Daniela Morales
“(…) Aún así, me fallan a menudo.
Tengo tanto de lo que quiero decir,
tantas historias, imágenes, proverbios, etc.
Pero las palabras no son lo suficientemente buenas,
las equivocadas me besan.
A veces vuelo como un águila,
pero con las alas de un gorrión.
Pero intento tener cuidado
y ser gentil con ellas.
Las palabras y los huevos deben ser tratados con cuidado.
Una vez rotos,
son cosas imposibles de reparar.”
Era un folio en blanco hasta que decidí escribir esto. Es, en apariencia, el arte de decir lo evidente; no lo negaré. Aunque, esta es una ocasión para expresar lo que ha sido obvio para mí y llevarlo ante sus ojos. Pues era folio en blanco y lo ha sido por mucho tiempo; sin embargo, en esta ocasión, al decirlo, no lo será más.
He pensado en cómo empezar; he pensado en qué decir, pero es jugar al gato que se muerde la cola, y se siente extraño. Me enfrento a lo que llaman bloqueo de escritor o algo similar. Llevo meses rodeando palabras, al borde de alcanzarlas, casi las siento, y ahí están, como mariposas. Ajenas, abstractas, juguetonas y huidizas. Giran alrededor de una idea concreta y se esfuman cuando el esfero las intenta atrapar.
Solo me siento ante el papel o el documento en blanco y lo dejo así, porque representa lo que puedo decir, aunque no alcance para lo que quiero decir. Me encuentro en una habitación sin color intentando agregar el color desde mi mente, pero no lo puedo materializar. Como si la sola idea de hablar de los colores fuera suficiente para que dejaran de existir.
He pensado que escribir sobre ello sería una buena manera de empezar a espantarlo y, también, de burlarlo. Mira, me digo, atrapa las mismas palabras que te dicen que nada hay por decir y las obligas a decirlo. (Porque si del cielo te caen limones…).
Así que heme aquí, buscando palabras que digan que no tengo mucho que escribir y, mientras tanto, en mi cabeza se arremolinan ideas, conceptos, libros, películas y mil cosas sobre las que quiero escribir. Tengo, de hecho, una lista de temas que me gustaría abordar, y, en torno a ella, los verbos y adjetivos danzan como oscuras golondrinas.
Por ejemplo, llevo un tiempo reuniendo y leyendo libros sobre la memoria y la historia personal, un tema que, desde que leí La invención de la soledad de Paul Auster, me da vueltas por la cabeza. Sin embargo, no pongo en orden las ideas y la información que tengo.
Escribir, para mí, se ha convertido en el arte de hallar orden y sentido en medio del caos, de las confusas letras, de los fonemas, de las teorías que en medio de la noche —cuando cierro los ojos— empiezan a moverse y a cobrar vida. Mi mente es presa de la entropía.
Debo decir que es frustrante. Pero en medio de la pandemia he encontrado una excusa tras la cual esconderme. Aunque esa excusa me protege de los demás, porque en el fondo sé que soy yo frente a una barrera, mi barrera, una débil red para intentar atrapar mis mariposas-verbo, que se van, se esconden, revolotean cerca de la luz de alguna idea, para después fundirse en el aire y dejarme sola.
Así que la expongo, puede que con el objetivo de derribarla. Y permitir que la luz se lleve a las sombras y me deje con los restos de mis esquivas mariposas.
Con el tiempo he convertido la escritura en una extensión de mí, en un órgano de mi cuerpo, uno que palpita, siente, pulsa y se mueve junto a los demás, y me siento extraña sin ella. Y, aunque en mi trabajo escribo mucho y a diario, son palabras ausentes de mí, letras desalmadas. Las letras que me reclaman son otras, pero a ellas no respondo.
Ahora que he dicho esto, me pregunto si he vuelto. En ese caso mi estrategia y mi burla habrán funcionado. De lo contrario, volveré al folio en blanco del principio y estas palabras, reminiscentes de otras, ya no podrán ser dichas para conjurar el silencio de mis manos.
Daniela Morales Soler
Directora de Redacción
Nací en Bogotá, Colombia, en día que muy posiblemente fue caluroso, pues desde el inicio de mis días he añorado el calor. Me crié entre montañas y el trinar de los pájaros hasta que la ciudad me reclamó de vuelta. Periodista apasionada por la música, la literatura y el arte. El primer libro que leí lo he odiado desde entonces.
Caro Poe
Directora de Diseño
Diseñadora gráfica.
Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.