Resiliencia literaria

Paola Rodríguez

Quisiera definir qué es resiliencia antes de proseguir en un artículo en el que mis emociones oscilarán entre el dolor del rechazo, la rebeldía de lo injusto y la impotencia de lo que debería ser.

Por lo menos para mí la definición de resiliencia sería: «esa estúpida forma en la que nos mentimos a nosotros mismos para seguir persiguiendo nuestros objetivos, con supuestos mensajes enviados por el universo, cuando en realidad es aquella vocecita de nuestro interior, la que no nos permite bajar los brazos cuando las adversidades son claras».

Sin embargo, no caeré en la idiosincrasia de creer que poseo la voz de la verdad, por lo tanto, les dejo aquí otras definiciones.

Resiliencia, según la OMS: “La resiliencia es el proceso de una adaptación exitosa a pesar de las circunstancias desafiantes o amenazantes”

Definición de rechazo según la RAE:

1. m. Acción y efecto de rechazar.

2. m. Vuelta o retroceso que hace un cuerpo por encontrarse con alguna resistencia.

3. m. Med. Fenómeno inmunológico por el que un organismo reconoce como extraño a un órgano o tejido procedente de otro individuo, aunque sea de la misma especie.

Podría decir que, tal vez, mis compañeros escritores sintieron hacia mi artículo “Un Retiro Solemne” un rechazo tan abrumador que su sistema inmunológico pasó de largo de él, como si no se hubiera escrito. Votaron por él mi pareja y el director de nuestra querida revista, Katabasis, y no se sumó ni un solo voto adicional durante el proceso de dictamen.

Es importante contextualizar a nuestros lectores de que todos los artículos pasan por una rigurosa revisión antes de ser aprobados, y en esta ocasión enfrentamos el veredicto final para ser impresos, fin para el cual se tomaron en cuenta dos números de la revista digital.

Debido a que no me parecía justo votar por mis dos artículos y dejar sin oportunidad a otros escritores, decidí no votar por mi propio artículo anterior. Fue una decisión difícil, y en retrospectiva, reconozco que fue un error, ya que ninguno de los dos recibió la aprobación.

Le había puesto tanto corazón a “Un Retiro Solemne”. Había investigado a fondo, no junté palabras al azar en una tarde de invierno sin saber qué escribir, ni tampoco recordé mi compromiso con Katabasis a último momento. Planifiqué cada palabra cuidadosamente, resumí las biografías expuestas en él y puse todo mi esfuerzo para hacerlo lo mejor posible. Escribir algo como “Un Retiro Solemne” fue un desafío que asumí con dedicación y pasión. Sin embargo, la subjetividad literaria de los jueces del dictamen juega un papel determinante, y a veces el esfuerzo que pongamos puede no ser suficiente para agradar al ojo lector.

Así que me fui de esa reunión con navajas en el alma y espinas en el corazón, preguntándome una y otra vez por qué mi trabajo no fue del agrado de los demás. Para ser sincera, para el esfuerzo que había implicado la redacción de dicho artículo, era natural haber ido con la expectativa de tener un lugar en la revista impresa. En vista de los resultados, y como es costumbre para mí, me llevo un trago de amargura y continúo mi camino literario, evidencia de que soy resiliente por naturaleza. Sin embargo, a veces anhelo ser una de esas personas que pueden permitirse llorar y encuentran mágicamente soluciones, o reciben en sus vidas aquel mensaje positivo que les da el impulso para seguir. En mi caso, es mi fuerza de voluntad la que me saca de un brazo del lodo que me llega hasta el cuello y me dice al oído: “Seguí”.

Me he cuestionado mi continuidad en la revista, porque les diré una cosa: la resiliencia agota, y llega cierto punto en el que te planteas si vale la pena. 

En fin, mientras mi mente hace una lista de pros y contras, y mi alma se replantea la vida misma, decidí explorar entre escritores reconocidos internacionalmente, mismos que han sido rechazados. Una vez más, tomé mi computadora y empecé a investigar; porque así soy, si doy mi corazón, lo doy con todo, y si doy mi pluma literaria, se va con investigación, tiempo, paciencia y compromiso.

De todos los escritores rechazados, decidí mencionar solamente a tres para no volver este artículo largo y tedioso. Empecemos con la más conocida, tanto por lectores como por no lectores.

J.K. Rowling, escritora admirada y envidiada por varios de nosotros escritores independientes, en mi caso, no tanto por la fama (ya sabemos que la fama conlleva muchos problemas), sino por el hecho de que su libro sea leído, eso sí que le envidio, señora J.K. Rowling. La escritora recibió una docena de rechazos de editoriales antes de que Bloomsbury finalmente le diera la oportunidad de publicar Harry Potter y la piedra filosofal.

Stephen King, el rey del terror literario, el héroe de escritores que sueñan con sus palabras poder helar el alma de aquellos que recorren sus páginas. Su primera obra, Carrie, fue rechazada treinta veces.

Y para finalizar, una autora que maneja una narrativa descriptiva. He de reconocer que no es mi favorita, pero por un tema de gustos, lo cual desde luego no quita lo gran escritora que es ni le resta un ápice de valor y reconocimiento a su pluma, la famosa “Reina del Crimen” Agatha Christie, autora de innumerables novelas de misterio, fue rechazada varias veces.

Uno podría decir que en el camino del esfuerzo, al final, se encuentra la recompensa; sin embargo, no te diré eso. Tampoco afirmaré que tu camino estará lleno de cristales y que verás tus pies descalzos sangrar, pero sí te diré que no será fácil. Y es posible que te plantees más de una vez si tomaste el camino correcto, quizás hagas una lista de pros y contras y aun así no encuentres respuesta.

Pero, como una persona resiliente desde todo aspecto en mi vida, te podré decir que la voluntad se acaba, la energía llega al mínimo y pierdes rumbo, hasta que encuentras esa pequeña luz, que ingenuamente tomas como un mensaje del cosmos diciendo: “No te detengas, sigue adelante”. Te secas las lágrimas, desempolvas el corazón y te embarcas de nuevo en busca de la realización de tus metas.