Ilustrado por: Lizeth Proaño
Paola Rodríguez
Al correr de los años, hemos podido ver que el arte ha marcado un antes y un después en la historia de la humanidad. Desde la Mona Lisa de Leonardo Da Vinci y el Guernica de Pablo Picasso, hasta La persistencia de la memoria de Salvador Dalí, tesoros en óleo que conservamos hasta el día de hoy, el arte cuenta parte de nuestra historia en este planeta al que solemos llamar Tierra.
No podemos olvidar ni dejar de lado a la fotografía, arte que retrata no solo momentos invaluables de extraordinaria belleza, sino también los momentos más tristes en los que el ser humano ha olvidado la calidez de su ser. Margaret Bourke-White, una de las grandes pioneras en esta rama, fotografió a los sobrevivientes de los campos de concentración cuando fueron liberados. O Alfred Eisenstaedt, uno de cuyos trabajos más populares fue la foto del marinero besando a la enfermera. La población de Estados Unidos salía a celebrar el fin de la guerra, cuando un marinero tomó por la cintura a una enfermera y la besó. Eisenstaedt retrató ese momento con su cámara y la icónica imagen es recordada hasta el día de hoy.
El arte sin dudas también se encuentra en unas frases bien escritas, ya sean de amor, odio o traición; en prosa, en relato, un guión o una canción. Desde esta perspectiva, quiero retratar aquellas canciones, poemas, libros y películas que dejaron una huella indeleble en la humanidad, iniciando con una de las canciones con letra y melodía capaces de perforar el alma más fría y dejar en ella un sabor a amargura y dolor: Strange Fruit de Billie Holiday.
Southern trees bear a strange fruit
Blood on the leaves and blood at the root
Black bodies swinging in the southern breeze
Strange fruit hanging from the poplar trees
Pastoral scene of the gallant South
The bulging eyes and the twisted mouth
Scent of magnolia, sweet and fresh
Then the sudden smell of burning flesh
Here is a fruit for the crows to pluck
For the rain to gather, for the wind to suck
For the sun to rot, for the tree to drop
Here is a strange and bitter crop
Los árboles del sur dan un fruto extraño
Sangre en las hojas y sangre en la raíz.
Cuerpos negros balanceándose en la brisa del sur
Extraña fruta colgando de los álamos
Escena pastoral del sur galante
Los ojos saltones y la boca torcida
Aroma de magnolia, dulce y fresco.
Entonces el repentino olor a carne quemada
Aquí hay una fruta para que los cuervos pelen
Para que la lluvia se junte, para que el viento chupe
Que se pudra el sol, que se caiga el árbol
Aquí hay una cosecha extraña y amarga.
En 1939, esta desgarradora canción se convirtió en un himno contra los linchamientos que se cometían contra los afrodescendientes en los Estados Unidos. La letra fue compuesta por Abel Meeropol, pero interpretada por la talentosa y bella Billie Holiday, quien convirtió este tema en un lema a la hora de luchar por los derechos civiles. Cuando vi la película Los Estados Unidos contra Billie Holiday, de inmediato busqué la letra de la canción. Al ver las fotos de todas las personas ahorcadas y linchadas como si no fueran nada, mi corazón se sintió muy afligido y he de reconocer que lo que más me afecta y duele es todo lo que ha sufrido la gente afrodescendiente: la esclavitud, los ataques de racismo y lo peor, que estos últimos persisten en nuestros días.
Siguiendo por este camino, en el que la cultura es la guía y el arte el protagonista, quisiera recordarles una de las obras más tristes de la literatura y tal vez siguiendo la misma línea: discriminación, odio, muertes y una guerra sin sentido. El diario de Ana Frank relata sus días oculta junto a su familia y demás judíos, antes de ser delatados ante la Gestapo. El único sobreviviente fue el padre de Ana, que publicó el diario de la joven; ella soñaba con algún día poder ser escritora. Lamentablemente, nunca pudo ver su sueño hecho realidad. Aun así, Ana es un icono hoy en día y su vida es un ejemplo de solidaridad, hermandad y esperanza. Pasan los años y su legado sigue creciendo entre las masas, desde obras de teatro, pinturas y murales; es más, su diario ha sido traducido a más de 70 idiomas. Ana y su hermana Margot murieron de tifo semanas antes de que las tropas británicas liberaran el campo de concentración de Bergen-Belsen.
Por último, entre tantas películas que pudieron llenar nuestras almas de valentía y nuestros corazones de vigor, se me viene a la mente La sociedad de los poetas muertos, donde la frase «Oh, capitán, mi capitán» fue sacada del poema de Walt Whitman y mencionada con gran sentimiento, al igual que «Carpe diem quam minimum credula postero» que significa «Aprovecha el día y no confíes en el mañana», frase perteneciente al poeta latino Horacio. Pero seamos sinceros, ambas se hicieron famosas después de que Robin Williams, como el profesor Keating, las pronunciara frente a esos alumnos enterrados en las exigencias de una escuela cuyo lema descansa en «Tradición, honor, disciplina y excelencia». Cabe mencionar padres frustrados viviendo a través de sus hijos «Si yo no cumplí mis sueños, tú tampoco». No sé, creo yo que eso es lo que dicen en una parte de su cerebro, aquella donde los sueños mueren ahogados por la lógica de una sociedad ignorante a la locura y pasión de vivir sin pensar en el que dirán. ¿Cuántos de nosotros nos hemos sentido identificados con esos alumnos?, cuando el profesor John Keating dijo: «Piensa que todo lo que trae dentro no vale nada, se avergüenza, ¿verdad Todd?».
Me ha pasado, me avergüenzan estas ideas, pensamientos de llegar a soñar que mis libros puedan ser leídos por cientos, miles de personas. ¿Cómo me voy a creer una escritora? ¿Soy escritora? ¿Merezco ser leída? Dejemos estos temores al psicólogo y sigamos hablando de la belleza de esta película que nos abre los ojos al mundo de las letras. Esta obra maestra no solo nos dejó un par de frases célebres que podríamos tatuarnos en la espalda, sino que abrió los ojos a toda una generación. No hay forma de que después de haber visto esta película, no haya cambiado tu forma de sentir tus sueños, la manera en que ves a tus profesores, lo que estudias, lo que deseas para ti. Omito la parte donde uno de los personajes se quita la vida al no poder encontrar la fuerza para enfrentar a su padre. Más allá de las referencias literarias, la película El club de los poetas muertos es una guía para encontrar tu voz, esa voz que grita desesperada bajo los mandatos de esta sociedad y que te dice: No escuches a nadie más que a ti mismo.
Fuentes:
Paola Rodríguez
Autora
Estudiante de psicología, 37 años de edad, resido en la ciudad de Montevideo,
autora del poemario letras del destino, y la novela Lara Glasgow el comienzo.
Empece a escribir a los diez años pequeños relatos, pero en la adolescencia descubrí a poetas como Julio Herrera y Reissig, Delmira Agustini e Idea Vilariño, y me enamore de la poesía, empezando mis primeros poemas a los dieciséis años.
Lizeth Proaño
Ilustradora