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Ilustración: Caro Poe

Majenda Melgarejo

– ¡Házselo a Julia, a mí no!

1984, George Orwell

Estamos asistiendo ahora mismo a un cambio en los paradigmas, por cortesía de este virus, este microorganismo que no está vivo ni muerto, que en realidad no tiene otro fin en el mundo que insertarse dentro la estructura molecular de un ser vivo y replicarse en su ADN o ARN, luego de haberlo infectado; lo que sigue es mudarse a otro huésped y continuar el proceso inicial. No tiene lógica alguna, no tiene explicación, ni razón de ser; es algo que solamente ocurre.

Se tiene registro de que una de las primeras pandemias producida por un virus en humanos -aunque en ese tiempo no se consideró que este fuera su origen, sino más bien algo de los humores*- fue en el 412 a. C. cuando una tos asoló a los habitantes de Perinto, pero en esa época «pandemia» hacía referencia a cualquier cosa que se propagase en el pueblo y fue Hipócrates quien le dio el sentido sanitario al ver que la enfermedad se expandía de manera descontrolada. Es muy probable que anteriormente a esto ya se hubieran dado brotes de virus, se cree que estos atacaron desde siempre a las plantas y los animales y por ende al hombre. Conforme se fue dejando de lado la vida nómada y se establecieron comunidades para ayudarse, también se dieron los primeros contagios.

Cuando se da una pandemia repetimos un patrón: primero negamos el hecho, no existe, luego lo minimizamos, tras ello aceptamos que existe, aislamos a los contagiados y buscamos medios para combatirlo. El patrón suele repetirse y hay indicios de que en algunas ocasiones se ataca a los que son víctimas del virus porque en el fondo seguimos siendo animales temerosos. Más de uno vio cómo China, Taiwán y Corea le hacían frente a esta epidemia con medidas restrictivas y la pérdida de los derechos fundamentales por los que tanto luchamos y cómo el estado tomaba control absoluto sobre cada uno de sus ciudadanos por su bienestar y en el otro lado veíamos cómo parte de Europa recomendaba medidas cautelosas con los ciudadanos, apelaban al criterio de cada uno para cuidarse y a la libertad para hacerlo.

Los resultados del primer grupo para hacerle frente a esto eran positivos y el segundo se convertía poco a poco en un desastre; al declararse la pandemia, más de un ciudadano de cualquier país pedía que se aplicaran medidas drásticas en su territorio: cierre de fronteras, suspensión de clases, además -claro está- de instaurar la prohibición de salir a menos que sea para algo esencial. Y se celebraba cuando se daba el control total a las fuerzas militares en representación del estado. Pero, poco a poco, se ha ido más allá: si vemos a alguien que no respeta estas nuevas reglas, lo criticamos, en aras del bien común, y de ser necesario lo denunciamos, aplaudiendo cuando los militares aplican una sanción drástica y exigimos que se dé cuando no se hace.

Los autores de novelas distópicas como Orwell y Bradbury, para mencionar algunos, en las que se denuncia el control total del estado y cómo la población lo acepta, jamás imaginaron que para darse se necesitaba sólo un ser microscópico. Actualmente, pese a haber presentado algunas reinfecciones, los países asiáticos, los que tienen un registro de los contagiados, los que por medio de GPS hacen un seguimiento de los casos, los que están aplicando el control sobre sus ciudadanos, son los que mejor están manejando la pandemia. Uno de los que mejor grafican esto es Singapur, que incluso cuenta con un perro robot que controla se respete el distanciamiento social. Además de estos países también tenemos a Nueva Zelandia, que tuvo medidas restrictivas fuertes y la ayuda de su geografía para ponerle freno a esta enfermedad.

Un perro-robot mantiene en Singapur la distancia social en los parques

Imagen tomada de internet

Autora

Majenda Aliaga

Majenda Aliaga

Redactora

He publicado poemas en plaquetas en Lima, Perú. Trabajé en librerías limeñas y actualmente escribo en la revista Katabasis y en mi página de Facebook: Lecciones de vértigo. Estoy preparando un libro de cuentos que espero publicar y una novela.

Ilustradora

Caro Poe

Caro Poe

Directora de Diseño

Diseñadora gráfica.

Soy encargada del departamento de Diseño e Ilustración de este hermoso proyecto. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Como no soy escritora, encuentro de gran complejidad describirme en un simple párrafo, pero si me dieras una hoja, un bolígrafo y 5 minutos, podría garabatearlo.

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