María Alejandra Luna
Te pedí que te pusieras de espaldas. Me gusta mirarte a los ojos, pero entiendo que a veces eso me delata bastante. Y esta noche no quiero que sepas, no quiero que escuches entre mis pestañas, no quiero que averigües mediante mis pupilas. Esta noche no me mires bien. Te pedí que te pusieras de espaldas y entonces mis dedos devinieron en dígitos innumerables, recorriendo el dorso de tu cuerpo. Te dejaron constelaciones y mapas fluviales.
El último rasguño me quebró. Dije un sollozo, tal vez lo balbuceé y mi torso reaccionó como una pieza realmente partida: estampé una cara mojada entre la Osa mayor y el Río Amazonas. Escondí los ojos llorosos detrás de mis párpados y contra la piel gruesa de tu espalda. Y las corrientes fueron ciertas. Y la sed fue cierta. Y los rayos de estrellas saliendo de tus ojos que me miraban por el costado fueron ciertos.
Pero no te miré, ni te dije, ni te dejé saber. Porque las palabras calladas fueron todavía más ciertas, pero mi cobardía fue una verdad absoluta, entre tantas valientes bifurcaciones y cielos móviles, que había ahora en tus omóplatos. Te eclipsé la visión con una mano y las uñas de la otra escribieron: cinco letras, dos palabras, madrugadas de angustia, semanas de negación y una resignación infinita que a veces me hace sonreír. Y esta noche, protegida por el dorso de tu cuerpo, sonreí.
María Alejandra Luna
Subdirectora General / Directora de Redes Sociales
Buenos Aires le dio el soplido de vida a mi existencia. De origen hebreo, mi primer nombre. La Antigua Grecia me dio el segundo. La Luna alumbró mi apellido. Escritora de afición, lectora de profesión, promotora de poesía y de los márgenes de la cultura. Dicen que soy quisquillosa con las palabras, que genero discursos precisos y que sobreanalizo los discursos ajenos. Y todo esto se corresponde conmigo. Pueden ser tan expresivos los textos que escribo como los gestos que emito al hablar. Y esos rasgos trato de plasmarlos en los ámbitos donde me desarrollo, como las Redes Sociales.