Ilustración: Yessenia
Eréndira Cuevas
Aunque los criterios para la selección de un Premio Nobel no están del todo claros, parece existir cierto consenso, o creencia, entre los aficionados a la literatura respecto a lo que no debería premiarse o, mejor dicho, a lo que no debería recibir el premio. Algunas de estas opiniones defienden que un autor cuyo lenguaje resulte diáfano para cualquier persona, sin importar su nivel de cultura o cuantos libros ha leído en la vida, no merece recibir un reconocimiento de esa magnitud. Pero, ¿la buena literatura debe ser un muro impenetrable cargado de significados ocultos y atiborrados de referencias y múltiples lecturas intertextuales?
Creemos que no, al menos no necesariamente. Y es que a veces el lenguaje más sencillo puede ser también el más efectivo y esta característica lejos de empobrecer una obra puede ser una virtud sobre la cual pueda edificarse una historia que no necesariamente debe ser sencilla ni univoca.
Probablemente esta sea una de las características que juegan a favor de Sobre los huesos de los muertos, de Olga Tokarczuk (Premio Nobel 2018), y es que el lenguaje de la novela no está revestido de ninguna complicación, por el contrario, es de una sencillez tal que permite que cualquier lector pueda avanzar en la trama sin mayor dificultad.
Sin embargo, aunque la trama puede parecer sencilla (un pequeño poblado sufre una ola de asesinatos misteriosos y los personajes intentan saber qué está pasado) conforme avanzan los hechos el lector se da cuenta de que no todo es tan fácil y que tanto los personajes como nosotros estamos en medio de una urdimbre donde ninguna de nuestras conclusiones resultará válida.
Hablar mucho más sobre la historia sería adelantar su contenido, baste comentar que la escritora polaca lleva esta sencilla premisa por los terrenos tanto del misterio como de la fantasía, pues si bien las intrigas resultan familiares para el género del suspenso, las posibilidades que se barajan están mucho más en consonancia con la literatura fantástica. Algo que también resulta un recurso de la autora para sorprender al lector con la conclusión de su novela.
Respecto al desarrollo de los personajes, casi todos los que aparecen tienen una participación menor en el desarrollo de la historia, aunque no por ello están mal estructurados, al contrario, precisamente por esto resulta muy interesante que pese a su brevedad sus personalidades y motivaciones no estén mal planteados.
En el caso del personaje principal, que es también la narradora, podría decirse que su construcción es un tanto similar a la de la novela misma, es decir, una suerte de mezcla que termina por envolver y sorprender al lector conforme la historia va avanzando. La simpatía que despierta esta mujer en quien la lee resulta de vital importancia para permitirle adentrarse en el mundo que le está presentando.
Quizá, a algunas personas les pueda resultar un tanto chocante el discurso ambiental que subyace en la novela, personalmente creemos que la historia está tan bien construida que ese elemento pasa a ser un elemento más sin ser invasivo o contradictorio con el ambiente.

Eréndira Cuevas
Directora de Investigación Cultural
Originaria de la tierra madre del caos y la inseguridad, mejor conocida como Ciudad de México. Cursó la carrera de Comunicación y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Aragón, de la UNAM. Es periodista por vocación, y también por necedad, y está convencida de que el arte es una herramienta poderosa contra muchos de los males del hombre.