidas,

dejaron las sonrisas

vacías,

sin poder explicar lo que sentían.

Regresemos al mundo en que se tienen que ver las emociones en carne y hueso, en historias que las puede vivir cada uno de manera independiente, de diferente o igual magnitud. Aquellas historias que se llenan de traición, lujuria, egocentrismo, miedo y soledad, que no hacen más que dificultar la vida a los demás. Personas que se guardan todo, mientras que otras que muestran más de lo que deben se recargan en su silencio hasta que el ruido acumulado sale y se convierte en el lío interno tanto de uno mismo como el de los demás. Vivir la vida independiente es bueno hasta cierto punto, aquellas personas que se aíslan pensando que es lo mejor para los demás pero al final, no hubo ningún bien en aquella acción. Aguantar no sirvió de nada, pero eso no significa que esté todo perdido. El personaje que se sintió patético acompaña a una chica con pasado rocoso, lleno de nubes negras que impiden ver su rostro por fuera. Chocan sus vidas y en aquel impacto se dan cuenta de la energía que tiene cada uno, se complementan y se alegran porque de cada relación nace una historia incompleta. Vidas compartidas y deshechas, también existen las que vuelven a reunirse y otras que vuelven a partir por segunda vez, pero siguen siendo historias valiosas que forman y permiten el sentir. Las emociones no son malas, existen por una razón y es la aventura de cada día encontrarle una respuesta para que no se acumulen. Si se necesita ayuda, se sabe que no es el único en el mundo, permitir expresarse es algo válido en todos los casos, pero quedarse callado es solo impedirse el paso.

Ahora se puede elegir, vivir en un mundo de monstruos o generar relaciones para completar una historia sin emociones incomprendidas.


Inspiración: “Sweet Home” y “Mi señor” [Series que se encuentran en Netflix].

Namiko Kigana

Namiko Kigana

Autora

Caro Poe

Caro Poe

Directora de Diseño

Diseñadora gráfica.

Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.

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