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Ilustración: Caro Poe

Eréndira Cuevas

 

Pensar en literatura africana puede ser difícil para la mayoría de nosotros porque, para nuestra mala fortuna, es poco traducida y escasamente difundida en nuestro idioma. Sin embargo, uno de los nombres que llevan años sonando en las especulaciones sobre ganadores del Nobel es el del nigeriano Ngũgĩ wa Thiong’o.

Pero de acuerdo con él mismo, eso que nosotros calificamos de literatura africana, no es tal, pues los nombres que surgen al hablar de ello son los de autores que no utilizan sus lenguas originarias para crear su obra, sino que recurren a la lengua colonial. Por eso, Thiong’o sostiene que esta obra—incluida la propia— es más bien una hibridación que merecería más el hombre de literatura afro-europea, pues sostiene que al dejar de lado las lenguas maternas, más que una pérdida de identidad surge un robo de ella, lo que contribuye a encumbrar las lenguas dominantes. No obstante, ha reconocido el papel de estas lenguas coloniales como herramientas unificadoras entre los pueblos africanos y sus diversos lenguajes.

Es posible que él mismo se identifique más como un escritor afroeuropeo que africano, debido a su historia personal, pues si bien siempre ha estado comprometido políticamente con su país, ese compromiso le ha llevado a exiliarse y producir mucha de su obra fuera de Nigeria, a causa de las persecuciones políticas de las que ha sido objeto.

Y es que desde su primera publicación en 1964 (No llores, pequeño) la de Thiong’o ya era una literatura políticamente comprometida, al grado de haber causado que fuera preso por la publicación de Pétalos de sangre en 1977, periodo donde decidió darle prioridad a su lengua natal: el kikuyu, y que nueve años más tarde contribuyó a que su libro Matigari fuese prohibido en Kenia.

Probablemente el compromiso del nigeriano surge desde la infancia, donde su familia fue objeto del ataque de las autoridades coloniales, vejaciones que se reforzaron luego de su militancia política, cuando fue obligado a presenciar la violación de su esposa.

Su militancia como activista en pro de los derechos humanos ha continuado hasta la fecha en sus facetas de profesor, conferenciante y escritor, en cuya obra se plasma una clara crítica a los gobiernos y las luchas por el poder que no hacen más que perpetuar los peores vicios de quienes lo ostentan, pero cambiando de caras y discursos, ejerciendo las mismas injusticias con nombres distintos y amparados en discursos que aparentan oposición.

Su obra (que ha explorado géneros como la novela, cuento, ensayo, dramaturgia e incluso el periodismo) ha sido considerada como representante del realismo mágico, pues en ella convive la dura crítica al poder y las injusticias que éste perpetra con ambientes donde todo suceso es posible, excepto la eliminación total de las aberraciones cometidas desde el privilegio. La crítica de Thiong’o es mordaz y al mismo tiempo está plagada de una ironía que hace reír a su lector, hasta que este nota que por más fantástica que esté plasmada alguna situación es perfectamente posible y no sólo en un continente remoto, sino en su propia realidad.

Algunas obras:

Tha black hermit (1962)

Un grano de trigo (1967)

The reels (1970)

A meeting in the dark (1974)

Secret lives, and other stories (1975)

Pétalos de sangre (1977)

El diablo en la cruz (1980)

Mother, sing for me (1982)
Descolonizar la mente (1986)

Matigari (1986)

El brujo del cuervo (2004)

Reforzar los cimientos (2016)

Ngũgĩ wa Thiong’o en sus palabras:

«Todos podemos llegar a las estrellas, pero para conseguirlo no necesitamos hacer escala en Europa».

«Soy fiel creyente de que toda lengua tiene potencial para grandes contribuciones intelectuales. Todos los lenguajes, grandes y pequeños, tienen mucho que darle al mundo».

«La condición de la mujer en un país es la auténtica medida de su desarrollo».

«Las lágrimas no derramadas de un deseo de venganza insatisfecho resultan extenuantes y hacen necesaria la privacidad».

«Pero la mierda sigue siendo mierda, aunque cambie de nombre… Puede que las líneas de batalla no se distingan bien, pero no han cambiado».

«Como todo en la vida, siempre hay una batalla entre lo esclavizante y lo liberador. Así mismo pasa en el performance. Cuando se obliga a un pueblo colonizado o conquistado a abandonar su lengua natal, se le obliga a reproducir su humillación en el lenguaje de la conquista y de la dominación».

«Tus propias acciones son un espejo mejor de tu vida que todas las acciones juntas de tus enemigos. Es por eso por lo que te digo que observes lo que haces a los demás en lugar de pensar siempre en lo que los demás te hacen a ti».

«Las palabras escritas también pueden cantar».

«Si la pobreza se vendiera hoy por tres centavos, no podría comprarla».

«La prescripción de la cura correcta depende de un análisis riguroso de la realidad»

Fuentes:

El brujo del Cuervo, Alfaguara, 2015

NGŨGĨ WA THIONG’O, LA POLÍTICA Y LA CULTURA DE LAS LENGUAS

Ngũgĩ wa Thiong’o

Ngugi wa Thiong’o: “Aprendí la importancia de la lengua en la cárcel”

Eréndira Cuevas

Eréndira Cuevas

Directora de Investigación Cultural

Originaria de la tierra madre del caos y la inseguridad, mejor conocida como Ciudad de México. Cursó la carrera de Comunicación y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Aragón, de la UNAM. Es periodista por vocación, y también por necedad, y está convencida de que el arte es una herramienta poderosa contra muchos de los males del hombre.

Caro Poe

Caro Poe

Directora de Diseño

Diseñadora gráfica.

Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.

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