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Ilustración: Alejandra Villela

David Forigua

Hoy he decidido interactuar con ustedes (reconózcase la magnífica atemporalidad de esa afirmación). Y es que, a veces tal vez menospreciamos la oportunidad de las palabras, de los textos, plasmados. guardados y transmitidos a través de la digitalidad. Hoy ya no reposa aparente lo que digo en un medio físico, limitante y con fugaz existencia. Entonces, aprovechemos, testigos de lo que parece nunca acabar, de poder utilizar aquello que le permite leerme, para enriquecer la historia que pretendo contar.

Si aquello no interesa; la participación más activa, el diálogo tan directamente dirigido y a la vez impersonal y el esfuerzo y tiempo de más, pare de leerme. Más si en algo le cautiva esta verborrea, esta confusa y densa propuesta solo mantenga abierta su mente, sus ojos y una pestaña en su celular o computador para buscar y dejarse llevar por completo por esta narración sobre conexiones, tiempo, amor, fama y trascendencia en la más bella de las cosas… La música.

Parece un pecado común de nuestros tiempos, llenos de procrastinación, de aburrimiento, de algo de curiosidad pero sobretodo de sinsentido causado por la desconexión física y la hiperconexión con el inmenso mundo digital; que trabaja desesperadamente por robarse nuestra atención y mantenernos siempre atentos inundándonos…no, disparándonos a quema ropa con ráfagas de contenido diseñado a la perfección para entretener y complacer, dejarnos transportar de la mano de algoritmos, que violan nuestra privacidad en virtud del placer y la comodidad, por un viaje de recomendaciones que se suceden una tras otra. Hablo, para ser preciso, de la absurda maravilla de empezar haciendo click, por ejemplo, a un video musical y terminar viendo tutoriales de cómo hacer una flauta con una zanahoria o escuchando a gatitos haciendo covers de canciones como Bad Guy o Despacito. Sí, de esa magnífica forma de adentrarse en la madriguera del conejo (rabbit hole) cual Alicia en el mundo de las maravillas que es el internet, de esa hablo.

Killing Me Softly WIth His Song de Roberta Flack, deténganse y búsquenla, no sé qué suene en sus cabezas mientras leen, imagino silencio, pero para seguir con lo que viene hace falta, parar, buscarla y empezar a leer con la canción sonando en sus cabezas. ¿Ya? bien, déjese llevar por esa voz magnífica, esos coros entre fantasmales y emotivos y prosigamos. Hoy (me encanta el tiempo atemporal) vengo a contar la historia de la que es sin duda mi canción favorita y que encontré cayendo en esa madriguera de conocimiento. Una canción llena de una carga narrativa muy fuerte, ni siquiera hace falta entender lo que se dice para sentirlo, es no más escucharla y ya reconocemos que se trata de una historia de amor, un desahogo, una conversación con, por ahora, un inicio bien claro. Esto que escuchan es, sin embargo, una pieza llena de todo lo que amamos de las buenas historias… conexiones, desarrollos sorprendentes del efecto de causas y efectos, significados y coincidencias. Una canción producto del mismo azar que nos conduce a la madriguera y nos transporta ya dentro de ella. Prueba clara de la verdad universal tan bien ejecutada en otra canción de un genio uruguayo; “nada se pierde, todo se transforma”. (Esa, espero, la busquen y la aprecien finalizada mi historia).

Escuchen, tan solo escuchen, así sea por un momento.

Morir lentamente por una canción (¿ser asesinado sutilmente por alguien con el sonido de su voz y su guitarra?), no se me ocurre a mí un concepto más poderoso y bello. Tal vez, desde que la escuche ha sido mi favorita porque pienso firmemente que no hay un deseo artístico más fuerte que hacer sentir a alguien ese fascinante y trascendental sentimiento… Matarlos suavemente, por violento que pueda sonar, eso me gustaría. No soy el primero, tal vez con suerte contribuya a no ser el último.

Seguro esto iría mejor en un podcast, o en un programa de radio, pero es lo que hay, me parece bueno experimentar que escuchen la historia con su voz y no la mía, en fin. ¿Quién mató de esa forma a esa mujer para llevarla a componer y cantar con tan fantástica y desgarradora magia lo que hoy escuchamos? Por años ese fue un misterio, sacado como de una aventura de Conan Doyle o Agatha Christie, que por no dañar la fantasía decidí ni siquiera investigar, Jamás me preocupe por resolver el misterioso crimen. A veces, nos aferramos con demasiada fuerza a los significados, a tirar la cortina del teatro para ver qué hay detrás, encontrarle el truco al mago para poder racionalizarlo a cambio de perder la magia. Ahora, no imaginaba que fuera tan llamativa la historia.

Empty Chairs de Don Mclean, esa es la siguiente canción, la prueba reina del caso, En una historia llena de sabor a 70s, una época casi completamente perdida en la memoria colectiva del mundo. Un sentimiento, el de amnesia parcial, acompaña a todos los protagónicos en mi narración… grandes artistas que hoy viven entre el olvido y la eternidad a través de un par de grandes éxitos, tan grandes que los eclipsaron a ellos mismos. Mclean es el perfecto ejemplo, American pie, su canción más grande, con una historia tan fascinante y enigmática que es digna de su propio desglose y que explica parcialmente porque a nadie le importan los 70s, es una que jamás logró superar y que hoy en día se ve obstruida por una serie de películas deplorables y homónimas. Lo que en realidad significó ese gran éxito dijo el mismo; es que nunca tendré que volver a trabajar, un común denominador entre otros de la época del 7 y el 0. Que si bien nunca tuvieron que volver trabajar, para mal o para bien cargaron durante años con el fantasma inmenso pero restringido de su éxito latentemente fugaz. En fin.

Mclean es el asesino y Empty Chairs su arma. Esa guitarra Folk, esa voz y esa otra trágicamente bella historia de amor son las causantes del gran éxito de Flack. Aquel que la hizo ganar, 2 años después del debut de Mclean, en 1973, el grammy a mejor canción del año y a mejor grabación del año. Ahora, vale aclarar que si bien la versión de Roberta es la más famosa, y a mi parecer la mejor, no es ella la que escuchó la canción y sintió que su alma dejaba su cuerpo de esa forma tan romántica y angustiosa… Después del éxito de Flack Killing me Softly fue replicada por miles de artistas.Sin embargo, la primera en cantar tan impactantes letras, y quien en realidad fue la víctima de morir suavemente, es una aún más olvidada artista llamada Lori Lieberman.

Killing Me Softly así, con ese título abreviado, salió y fue escuchada por primera vez en la faz de la tierra esta, como creo estarán de acuerdo, obra maestra musical. Fue en 1972 con un éxito bastante limitado pero por suerte para todos, suficiente. ¿Casi no parecen ser la misma canción, verdad? bueno esa voz sentimental solitaria (no cuenta con coros) y acompañada de solo una guitarra; se hace evidente desde ahí como su origen está directamente relacionado a ser una respuesta a la composición de Mclean, es la evidencia original del testimonio sobre el hermoso crimen. La afectada, recuerda haber ido a un concierto de esta nueva figura del Folk—este Dylan tardío que irrumpió fuera de su época y a su vez consecuencia de ella— y dice haber experimentado algo ,único, digno de convertirse en un poema de servilleta. Impresionada, sorprendentemente por una de las menos conocidas canciones de Mclean, cuenta a sus colaboradores la experiencia y deciden juntos convertirla, utilizando los versos del papel desechable, en la canción que hacía falta para finalizar su álbum. Fin… Pues no.

Charles Fox y Norman GImbel,dos sospechosos más en esta aventura criminal, famosos, como resulta común en esta historia, principalmente por ser los compositores principales de Killing Me Softly (verdaderos ganadores del Grammy a mejor canción) desacreditan en su mayoría la versión de Lieberman. Ellos, entendiblemente, después de exprimir cada gota del éxito impulsado a partir de Flack, dicen que la historia de Lori tan solo fue una pequeña inspiración, es decir, que tan bello testimonio de una mujer conmovida hasta lo más íntimo por una canción fue escrito en su inmensa mayoría por un par de hombres de mediana edad, en un par de horas, llevados por el afán del compromiso laboral.

La historia se ha encargado de desmentirlos parcialmente, finalmente la verdad no importa, para todas las partes involucradas, incluyéndonos, lo importante es la canción.

Respecto al éxito mediano, casi inexistente, de la versión de Lieberman, es importante decir que fue suficiente como para que una aerolínea comercial la hiciera parte de su “playlist” de viaje (épocas oscuras que anteceden incluso incluso la reliquia del CD y sus reproductores). Para muchos, sin duda, habrá sido la canción que los hiciera dormir o tan solo no escuchar a los bebés llorando, totalmente desapercibida como las canciones de elevador. Sin embargo, en un viaje de Los Angeles a Nueva York como dice Flack, “la canción la encontró a ella” y sin duda ella se dejó encontrar por la canción, le tomó tiempo dar con esa impresionante versión y la cantó por primera vez para Marvin Gaye, en un pequeño concierto, haciendo de inmediato hizo enloquecer al público. La leyenda de la música (hoy también recordado por 2 o 3 temas y algunos plagios a sus canciones) le dijo que de inmediato la grabara y el resto es historia… solo nos falta un pedazo.

The Fugees, Killing me Softly With His Song, la versión tal vez más conocida actualmente, la más “moderna”. Fue el primer single exitoso de una agrupación que revolucionaria el hip-hop. permitiendo a su vez llevar al estrellato a otra genia, ya tambíen olvidada, Lauryn Hill (digna de un texto propio tambíen). Así, en 1997, años después de nacer en una servilleta, Killing me Softly, volvería al tope de las listas y sería merecedora de 2 nuevos grammys. Este éxito le permitiría a Hill una carrera en solitario que tendría como resultado un Álbum (aún más revolucionario) que para un genio de la talla de Childish Gambino, es simplemente PERFECTO; The Miseducation of Lauryn Hill. De ahí, la desquiciante fama, después de tan solo un álbum, llevaría a Hill a un autoexilio de la industria interrumpido tan solo una vez en 2001 para un MTV Unplugged, su último álbum, siendo en esta ocasión (con algo de belleza irónica) tan solo ella, su voz y una guitarra de folk…

Matarlos suavemente se convirtió así una expresión integrada en la cultura popular, desde la comedia con un especial del genio del Stand Up Dave Chappelle, hasta el cine con una película protagonizada por Brad Pitt, ambas (especial y película) tituladas Killing them softly. Y así la historia de azares, que me tienen acá escribiendo y a usted leyendo sobre, más que una canción, una reliquia sonora. Cúspide declaración de la capacidad de la música para darle forma a los minutos y las palabras. Provocando una suerte de mensaje tan universal como cambiante que permite encapsular un sentimiento único y entrañable, desafiante de las convenciones del tiempo y que hoy podemos compartir producto de las mismas casualidades e inspiración creativa que permitió su mismísimo origen. En una suerte magnífica, escuchamos la más bella tragedia de una muerte de la somos testigos y de forma mágica a su vez víctimas, morimos suavemente con Killing Me Softly With His Song y nos permitimos trascender, trascendiendo los protagonistas y su legado, para perdernos por unos segundos en la maravilla de las canciones, las historias y el amor.

Autor

David Forigua

David Forigua

Ilustradora

Alejandra Villela

Alejandra Villela

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