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Imagen: Caro Poe

René Medina

Cuando estaba cursando segundo año de la escuela secundaria, conocí a la maestra Lolita. No, no es una referencia a Nabokov; era, y, espero siga siendo, el nombre de la que fue mi maestra de Historia Universal primero, y luego Historia de México en aquellos gloriosos años de adolescencia.

Las clases de la maestra Lolita las disfrutábamos todos. Se puede decir que es una de esas no pocas maestras con vocación de enseñanza, pasión por su materia y sobre todo un profundo amor al pasado de su país. Sus clases, lejos de los resúmenes sombríos junto con las lecturas grises y acartonadas sin vida, de esas que abundan en nuestro sistema educativo, se transformaban en batallas medievales, querellas entre grandes personajes, conquistadores, conquistados, y un sinfín de historias que parecían emerger de la nada. Ella, no solo disfrutaba dar su clase, sino que nos narraba la historia; la interpretaba, hacía que cobrara vida. Y ahí, en esa aula de segundo piso de una escuela secundaria federal, fue donde conocí por primera vez a los mexicas.

Han pasado ya varios años desde aquellas mañanas, donde gracias a la maestra Lolita, aprendí dos cosas importantes a cerca de la historia; primero, a darme cuenta que la misma, no es una materia aburrida de la escuela, sino una ciencia de la deducción y la evidencia que nos ayuda a saber de dónde venimos, y nos da un muy claro panorama de hacia dónde habremos de llegar; y segundo, que la manera correcta de estudiarla, es como si fuera una novela, que te permita apreciar la mayor cantidad posible de matices para poder entender, el entorno, los personajes, la situación en general.

En mi particular punto de vista, es aquí donde radica la importancia de la novela histórica en cuanto tal; una novela de este género, no solo está contando una historia que nació en la imaginación de su autor en un universo sujeto a sus propias leyes, sino que, el autor de la novela histórica, se convierte en un narrador que lleva al lector de la mano, más que como espectador lejano, como un testigo de primera mano que puede ver, sentir y entender las motivaciones de los personajes.

Y así en este tenor, tenemos La conquista de México Tenochtitlan: Versión de los mexicas. Una trilogía que junta tres novelas de la heptalogía Grandes Tlatoanis del Imperio en una sola edición: Moctezuma Xocoyotzin entre la espada y la cruz, Cuitláhuac entre la viruela y la pólvora y Cuauhtémoc, el ocaso del imperio. En esta trilogía, Sofía Guadarrama, nos narra el acontecimiento histórico de la caída del Imperio mexica, pero con una peculiaridad muy especial. No es, como convencionalmente se maneja en otras novelas sobre este momento histórico mexicano, Hernán Cortés y sus hombres la figura principal y su desarrollo. Si no que, por otro lado, como su nombre lo indica, la autora nos sitúa del lado de los mexicas. A través de un desarrollo psicológico del personaje central, que es, según el momento de la historia, el Huey Tlatoani en turno, y por medio de un arco narrativo sólido, nos ayuda a entender cómo fue éste acontecimiento para los nuestros. Vale la pena ver la figura de Moctezuma, el tradicionalmente mencionado como sometido y vacilante frente a la llegada de los Ibéricos, acercado al lugar que le compete mejor en la historia prehispánica como Motecuhzoma Xocoyotzin, hijo de Axayacatl, huey tlatoani de Tenochtitlan, sacerdote de Huitzilopochtil y comandante de los bravos guerreros mexicas.

Desde sus primeras páginas, es evidente el trabajo de investigación realizado por la autora para la presentación de los personajes con sus motivaciones teológicas, sociales, culturales y políticas, que los orillan a actuar y reaccionar de ciertas formas, y nos ayuda a aproximarnos de una mejor manera a su entorno, dejando de lado un poco los juicios anacrónicos que, por lo regular, nos llevan a tomar estereotipos heredados por más de trescientos años de colonia y, transformados por más de dos siglos de soberanía nacional. De la misma manera, la recreación de los escenarios, y la reconstrucción de la misma gran Tenochtitlán en la época de mayor esplendor, llevan al lector a adentrarse en las calzadas de la ciudad–lago y a maravillarse con la grandeza, a veces desconocida, de lo que fue el último imperio prehispánico de Centroamérica, los herederos de la cultura Tolteca.

De esta manera, esta novela se convierte en un entretejido de narración de una historia bien fundamentada y sustentada por fuentes históricas originales, como Bernal Diaz del Castillo, Anales de Tlatelolco o Crónica Mexicayotl, con una historia de la perspectiva surgida de la investigación de más de 18 años de la autora; dando como resultado, una visión mexica de la conquista.

Como un adicional, al final del libro, puedes encontrar la bibliografía base que utiliza la autora para la argumentación y el desarrollo de la historia, así como algunas lecturas sugeridas si es que el tema te llega a interesar.

Así pues, este libro es un imperdible para quien gusta de la novela histórica, primordialmente para aquellos que gustan de la historia prehispánica, pero, aún si no eres un fan de la temática, es una novela que te permitirá conocer más sobre el acontecimiento ya mencionado, pero que vas a disfrutar igual acompañando a Motecuhzoma en sus batallas, así como las intrigas y conspiraciones de la familia real para hacerse con el trono mexicano.

Si no tuviste la oportunidad de tener una maestra Lolita en tu camino, este libro es una excelente oportunidad de conocer una pequeña parte de la historia de la manera más emocionante y divertida que se puede lograr; a través de convertirse no solo en un espectador lejano, sino, adentrándote en la trama para volverte un testigo de primera mano.

Autor

René Medina

René Medina

Redactor

Ilustradora

Caro Poe

Caro Poe

Directora de Diseño

Diseñadora gráfica.

Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.

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